Revista Ñ

La arquitectu­ra musical del sueño, por Jorge Luis Fernández

Julián Galay aborda en una obra multidisci­plinaria en el CETC la relación entre tiempo, luz, sonido y espacios.

- JORGE LUIS FERNÁNDEZ

Entre sus varios proyectos, como el colectivo Ensamble Chancho a Cuerda, hay uno que el artista y músico Julián Galay cuida con especial cariño, similar al de los coleccioni­stas. Esa tarea que obsesiona a Galay es la construcci­ón de pequeños escenarios a escala, lugares que atesora porque allí sus sueños se vuelven realidad. Su carrera como arquitecto onírico empezó con TODO, una instalació­n de grandes proporcion­es que se inauguró en 2015 en el CCK. Siguió con La estructura inerte, un proyecto algo más intimista que pudo apreciarse el año pasado en cheLA. Y ahora, como parte de la programaci­ón del CETC (Centro de Experiment­ación del Teatro Colón), Galay presenta Casa, una obra narrativa, multimedia, que el artista define como la síntesis de sus trabajos previos.

“Es una obra escénica, que tiene principio y fin. Dura una hora y tiene la lógica de una película”, cuenta Galay. “En eso es tradiciona­l. Pero la escenograf­ía son objetos. La gente va a estar sentada y va a ver tres vitrinas de 60 x 60 x 1,80. Detrás habrá una pantalla de 12 metros, negra, traslúcida, en la que se ocultarán cinco músicos. Las vitrinas van a estar siendo filmadas por una cámara, y esa filmación se va a proyectar en toda la pantalla de atrás.” Cada una de las tres vitrinas contiene una maqueta y correspond­e a un movimiento de la obra. El artista cuenta que en cada maqueta suceden pequeños eventos. Llueve, hay viento, hay humo, cae nieve. Hay bosques en miniatura, agua que vibra. La cámara registra esa diminuta actividad y la proyecta sobre la pantalla a escala real. En el primer movimiento, una cámara filma a la primera vitrina y proyecta sobre la pantalla negra. En el segundo movimiento la cámara filma a la segunda pecera, en el tercero a la tercera, y en el cuarto movimiento la cámara filma la superposic­ión de las tres peceras. En la pantalla también se proyectan textos, y cuando la cámara filma desde otra posición se verá a trasluz a los músicos.

“Hay una figura poética muy fuerte, que son esas imágenes terribles pero que tienen una belleza extraña: los accidentes naturales”, dice Galay. “En las maquetas se van a generar situacione­s como un terremoto, y de hecho para armar las partituras tuve que trabajar con sismógrafo­s y distintos tipos de vibracione­s.” La partitura de Casa son diagramas que Galay aplica para los diversos niveles de esta obra multidisci­plinaria. “La pieza trabaja con cinco parámetros: la música, la palabra hablada, el texto escrito, las imágenes y la luz. En el caso de la música, cuando hice ese dibujo todo el tiempo iba poniendo una hoja pentagrama­da atrás, aprovechan­do que es una hoja de calcar, y entonces fui escribiend­o el pentagrama. Los textos tienen algo del mundo de lo onírico, junto a citas de autores sobre la historia.”

La narración estará a cargo de la música y cantante Bárbara Togander, cuya voz en off sería, según Galay, “como el fuera de campo. Ella lee textos y la obra juega con una progresiva pérdida del lenguaje.” Sin bien Galay es el director y compositor, su intención es que la obra sea el resultado de la participac­ión de las veinte personas que lo acompañan. “Lo que intenté fue la composició­n de una obra holística, que sea un montaje pero dé también lugar a la gente de mi equipo”, dice.

“Los músicos tienen instrument­os creados por Javier Bustos, junto a instrument­os modificado­s como violín, viola, chelo, contrabajo, percusión y diversos instrument­os de viento. Javier también altera electrónic­amente a los demás músicos. Por ejemplo, el violín entra por su micrófono y él genera un filtro”. Pero mientras Galay busca el trabajo colectivo, el concepto de su obra es fuertement­e personal. “En una casa existe la polifonía”, explica aludiendo al nombre de la instalació­n. “Uno está solo y suena todo lo que existe alrededor. Y hay algo de ese espacio y esa polifonía que me interesa bastante. Hay algo importante en la obra que es la presencia de la ausencia. Ese ambiente despojado está muy relacionad­o con el mundo de los sueños, que tiene sus propias reglas. La idea es que el espectador pueda entrar en una especie de hipnosis, de trance, de mundo paralelo como ocurre en el cine cuando queda la sala a oscuras.”

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MARIANA SISSIA Poética. La partitura de “Casa” son diagramas que Galay aplica para los diversos niveles de esta obra multidisci­plinaria.

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