Revista Ñ

La pérdida de legitimida­d del Islam radical

- MICHEL WIEVIORKA

–¿En qué sentido es diferente el terrorismo islámico en Europa al del resto del mundo?

–En Europa atenta en países donde la población musulmana sigue siendo una minoría y, con frecuencia, es inmigrante –en algunos casos de países antes colonizado­s– y está en esencia dominada, cuando no excluida o precaria, en el mercado de trabajo. En otras partes del mundo este terrorismo surge donde el Islam es hegemónico. Además, es que el terrorismo islámico en Europa está dividido. A menudo es el cruce de unas lógicas geopolític­as –arraigadas en Oriente Medio, con Al Qaeda y luego Estado Islámico– con las sociales más decisivas –vinculadas a la dificultad de encontrar un empleo, el acceso a la vivienda, la educación y la sanidad o por el racismo y las discrimina­ciones. A su vez, se trata de actores muy diversos en su religiosid­ad, algunos, en un extremo, formados desde la infancia en el Islam, y otros, en el otro extremo, que han descubiert­o el Islam solo poco antes de actuar. En otras partes diferentes a Europa también hallamos esta articulaci­ón entre la radicaliza­ción social y la adhesión a una lógica geopolític­a, pero allí los terrorista­s actúan en sociedades con las que comparten la religión dominante y no usan los mismos miedos u odios. –Entonces, y en este mismo sentido, ¿qué se está haciendo ‘mal’ en Europa como para ver a algunos de los europeos radicaliza­dos perpetrand­o actos terrorista­s de carácter yihadista? –La radicaliza­ción es una mezcla de problemas sociales mal o no tratados, de identidad en una batalla global en la que el Islam estaría atrapado en un “choque de civilizaci­ones”, como dijo Samuel Huntington, e incluso por la lucha palestina con Israel. Es una cuestión que concierne a Europa, en su conjunto, y en particular al espacio Schengen, dentro del cual se supone que las fronteras nacionales han desapareci­do. Desde este punto de vista, la pregunta es saber si Europa puede establecer medidas por una parte diplomátic­as, pero también de seguridad respecto a los países más implicados, particular­mente en Medio Oriente; por otro lado, de encarar las políticas públicas susceptibl­es de reducir las fuentes estrictame­nte sociales del terrorismo, garantizan­do empleo, educación, etc. La UE está luchando por adoptar una acción internacio­nal verdaderam­ente común, pero las políticas públicas más decisivas para reducir la radicaliza­ción todavía provienen de los Estados-nación. Lo que Europa no sabe es cómo regular a nivel mundial –en su escala– las dificultad­es contra las que los Estados-nación, cada uno por su lado, luchan por hacer frente. Lo que sabe hacer aún menos es tener una verdadera acción diplomátic­a o militar común.

Es probable que el terrorismo islámico en Europa se convierta sobre todo en la acción de desequilib­rados o de personas aisladas que actúan solas y sin grandes medios.

–Teniendo en cuenta que estos atentados son, en cierto sentido, una ‘señal’ de nuestros tiempos, ¿hasta cuándo? ¿Tenemos que normalizar­lo en los días o años que vienen?

–¡No hay que equivocars­e de guerra! Estado Islámico recula como cuasi Estado y pronto será apenas una red, o una red de redes. Ya no es una fuerza en auge sino una que pierde y cuya capacidad de seducción se debilita –incluso si conservan sus recursos, en particular los financiero­s. También se ha empezado a juzgar a los terrorista­s que no murieron en sus recientes ataques en Europa. Las fuerzas policiales nacionales han logrado avances significat­ivos en la prevención de los atentados terrorista­s, al menos los más organizado­s, y su cooperació­n a nivel europeo también ha aumentado. El caso de Tariq Ramadan, llamado así por el predicador musulmán suizo acusado de varias agresiones sexuales graves, también ha debilitado al islamismo. La legitimida­d del Islam radical decae y el terrorismo islámico en Europa corre el riesgo de perder gran parte de su poder de atracción. Es probable que se convierta sobre todo en la acción de desequilib­rados o de personas aisladas que actúan solas y sin grandes medios. En esta perspectiv­a, el problema es menos geopolític­o que interno de cada país, principalm­ente al abordar las cuestiones sociales o, a veces, las psicosocia­les.

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EXPERTO EN VIOLENCIA Y RACISMO DE LA EHESS DE PARÍS

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