Una broma con fondo escéptico
Hace dos años Roberto Plate y Claire Ruppli trajeron a nuestro país El uruguayo, unipersonal basado en la novela de Copi que lleva ese título, pero hablado en francés. Plate deseaba poder compartir más ampliamente este texto que Copi le dedicó, así es que con la actriz se tomaron el tiempo necesario para que ella fuera capaz de hacerlo en castellano, que es como se estrena ahora con traducción de Enrique Vila-Matas.
Si bien esto genera alguna dificultad en la escucha, le imprime la verdadera personalidad del mundo Copi que no es ni argentino ni uruguayo ni francés sino una maraña de todo eso. De hecho él decía haber escrito la novela en francés pero pensando en uruguayo. Para Plate el personaje es el mismo Copi y por ello la actriz se caracteriza hasta parecerse increíblemente. Aunque no pretende imitar su persona, si bien entrevistó a familiares y vio videos, a lo que más se parece es a su literatura: así como Copi se monta sobre la novela convencional para extrañarla, Ruppli recurre a convenciones teatrales pero mezcladas y para un contexto diferente.
Por momentos es un Polichinela, por momentos un macho argentino (exagerado a lo Copi) para cuyos gestos y movimientos se entrenó en Tango con el maestro Coco Díaz. El hecho de que sea una versión travestida le agrega otro de los elementos con que jugaba el autor.
Junto al perro Lambetta –que gracias a la ingeniería china es un verdadero coprotagonista– acompañada con ritmo de candombe y la proyección de ilustraciones que Plate pintó especialmente, Ruppli va dando vida a una estadía en Montevideo que cada vez pierde más sentido y gana más en sátira a lo Rabelais. Básicamente el relato es una enorme broma con un fondo de escepticismo respecto de la humanidad. Se trata de un artista, y su exilio se lo impone su visión exótica e hipersensible del mundo. Sólo lo acompaña su perro, al que pierde por la crueldad de los otros, y en esa soledad y extrañamiento delira con que lo que existe son las casas, no las personas.
Todo a través de cartas a un maestro al que imagina tachando sus palabras, porque el mundo es según las palabras que pronunciamos. Quien suele acompañar a Plate en sus escenografías, el diseñador de luces Jacques Rouveyrolls, vino especialmente para completar esta puesta. La música fue compuesta por Rubén de León y editada por César Morales y el escultor Juan Lepes erigió una especie de obelisco-pene-premio Copi de oro que imaginó Plate para centralizar el espacio y sumar una reminiscencia porteña que extiende la obra más acá de Montevideo.