Revista Ñ

Algún lugar, de Paloma Vidal

Narrativa brasileña. Un viaje a Los Ángeles, la universida­d, el español, la maternidad. Esos son los ejes de sentido de “Algún lugar”, de Paloma Vidal.

- MAURO LIBERTELLA

Empieza así: Paloma Vidal –la narradora, la autora, la protagonis­ta– se toma un avión que la va a sacar de Río de Janeiro –el lugar en el que vive desde los dos años, cuando su familia se exilió de Argentina para ya no volver– y la va depositar en Los Ángeles, la ciudad en la que hará un doctorado. Así, la primera novela de Vidal, publicada originalme­nte en 2009 y ahora traducida al español, su segunda lengua, se abre con un viaje difícil de definir, y cuya indefinici­ón justamente va a gravitar sobre toda la primera parte: ¿Es una mudanza? ¿Debería moverse como turista o como local? ¿Cuál es la patria que quedó atrás? ¿Cuál es, en definitiva, ese “algún lugar” que da nombre al texto?

La protagonis­ta se instala entonces con M., su pareja, y empieza a recorrer a pie las calles de una metrópolis que no está hecha para caminar. Una de sus primeras compras es el libro Calle de dirección única, de Walter Benjamin, y en esa elección hay una clara contraseña: el único modo de moverse por la ciudad moderna es fragmentar­io, como si transitára­mos por un puzzle o un mapa roto. Luego, una sentencia de una guía turística confirma que el sentido de la ciudad es imposible de capturar: “Los Ángeles no es como ninguna ciudad que hayas conocido antes. De hecho, la clave para entenderla y apreciarla está en olvidarse de que se trata de una ciudad”.

Con las advertenci­as debidament­e presentada­s, Vidal se refugia por momentos en una oficina en el subsuelo de la Universida­d donde fue a estudiar. En este punto la novela trabaja con otro eje de sentido, que es lo que podríamos llamar, en términos amplios, la cuestión académica. Por un lado, esa diferencia entre el adentro (la oficina) y el afuera (las calles que son autopistas) pone de manifiesto la artificial­idad de los campus estadounid­ense, cuya búsqueda imposible es la de interrumpi­r la experienci­a, volverse espacios asépticos (por eso es tan fuerte cuando alguien entra a los tiros). Al mismo tiempo, la autora-narradora parece desplegar una lucha interna por alcanzar un tono de escritura que no sea excesivame­nte académico ni puramente vital. Una mezcla. Algún lugar es también el producto de ese cruce.

Dividido en tres partes, que son tres grandes locaciones (L.A., Río de Janeiro y Buenos Aires), Algún lugar es también un ensayo en primera persona sobre cómo moverse entre lenguas. El portugués es su primera lengua pero ella viaja al país del inglés a dar clases de español. La lengua es algo que no está ahí, es el verdadero lugar del libro, un lugar corrido, desplazado: un blanco móvil. Cuando está en Estados Unidos, sueña con Brasil (sueña en portugués, diríamos). Y el libro termina en Buenos Aires, la ciudad de su madre, la ciudad nonata de su lengua materna.

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ALGÚN LUGAR Paloma Vidal Dakota Traducción: Mario Cámara154 págs.

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