Nuevo remix para releer la poesía argentina
Una original colección de versos nacionales -de la época de la colonia al presente- propone redescubrirlos temáticamente: amor, trabajo, violencia, etc.
Supongamos que, como hacen muchos municipios, el distrito argentino de la poesía mundial celebrara un concurso con el tema “Trabajo” y compitieran, entre otros, Washington Cucurto, Evaristo Carriego, Leónidas Lamborghini y Silvia Fernández. “El taller la enfermó, y así, vencida/ en plena juventud, quizá no sabe/ de una hermosa esperanza que acaricie/ sus largos sufrimientos de incurable”, escribiría Carriego; “Deja que zurza las medias,/ Musa mía,/ deja que tome sus puntos.../ Cual un diablillo me asedias...”, respondería Fernández; pero Cucurto tal vez retrucaría polémico, “Mi prosa y mi pija son lo mejor que tengo (…) Ropa, comida, techo, casa, trabajo, vivienda/ eso quiero asegurarle a mi familia, lo mismo que pide/ el Subcomandante Marcos”, y Leónidas cerraría el coloquio con un “me voy/ a descular hormigas/ buscando la estabilidad/ el sueldo por convenios/ un horario que corra/ ore- mus/ jubilación y vacaciones pagas”. Entonces, en lugar de resolver un ganador, se abriría la posibilidad de ensayar un diálogo extemporáneo para oír qué se dicen uno a otro.
La Antología temática de la poesía argentina, de Luciana Del Gizzo y Facundo Ruiz, hace el recorrido inverso de ese hipotético concurso municipal pero llega a un resultado parecido: sobre la masa polimorfa y prácticamente inabarcable de la poesía nacional, resuelve un conjunto de tópicos recurrentes y recorta. A partir de una asociación temática, poemas que antes circulaban por tradiciones, escuelas y bibliografías más o menos fijas son puestos a jugar un juego nuevo. La “precaria contingencia del tema”, como prologa Américo Cristófalo, persigue generar un efecto de lectura “sustantivamente distinto al de la serie autoral”. De hecho, la Antología exilia el nombre propio de las y los autores al final de cada poeforman ma, en una letra menor, junto a su libro de pertenencia y año de publicación. Esta decisión editorial favorece la independencia de los textos (independencia relativa respecto de los preconceptos de cada lector) y da mayor protagonismo a las inflexiones particulares del poema, sus ritmos y texturas, y a los nuevos sentidos que produce la serie.
El trabajo de selección se evidencia arduo y comprometido (cabe destacar el espacio generoso y necesario que se le da a poéticas contemporáneas, así como el rescate de poesías populares provenientes del folclore y el tango). Los temas que la con- se enuncian con precisión al mismo tiempo que se prestan a la polisemia (“Amor”, “Política”, “La tierra y el río”, “Idiomas argentinos”, “Exilios, recorridos”, “Trabajo”, “Traducciones”, “Geografías”, “Violencia”, “Ciudad, ciudades: centro y barrios”, “Poéticas” y “Figuras existenciales”), en un doble gesto de delimitación y apertura que garantice la sintonía fina del tópico que cose los poemas y la ilusión de que “entre todo”.
Esa imposibilidad, que caracteriza a toda antología, encuentra una solución en el juego de las representaciones; teatrales, por la puesta en escena de una voz que conversa con otras, pero también en el sentido de representación política, en cuanto un poema aparece como referente de una época, estética o corriente literaria. El capítulo “Poéticas” es el núcleo para una lectura que se interese por la rosca literaria. Desde la mímesis espiritual de la poesía en donde Lugones canta “ruiseñor fui yo una vez” hasta el “Plan Nacional de Alfabetización” de Martín Rodríguez, se puede leer un amplio arco de definiciones poéticas que fricciona la lírica con el romanticismo, la metafísica borgeana con el materialismo objetivista, la poesía social con el surrealismo. Un debate de locos, pero elocuente, en donde, en definitiva, el poema es el que mejor argumenta.