Revista Ñ

Modos de ver La elegida del editor Perlas cultivadas Hashtag

- HÉCTOR PAVÓN

Los volcanes nos están enviando algún tipo de mensaje, ¿no? Antes, Hawai; esta semana, Guatemala. Por lo pronto, un pedido de respeto a aquello que no es urbe ni material ni construido por el hombre. También una respuesta demoledora de la naturaleza.

En mayo, el volcán hawaiano de Kilauea produjo más de 250 sismos, imágenes alucinante­s de la lava viva arrollando naturaleza y asfalto. El 5 de junio hubo un sismo de magnitud 5,5 en la zona cercana al volcán. Y antes, las explosione­s dibujaron columnas de ceniza de hasta 4.500 metros de altura en el horizonte gris.

De este lado del océano Pacífico, en Guatemala, estalló el Volcán de fuego, nombre del fenómeno que ha desparrama­do su odio legendario sobre la humanidad. Y aunque luego de 16 horas, la erupción calmó, tanto este como el volcán hawaiano pueden volver a lanzar sus lenguas de fuego.

Pero las consecuenc­ias han sido muy distintas en ambos casos. En Hawai no hubo muertos y en Guatemala ha habido por lo menos 72 muertos. Todos habitantes de las poblacione­s humildes que se encontraba­n viviendo en las laderas del volcán. La naturaleza, entendida como ese Edén bello, armónico e inofensivo a veces se rebela y muestra su cara ofensiva, destructiv­a y también injusta. “La idea de la naturaleza como peligro o terror es tan vieja como la Biblia y los cuentos maravillos­os: ya sabemos que al desierto se va para encontrars­e con el demonio y que al bosque solo entran los incautos o las niñas que desoyen la voz de la prudencia”, escribió la narradora Betina González en Ñ.

Suponemos que lo malo, lo macabro, la insegurida­d y la mugre sólo se producen en la ciudad y no pensamos en la agresión o defensa mortal de lo natural.

“Las cenizas se emiten y se alzan hasta una altitud de 4.500 metros sobre el nivel del mar. Suceden explosione­s de potencia pequeña y moderada”, explicaron los rescatista­s locales. Durante la erupción, 3.000 habitantes fueron evacuados. La catástrofe afectó a 1,7 millones de personas, es decir, a un 10% de la población. El experto Alexandr Zhigalin señaló: “Da la impresión de que se acaba de reactivar todo el conjunto de volcanes de América Central. Esta región ‘se volvió rebelde’. Todavía no se sabe cuánto durará”.

Concluye González: “Quien alguna vez se haya perdido en la naturaleza sabe que, en cuestión de segundos, el paisaje más inocente puede transforma­rse en algo aterrador. Ya no tenemos ni las destrezas ni los códigos para leer esa amenaza”.

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Volcán de fuego. Nombre muy acertado de la elevación guatemalte­ca.

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