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Un zepelín metalizado de 17 metros de largo no es algo que pueda verse todos los días en un museo de arte. Por eso seguramente la obra es la estrella de la muestra de la artista surcoreana Lee Bul en el Museo Hayward de Londres, “Willing to Be Vulnerable” (deseando ser vulnerables), un gigantesco zepelín calificado como “exquisitamente surreal”, que recuerda el accidente del dirigible Hindenburg ocurrido el 6 de mayo de 1937 en los Estados Unidos. Ese día el dirigible de pasajeros alemán se incendió en un intento de aterrizaje en Nueva Jersey. Murieron 35 de las 97 personas a bordo, además de un trabajador en tierra.
A veces, se sabe, la naturaleza imita al arte. En esta oportunidad afortunadamente apenas se acercó, pero la ocasión fue buena para recordarlo. El martes, apenas una hora antes de la preview para invitados especiales de la muestra –titulada Lee Bul: Crashing (Lee Bull: estrellarse)– se incendió una de las obras y el encuentro debió cancelarse. “Willing to Be Vulnerable” fue quizá la obra más comentada de la Bienal de Sydney 2016 y ahora es el centro de esta muestra que reúne en Londres 118 piezas de Bull, catorce de ellas inéditas, fruto de tres décadas de trabajo de la artista.
La muestra se programó para celebrar los 50 años del Museo Hayward y permanecerá abierta al público hasta el 19 de agosto. Antes de la suspensión de la preview debido al pequeño incendio, la curadora Stephanie Rosenthal señaló que la muestra recrea el universo “bello y grotesco” de Bul, inspirado “tanto en la ciencia ficción, la filosofía y la historia del siglo XX como en la experiencia personal” de la artista, nacida en 1964. Entre las piezas exhibidas hay un vehículo compacto dentro del cual el espectador puede disfrutar de una sesión de karaoke. De acuerdo con la explicación de la curadora, la obra es otra muestra de la obsesión de la artista por las conchas protectoras y los “espacios seguros”. En otra sala, se podrá ver una recreación de una pieza que produjo controversia: “Majestic Splendor” (1991-2018) fue una instalación de pescado muerto adornado con lentejuelas que debió ser retirada por su olor insoportable el día mismo de su inauguración, en 1997, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Esta versión tendrá la precaución de ser inodora. Tal vez los argentinos evoquen frente a “Majestic Splendor” una obra con que Carlos Herera generó polémica en arteBA de 2011: “Autorretrato sobre mi muerte”, calamares podridos en un par de zapatos.