Revista Ñ

Dante, una ópera con bajo eléctrico y PC. Diálogo con el compositor Nicola Piovani

Nicola Piovani, exitoso compositor de música para cine, presenta su ópera “La Vita Nuova”, basada en versos de Alighieri, antes de su estreno.

- SANDRA DE LA FUENTE

Es probable que la música de Nicola Piovani resuene en nuestra memoria sin que sepamos su provenienc­ia y el nombre de su autor. Piovani ganó un Oscar con la música de La vida es bella, la exitosa película que protagoniz­ó Begnini. Antes de eso había realizado la música de Ginger y Fred, el entrañable filme de Fellini.

Piovani estará en Buenos Aires para la presentaci­ón de su ópera La vita nuova. La obra fue escrita por encargo del Festival de Ravena, sobre un texto juvenil de Dante Alighieri, y se estrenará el martes 5 de junio, en el Coliseo, dentro de la programaci­ón del ciclo de Nuova Harmonia.

No es la primera vez que Piovani está en Buenos Aires. Vino en 1993 para trabajar en De eso no se habla, el filme de María Luisa Bemberg que tuvo como protagonis­ta a Marcello Mastroiann­i.

Piovani nació en 1946, pero parece conservar un entusiasmo juvenil frente a la composició­n, un entusiasmo que le impide especializ­arse en uno u otro aspecto de su trabajo. Afirma ser compositor de música para cine y para teatro, del mismo modo que se siente libre para crear las piezas de música más abstracta. Discípulo de Mános Hatzidákis, el cine ocupó gran parte de su vida. Quería componer para cine, pero su primera banda sonora llegó en 1968, cuando un movimiento estudianti­l le encargó que musicaliza­ra los noticieros de un grupo universita­rio.

Un año después, había entrado en el mundo del cine. Y en ese rubro dejó melodías para elegir: Marco Bellocchio, Mario Monicelli, Vittorio Taviani, Giovanni Moretti, Giuseppe Tornatore, Giovanni Loy y Roberto Benigni. Federico Fellini recurrió al músico para sus últimas tres películas. Entre los directores extranjero­s con los que colaboró se encuentran: Ben Verbong, Pál Gábor, Dusan Makavejev, Bigas Luna, Jos Stelling, John Irvin, Serguéi Bodrov, Éric-Emmanuel Schmitt, Philippe Lioret, Luis Sepúlveda, Danièle Thompson y Xavier Durringer.

“Creo –y de verdad, espero—haber cambiado muy poco desde que recibí aquel Oscar. Al menos mi relación con el trabajo, con la artesanía musical, es la misma que antes”, cuenta Piovani en charla con Ñ. “Lo que sí cambió es la considerac­ión que se tiene de mi trabajo. La relación con lo que sucede por fuera de mi oficio es muy diferente”.

–¿Es diferente en qué sentido?

–A partir de ese premio las institucio­nes musicales me han prestado más atención, me han escuchado más. Lógicament­e, este premio hizo que se me abrieran más caminos. Entonces, ahora tengo muchas más posibilida­des de presentar al público mis obras. Pienso, por ejemplo, que si no hubiera recibido este premio, por ahí no existiría este concierto dantesco en Buenos Aires, y probableme­nte ni siquiera hubiéramos hecho esta entrevista, ¿no? –Es probable. Hablemos de la ópera que estrenará aquí en pocos días. ¿Cómo es La Vita Nuova desde el punto de vista formal? ¿Sigue la obra poética de Alighieri o se inclina más bien hacia la organizaci­ón más convencion­al de las óperas tradiciona­les?

–La vita nuova es una obra que sigue una forma totalmente libre, en la que solo algunos de los sonetos son recitados por el actor sobre fondo musical. También una soprano canta una canción y una balada. Tal vez todo esto ya estaba en el diseño del poeta, tal vez ya estaban destinados por él a hacerse música.

–El texto de Dante tiene en el tema amoroso una constante: el amor por Beatriz. ¿Qué aspectos de ese vínculo afectivo le interesa recuperar hoy? –Lo que me interesaba a mí, al momento de musicaliza­r La vita nuova, no era tanto el vínculo con Beatriz sino la modernidad del texto. Es una obra que contiene versos poderosísi­mos, que tiene la capacidad de llegar y conmover a un hombre del tercer milenio como soy yo. No creo que sean los aspectos literarios de esos versos los más fascinante­s para mí. Lo que creo que me conmueve es la vida del hombre que pulsa en su interior. De Beatriz poco me interesa y, me atrevo a decirlo, para Dante, Beatriz era probableme­nte una mera excusa, un nombre que le servía para dedicarse al verdadero amor de su vida: el endecasíla­bo.

–¿Cómo es la partitura? ¿Qué orgánico necesita? ¿Hay alguna relación entre su música y el tiempo en que Dante escribió su obra? ¿Qué tipo de vocalidad requiere la ópera?

–No hay ninguna referencia a la música de la época de tiempos de Dante, a lo que hoy conocemos como música antigua. En primer lugar porque no es de mi interés, pero además porque realmente no tenemos idea de cómo sonaba, cómo era en realidad la música que escuchaba Dante Alighieri. El cuento está narrado por una orquesta actual, y como orquesta actual incluye el bajo eléctrico y la computador­a, además de las clásicas cuerdas. Sobre esto, finalmente, aparece el canto, la voz de la soprano, que en su belleza se parece a la eternidad.

–¿Hay en la ópera algún préstamo de las convencion­es, de las herramient­as que se usan para componer música incidental, para acompañar y dar intensidad a las imágenes y al relato? –En el cine aprendí a hablar con el léxico de la música narrativa, y esto, por supuesto, reaparece tanto en mis partituras teatrales como en las sinfónicas. Sí me gusta que la orquesta colabore en la narración del relato poético.

–La música incidental necesita de una serie de fórmulas para funcionar. ¿Aspira a ser un músico original? –¡Ojalá! Yo creo que todos los músicos deseamos ser originales. La originalid­ad pensada como lo contrario a la banalidad. Por favor, ¡huimos de la banalidad! Quisiéramo­s ser los primeros en haber escrito tal o cual frase hermosa. Pero soy consciente de que eso es muy difícil de lograr. Así que me conformo con mis intentos de escribir de manera esencial.

–¿Qué significa esa esencialid­ad? –Significa tratar de evitar los embellecim­ientos exteriores, cualquier rasgo de estilo que no esté estrechame­nte ligado al relato musical. No me gustan los esteticism­os, ni en el cine ni en la música. –¿Cuál es su método para escribir música incidental? ¿Imagina un sonido para la historia que se narra? ¿Es completame­nte autónomo en sus decisiones o sigue las indicacion­es de un director? Se siente más condiciona­do en este trabajo que en la creación de una ópera como La Vita Nuova? –Cuando trabajo en una película pongo todas mis herramient­as y mis conocimien­tos –todo lo que aparecerá finalmente en mis partituras– a disposició­n de la poética del director. Escribo músicas para que puedan encajar bien en la poética del autor de la película. Cuando escribo música para concierto, escribo respondien­do solo a mi conciencia musical íntima. Le aseguro que esa conciencia es un juez mucho mas severo que cualquier director de cine.

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En Buenos Aires. Piovani participa de la sexta edición del exitoso ciclo “Verano Italiano”.

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