Los pasados posibles
“¿Qué habría pasado si esto y aquello no hubiera tenido lugar…?” ¿Quién no se ha planteado esta pregunta? Ella parece hoy en día adornada con todas las galas de la novedad. Desde hace algunos años, cada verano ve florecer su ramo de ucronías: libros, bandas animadas, filmes, “series del verano”, diarios y revistas nacionales y juegos de video. ¿Y si la nariz de Cleopatra hubiera sido más corta? ¿Y si Napoleón hubiera ganado la batalla de Waterloo? ¿Y si Hitler hubiera ganado la guerra? Estas preguntas revelan muchos títulos pegadizos en los escaparates de librerías y kioscos: Los Cien errores de la historia, El día en el que la historia cambió, Los grandes puntos de inflexión de la historia… Masivo, el fenómeno es paradojalmente poco abordado por los investigadores que lo consideran como simple entretenimiento.
La invitación a recorrer el universo de los posibles del pasado no es del todo original, y la posición de los historiadores respecto a este tema parece clausurada. El especialista del siglo XIX Guillaume Bertier de Sauvigny relataba en 1980, en un boletín dedicado a la historiografía de la revolución de 1830, “una charla que él dio en circunstancias que exigían un tono medio serio medio divertido. Bajo un título insólito, se trata de una incursión en el peligroso dominio de la historia conjetural. El examen de diversos escenarios posibles muestra que en más de una coyuntura los acontecimientos habrían podido tomar un camino diferente”. “Dominio peligroso de la historia conjetural”… La expresión muestra bien la desconfianza de los especialistas frente a cuestiones contrafactuales. Como causa: estas incursiones avanzan fuera del dominio de la historia, el de los hechos del pasado, y no implican el uso de fuentes, a través de las cuales se construye exclusivamente el conocimiento de las sociedades pasadas. Estas ficciones entretenidas son inútiles, se entiende el motivo.
La cuestión no puede ser tan sencilla. La aparición a partir de fines de los años 90 de obras anglófonas reivindicando una counterfactual history o virtual history, y principalmente esta última, convertida en célebre por el historiador Niall Ferguson, vino a quebrar este consenso aparente.
Estos libros suscitaron cierto fervor mediático; algunos fueron muy exitosos, reanimando el debate académico, aunque los investigadores franceses hayan sido generalmente indiferentes al respecto.