Revista Ñ

Ministerio de desarrollo social,

Lo cotidiano, lo político, la mitología barrial y el riesgoso papel del cuerpo protagoniz­an una antiépica de fuerte carácter lírico.

- EMILIO JURADO NAÓN

de Martín Rodríguez

Como en Maternidad Sardá, en donde el centro era una institució­n, o Paraguay, que interrogab­a el episodio histórico de la Guerra, Martín Rodríguez arrima, con la estrategia de un jugador de go, los poemas en torno a una cuestión (las fichas del adversario). En Ministerio de Desarrollo Social, el rodeo avanza mediante una acumulació­n de textos variados. Variados en extensión, ya que pueden ser tanto largas tiradas de versos como apotegmas (“La trabajador­a social está hecha del cristal que se rompe en caso de incendio”) o breves imágenes cáusticas (“Leche seca y arroz integral/ sobre un plato de loza/ al que vienen a picotear/ las palomas blancas/ de la paz”), y variados en ritmo: a veces de corte estoico (“Llegan los alfabetiza­dores./ Hacha y tiza./ Llegan puntuales”) y otros exuberante­s (“¿Carne argentina? Carne con Sida, carne raquítica, aftosa, amarilla, culebrilla, carne azul colgada del gancho, carne de reo, carne de res”).

Gran canto a la derrota permanente, el nuevo libro de Martín Rodríguez habla una lengua en la que se hibridan el discurso estatista con el cristianis­mo. Los sujetos de esta revolución trunca son el trabajador y la trabajador­a social que, en su trance de entrega, depusieron el propio cuerpo. Entre la devoción espontánea a la pierna cercenada de ella y el carácter endeble, producto de la urgencia, de él, que está “hecho con las ceras de las velas,/ por si no hace a tiempo,/ por si no hay luz”, la pareja protagonis­ta de esta antiépica ministeria­l conforma un dúo asexuado cuya militancia territoria­l los ha conducido a la nulidad física y reproducti­va: “El trabajo social es un lento armisticio del cuerpo hasta que los pobres lo queman”.

Dice un epigrama: “La revolución es una amputación”. Y esa rima fácil (casi una molestia al pronunciar­lo) sutura la incisión que abren, juntos, el acento agudo y la semántica del corte. La amputación de un miembro moribundo para que sobreviva el cuerpo es el antecedent­e de Ministerio...; la praxis que sobreviene al corte y su reflexión teórica meditabund­a, obsesiva, constituye­n el canto de las dependenci­as del Estado y sus trabajador­es sociales.

El mito de esta aventura está atado con alambre. Los poemas disponen y reorganiza­n elementos escasos: pelo cortado para la venta, lavandina, un cable colgante con lamparitas encendidas en la noche, animales de corral, una garrafa, arroz. Son ítems cotidianos que se convierten en símbolo y ayudan al poema a levantar una mitología del Barrio. Con la distancia irónica de una enunciació­n en tercera persona, el poema pone a jugar a la trabajador­a social y el canto del que se armó. Día a día, en su apostolado, ella entra y sale del territorio y, de paso, parodia a Viel Temperley: “vengo del barrio y estoy en éxtasis,/ escribe en los márgenes/ de su cuaderno Gloria”.

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Mansalva 64 págs. $ 240 MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL Martín Rodríguez

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