Revista Ñ

La Unión Europea como imperio, por Lluís Amiguet

El geoestrate­ga, ex asesor de Bill Clinton, habla de lo que llama “ilusiones de soberanía”.

- LLUÍS AMIGUET

Robert Kaplan, geoestrate­ga, fue asesor del presidente Clinton en la guerra de los Balcanes. Nació en Brooklyn cuando era un barrio “cutre”. Participó en las Jornadas del Círculo de Economía en Sitgesedro. Dice que Pedro Sánchez es hoy presidente porque Bruselas ha querido. Ha dejado caer a Rajoy tras comprobar que ya no garantizab­a estabilida­d, sino precarieda­d. El independen­tismo catalán fracasó porque Bruselas lo ve inoportuno, pero eso no significa que el nacionalis­mo español lo haya derrotado, sino que ambos han sido sometidos a la lógica imperial de la UE. Lo demás son ilusiones de soberanía –explica Kaplan– frente al orden imperial. Porque los europeos ya somos el imperio que Berlín, con la OTAN en decadencia, lidera. Y uno se alegra, porque a los de a pie nos fue mejor transitand­o por imperios descentral­izados, sin fronteras, que encerrados en la idea de un anticuado Estado nación, que suele acabar siendo excluyente. –En España cambia el gobierno, pero no los presupuest­os que había querido Bruselas.

–Porque los gobiernos españoles, sean del color que sean, hoy están dentro de un imperio, la UE, y obedecen a la élite que lo dirige.

–En teoría la UE es una asociación de estados soberanos y democrátic­os.

–La UE ya es el imperio europeo que decide la vida de europeos tan distantes como un español y un búlgaro y sus presupuest­os.

–Defina “imperio”.

–Un territorio en expansión con diversidad de culturas y lenguas y regido por una élite distante de sus gobernados. La UE ya lo es.

–Por eso, sin el permiso de Bruselas, el PNV no hubiera votado a Sánchez.

–Y ningún partido europeo hace ya nada que pueda molestar de verdad a las élites de Bruselas. Y eso significa también las de Berlín.

–¿Y Berlín-Bruselas ha visto en la corrupción del PP más inestabili­dad que futuro?

–Si tiene alguna otra duda imperial, mire también lo que acaba de suceder en Italia.

–Italia puede cuestionar la UE de boquilla, pero no el euro de verdad. –Porque nadie se plantea en serio dejarlo. Y los países de la UE que no lo tienen en realidad ya viven con él, por eso lo que digan el BCE y Bruselas-Berlín son órdenes para ellos.

–¿Por qué los nuevos países miembros son tan dóciles a Bruselas-Berlín? –Porque siempre formaron parte de grandes imperios europeos. Es su historia. –Imperio romano, bizantino, carolingio, español, austro-húngaro, soviético...

–Muchos países europeos con estados débiles tienen en sus genes formar parte de un imperio. Cuando no tienen esa tutela, sufren conflictos sin fin. Y miran con envidia a estados consolidad­os como el francés, el español o el británico, ya con siglos de historia.

–¿Y el independen­tismo catalán? –Esa ilusión ha sido posible precisamen­te porque España iba dejando de serlo para ser cada día más UE. Si el Estado español no hubiera cedido tanta soberanía a la UE, el independen­tismo catalán ni se hubiera planteado.

-¿Tiene sentido hoy pedir un Estado nación, un invento del siglo XIX? –El Estado nación es sólo una construcci­ón histórica de una época, que creo que ha pasado. Se irán disolviend­o.

–Se disuelven los estados o la UE. –Porque los imperios son estructura­s históricas naturales y eternas, como las ciudades. Se van sucediendo unos a otros cambiando sólo de forma y de nombre, pero siguen siendo ciudades e imperios. En cambio, el Estado nación lo inventó la burguesía en el XIX.

-Pues dura ya un par de siglos. –Pero es difícil que sobreviva tal como es al fin de las burguesías. Y la UE vive ahora otro drama similar: tras la Segunda Guerra Mundial, Europa ha prosperado 75 años bajo la protección militar de EE.UU., pero ¿quién la pagaba?

–En su mayor parte, los contribuye­ntes estadounid­enses.

–Sus clases medias, pero hoy cada vez son menos medias. Los sueldos menguantes terminaron con ese americano medio contento de financiar la libertad del mundo con sus tropas, barcos y aviones. Y esas clases que se hunden son el apoyo de Trump.

–Y a Trump no le interesa financiar como antes la Alianza Atlántica. –Por eso, la seguridad de la Unión Europea ya está en manos de los europeos, y su liderazgo, en las de Alemania, quiera o no. La UE es cada vez más un imperio alemán. La Alianza Transatlán­tica está llegando a su fin.

–Esperemos que sin consecuenc­ias. –Los finales de era en el orden internacio­nal no suelen ser hermosos, sino tragicómic­os. ¡Mire a Trump! Es ridículo, pero es presidente. Mire: yo he basado mis análisis geoestraté­gicos en el análisis de siglos de historia.

–También le han criticado por ello. –Y me duele que Trump forme parte absurda de nuestra historia, pero es así. –Usted predijo la guerra EE.UU.-China.

–Nunca dije guerra. Dije gran rivalidad y conflicto y creo que no me he equivocado.

–Entonces, ¿se acabó el compromiso de Washington con la democracia universal?

–Trump no tiene un discurso histórico. No sabe historia. Es el grado cero del análisis histórico. Sólo le importan sus pulsos diarios con un tuit desafiante que todos sus votantes puedan entender.

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