La pérdida de legitimidad del Islam radical
–¿En qué sentido es diferente el terrorismo islámico en Europa al del resto del mundo?
–En Europa atenta en países donde la población musulmana sigue siendo una minoría y, con frecuencia, es inmigrante –en algunos casos de países antes colonizados– y está en esencia dominada, cuando no excluida o precaria, en el mercado de trabajo. En otras partes del mundo este terrorismo surge donde el Islam es hegemónico. Además, es que el terrorismo islámico en Europa está dividido. A menudo es el cruce de unas lógicas geopolíticas –arraigadas en Oriente Medio, con Al Qaeda y luego Estado Islámico– con las sociales más decisivas –vinculadas a la dificultad de encontrar un empleo, el acceso a la vivienda, la educación y la sanidad o por el racismo y las discriminaciones. A su vez, se trata de actores muy diversos en su religiosidad, algunos, en un extremo, formados desde la infancia en el Islam, y otros, en el otro extremo, que han descubierto el Islam solo poco antes de actuar. En otras partes diferentes a Europa también hallamos esta articulación entre la radicalización social y la adhesión a una lógica geopolítica, pero allí los terroristas actúan en sociedades con las que comparten la religión dominante y no usan los mismos miedos u odios. –Entonces, y en este mismo sentido, ¿qué se está haciendo ‘mal’ en Europa como para ver a algunos de los europeos radicalizados perpetrando actos terroristas de carácter yihadista? –La radicalización es una mezcla de problemas sociales mal o no tratados, de identidad en una batalla global en la que el Islam estaría atrapado en un “choque de civilizaciones”, como dijo Samuel Huntington, e incluso por la lucha palestina con Israel. Es una cuestión que concierne a Europa, en su conjunto, y en particular al espacio Schengen, dentro del cual se supone que las fronteras nacionales han desaparecido. Desde este punto de vista, la pregunta es saber si Europa puede establecer medidas por una parte diplomáticas, pero también de seguridad respecto a los países más implicados, particularmente en Medio Oriente; por otro lado, de encarar las políticas públicas susceptibles de reducir las fuentes estrictamente sociales del terrorismo, garantizando empleo, educación, etc. La UE está luchando por adoptar una acción internacional verdaderamente común, pero las políticas públicas más decisivas para reducir la radicalización todavía provienen de los Estados-nación. Lo que Europa no sabe es cómo regular a nivel mundial –en su escala– las dificultades contra las que los Estados-nación, cada uno por su lado, luchan por hacer frente. Lo que sabe hacer aún menos es tener una verdadera acción diplomática o militar común.
Es probable que el terrorismo islámico en Europa se convierta sobre todo en la acción de desequilibrados o de personas aisladas que actúan solas y sin grandes medios.
–Teniendo en cuenta que estos atentados son, en cierto sentido, una ‘señal’ de nuestros tiempos, ¿hasta cuándo? ¿Tenemos que normalizarlo en los días o años que vienen?
–¡No hay que equivocarse de guerra! Estado Islámico recula como cuasi Estado y pronto será apenas una red, o una red de redes. Ya no es una fuerza en auge sino una que pierde y cuya capacidad de seducción se debilita –incluso si conservan sus recursos, en particular los financieros. También se ha empezado a juzgar a los terroristas que no murieron en sus recientes ataques en Europa. Las fuerzas policiales nacionales han logrado avances significativos en la prevención de los atentados terroristas, al menos los más organizados, y su cooperación a nivel europeo también ha aumentado. El caso de Tariq Ramadan, llamado así por el predicador musulmán suizo acusado de varias agresiones sexuales graves, también ha debilitado al islamismo. La legitimidad del Islam radical decae y el terrorismo islámico en Europa corre el riesgo de perder gran parte de su poder de atracción. Es probable que se convierta sobre todo en la acción de desequilibrados o de personas aisladas que actúan solas y sin grandes medios. En esta perspectiva, el problema es menos geopolítico que interno de cada país, principalmente al abordar las cuestiones sociales o, a veces, las psicosociales.