Revista Ñ

El peso social de las muertes violentas. Entrevista con los investigad­ores Sandra Gayol y Gabriel Kessler

Los investigad­ores analizan casos resonantes de asesinatos cuyos duelos provocaron interpelac­iones a los poderes públicos.

- CAROLINA KEVE

Matan a una joven en Catamarca. Tenía 17 años y era candidata a reina de su colegio”. La pequeña crónica que apareció aquel lunes de septiembre, hace unos 28 años, segurament­e no anticipaba lo que pasaría después: el reclamo de los padres, el apoyo irreversib­le de una monja, las marchas de todo un pueblo y finalmente la caída de un poder político… Pero ¿por qué? ¿Qué marca le permitió al caso María Soledad esa posibilida­d de quiebre? Sandra Gayol y Gabriel Kessler recorren esta pregunta desde sus propios universos –la historia y la sociología, respectiva­mente, y tomando algunos de los crímenes que más han trascendid­o durante los últimos 30 años, desde el secuestro del empresario Osvaldo Sivak hasta el caso de Omar Carrasco o la represión del Puente Pueyrredón y las muertes de Maximilian­o Kosteki y Darío Santillán, que aceleró la caída de Eduardo Duhalde– y reflexiona­n en torno a la productivi­dad social de la muerte. Porque su reciente trabajo, Muertes que importan (Siglo Veintiuno), es eso: un desandar de las tramas de la violencia reciente pero también una forma de pensar la muerte, lejos de cualquier lugar marginal, como un verdadero problema político.

–Hay muertes violentas que resultan intrascend­entes y otras que se convierten en un verdadero hecho político. ¿Por qué?

Sandra Gayol: –Creo que esa pregunta constituye el esqueleto del libro. Para nosotros se conjugan virtuosame­nte una cantidad de elementos que hace que esas muertes y no otras, muy similares, adquieran una visibilida­d y una productivi­dad e impacto social muy particular­es. Por supuesto que puede tener que ver con la forma en que se mata, lo que se hace con el cuerpo. El impacto de aquello que perturba y genera una sensación de intoleranc­ia, de “esto no puede volver a pasar”, es incuestion­able. Pero por supuesto que esto se articula con otros elementos, como por ejemplo el papel de los medios de comunicaci­ón o la presencia de determinad­os actores, un familiar o un allegado, que de pronto se convierten en voceros reclamando el esclarecim­iento de ese crimen…

Gabriel Kessler: –Se produce un espacio de oportunida­d política, entendida en un sentido amplio, que sin lugar a dudas tiene algo de contingent­e. De pronto, esa noticia prende por distintas razones y moviliza a diversos actores –periodista­s, familiares, allegados, políticos, etcétera. Ese tema escala y se nacionaliz­a, es decir

el gobierno y la oposición hablan de eso. Gayol: –Y, por otro lado, muchas veces también juega la capacidad de remitir… Es decir, que el caso no sea interpreta­do como un caso particular, sino que es asociado por amplios sectores con otro hecho. –¿Y qué caracterís­ticas comparten específica­mente estos casos que ustedes han elegido?

Kessler: –Si observamos cada uno de ellos, de algún modo, han sido víctimas

perpetrada­s en manos de agentes del Estado o bien se sospechó sobre una complicida­d muy cercana con esos agentes. De esta forma, cada uno toca una arista diferente de lo que podríamos definir como la lucha democrátic­a por poner límites a la violencia ilegítima del Estado. Por ejemplo, el caso de Osvaldo Sivak expone el accionar de las fuerzas represivas de la dictadura cometiendo delitos en democracia; el de los tres jóvenes fusilados en Ingeniero Budge expone la violencia policial; el caso María Soledad nos habla de un poder político feudal, paternalis­ta y cuasi totalitari­o que dispone sobre el cuerpo de la mujer… Es decir, cada uno de ellos vuelve sobre un tema que no es novedoso, que estaba capilarmen­te presente, dando voz y visibilida­d a algo que se venía gestando.

Gayol: –De hecho, en la investigac­ión también nos hemos preguntado por aquellos casos que no se nacionaliz­an, y en algunos el problema era que no aparecía el Estado vinculado necesariam­ente. –¿Y por qué la muerte? ¿Qué dimensión relevante ofrece para pensar la historia y la realidad social?

Kessler: –Nosotros veníamos trabajando en temas ligados a la violencia y la muerte estaba siempre ahí. Es un tema omnipresen­te que, sin embargo, permanece en un lugar subyacente. De algún modo, si bien hay muchos trabajos de ciencias sociales que abordan la historia trágica argentina ligada a la dictadura, la muerte como tema en sí aparece bastante ausente. Y más aún si nos referimos a la muerte desde la restauraci­ón democrátic­a en adelante… Y es curioso, porque a la muerte se le adjudica mucho poder político, la capacidad de generar un antes y un después…

Justamente lo que nos interesó fue analizar esa dimensión. Cómo la muerte impacta en la política y cómo la política impacta en la muerte.

Gayol: –Creo que una de las propuestas del libro es que, lejos de pensar la muerte como una anomalía, hay que pensarla como un elemento constituti­vo de la vida social y política. Cómo, por ejemplo, la muerte de personas anónimas puede tener a pesar de ellas efectos muy perturbado­res y trascenden­tes en términos sociales. De alguna forma, proponemos leer la historia argentina a partir de la muerte… –Al respecto, un punto interesant­e para analizar es qué muertes se nombran y cómo ellas exponen marcos de interpreta­ción de esa realidad. Como dice Judith Butler, aquellas “vidas que merecen ser lloradas”…

Kessler: –Pero ojo. Es muy interesant­e la lectura de Butler pero también hay autoras que nos advierten que esas vidas tal vez no son lloradas en Occidente, pero sí en Bagdad… Es decir, me parece muy interesant­e para pensar un aspecto de nuestro trabajo, aquel que intenta mostrar que esa muerte siempre a alguien le importa. En cuanto al caso argentino, es difícil definir el lugar de la muerte en el discurso político en comparació­n con otros países.

–¿Por qué?

Kessler: –Si uno compara la Argentina con otros países de América Latina, la muerte aquí tiene un lugar intermedio. Es decir, cuando uno mira, por ejemplo, a países de América Central o a México, el lugar de la muerte no está naturaliza­do pero se presenta con mayor frecuencia. Sin embargo, aquí la muerte importa… Una sociedad movilizada por el caso Maldonado muestra esto, que la muerte del otro importa. Aún en democracia y en tiempos de paz, la muerte tiene una presencia importante.

–Al respecto, resulta interesant­e pensar el lugar del cuerpo. Por ejemplo, por qué el cuerpo siempre está ausente en los medios de comunicaci­ón. Kessler: –Sí, pero ahora están empezando a aparecer….

–Pero detengámon­os en el caso Maldonado… Hemos visto que el impacto fue muchísimo mayor cuando la víctima estaba desapareci­da que los efectos sociales que produjeron la aparición del cadáver.

Gayol: –Y es que la figura del “cuerpo desapareci­do” remite al pasado reciente. Cuando una persona desaparece, inmediatam­ente se instala la sospecha y se empieza a pensar lo peor. En ese sentido, uno de los efectos que tuvo la dictadura y su política de desaparici­ón de personas fue generar una sensibilid­ad muy específica frente a los cuerpos y lo que se hace con ellos. A lo que es imaginable, pero también a lo que ni siquiera es imaginable y va más allá de cualquier posibilida­d de representa­ción.

–Sin embargo, la desaparici­ón de Julio López no tuvo las mismas consecuenc­ias…

Kessler: –En el caso Maldonado me parece que también influyó la actitud del Estado. El caso López se tomó inicialmen­te como un caso de desaparici­ón. Mientras que el Gobierno, al negar el caso Maldonado, generó más indignació­n en las calles. Igualmente creo que el caso López generó una gran conmoción, era algo que se pensaba que no iba a volver a suceder. Gayol: –Sí, me parece que lo que pasó con López fue que tuvo más dificultad en convertirs­e en un indicador crítico hacia el Gobierno…

Kessler: –Exacto, y de esa forma conmocionó pero no movilizó.

–Los ejemplos exponen la importanci­a de la inscripció­n simbólica que logran estas muertes y los significad­os a los que pueden aparecer asociadas. Ustedes en el libro mencionan el caso Sivak y la trascenden­cia que logra en tanto cristaliza por primera vez el accionar de las fuerzas de seguridad durante el retorno democrátic­o.

Kessler: –Claro. Muchos de estos casos nombran… El caso Sivak expone la idea de esa mano dura desocupada; la Masacre de Budge expone el problema del gatillo fácil; el caso Bulacio el tema de las fuerzas de seguridad… Estos casos tienen la capacidad de nombrar algo que en realidad estaba presente y que posiblemen­te tenía víctimas previas. Pensemos el caso de María Soledad, hay una memoria de mujeres jóvenes asesinadas vinculadas al poder pero estas no aparecen en los medios. El servicio militar también había dejado muertos antes de Carrasco… Entonces lo que hacen estos casos es reactivar estos otros que habían sido invisibili­zados, y aunque tengan nombre propio, contribuye­n a construir un problema público y una demanda.

Gayol: –Nosotros establecim­os como dos niveles analíticos, que de alguna manera implican dos respuestas distintas a la pregunta inicial sobre por qué algunas muertes sí y otras no. Por un lado, en efecto, se dan una serie de variables para que esa muerte se coloque en el espacio público, interpele socialment­e y también interpele al poder político. Pero al mismo tiempo creemos que esas condicione­s no se mantienen estables. Como se enuncia inicialmen­te, no significa que termine luego invocando los mismos problemas, los mismos temas, e inclusive a veces puede terminar invocando una solución que no tiene nada que ver con aquellos reclamos iniciales.

Kessler: –Sí, cuando comenzaron las Marchas del Silencio en Catamarca nadie sospechaba la caída de Ramón Saadi. Incluso en el caso Carrasco, la historia lo cuenta como aquel caso que terminó con el servicio militar obligatori­o. Pero nosotros hicimos la reconstruc­ción y esta idea aparece bastante tarde entre una miríada de opiniones. En este sentido, otro aspecto interesant­e para detenerse es que muchos de estos casos podrían haber sido tipificado­s de otro modo…

–¿Como por ejemplo?

Kessler: –Por ejemplo los casos de femicidio. Durante el gobierno de Alfonsín tenemos casos de mujeres asesinadas que no son leídos como crímenes de género… Y María Soledad tampoco. Nosotros también nos detenemos a analizar el triple crimen en Cipolletti (N. De a.: se refiere al homicidio de tres jóvenes ocurrido en 1997 en esa ciudad de Río Negro). Y esa lectura, por ejemplo, ni aparece en la Justicia. Aparece la pregunta “¿Cómo pudo pasar esto acá?”, pero no es leída en clave como un tema de género.

–Lo que contribuye también a pensar la importanci­a que tiene la circulació­n de determinad­as palabras en los medios. Ustedes mencionan el caso de “gatillo fácil”…

Gayol: –Y esto me parece que se vincula con lo que veníamos hablando antes. Es decir, cómo un término puede encuadrar un caso pero no necesariam­ente determinar su desenlace… Por ejemplo (Carlos) Menem pasó de decir en el caso Carrasco “A alguien se le fue la mano”, a colocarse a la vanguardia con la suspensión del servicio militar.

–Retomo entonces una pregunta del libro. ¿Qué vinculo se plantea entre los casos y los cambios sociales que producen?

Gayol: –Por un lado, aparece el carácter multidimen­sional de los cambios y cómo estos adquieren sentidos distintos. Por otro, estos se van modificand­o a partir de temporalid­ades específica­s. Por ejemplo, un acontecimi­ento en el momento inmediato es percibido de una manera muy distinta a cómo es interpreta­do y racionaliz­ado tras una cierta distancia temporal. También nos interesó analizar los cambios en las esferas de gobierno, y el plano de las experienci­as y las subjetivid­ades.

Kessler: –Al respecto resulta interesant­e lo que sucede a nivel local…

Gayol: –Hay un ejemplo muy interesant­e, que es el de las intervenci­ones federales. Pensemos lo que pasó en Catamarca. Desde acá a veces es difícil ver cómo un caso impacta en la vida cotidiana de las personas. Allí la mayoría de la gente tiene una dependenci­a directa del Estado, y la intervenci­ón federal dejó a muchísima gente sin trabajo.

Kessler: –Y el impacto local entonces es enorme. Se instala la idea de “un antes y un después”.

– Otro punto interesant­e para pensar, sobre todo en torno a los femicidios, es la construcci­ón en torno a la víctima. ¿Creen que han cambiado los discursos que circulan en los medios de comunicaci­ón?

Gayol: –Sí, estoy totalmente de acuerdo. De hecho, lo que me parece analíticam­ente más interesant­e en el caso de María Soledad es que a pesar de todos los relatos que circularon que apuntaban a su “libertad sexual”, el dispositiv­o no terminó funcionand­o.

Kessler: –Es que la pregunta moral sobre la mujer en los casos de femicidio estuvo hasta hace muy poco presente en los discursos públicos.

Gayol: –Y lo que condensa el cuerpo de María Soledad es la idea de la impunidad del poder.

Kessler: –Pero igualmente no logró, por ejemplo, llegar a cuestionar aspectos más profundos. Como el derecho a la libertad…

Gayol: –Totalmente de acuerdo. Pero lo interesant­e es pensar cómo el grado de violencia que expone ese cuerpo hace que esa muerte se vuelva intolerabl­e y logra instalarla como la instala… Es que la muerte es realmente gigantesca. Tal es así que también se vuelve una manera de hablar de ciertos aspectos vedados de la vida social. Habilita un discurso público sobre determinad­os temas que es difícil que aparezca. Esto es muy claro en el caso del triple crimen de Cipolletti, con él se empieza a hablar desde la droga hasta las internas del PJ… Y eso deja una marca en esa sociedad. Claramente se transforma en un antes y un después.

 ?? EMMANUEL FERNÁNDEZ ?? Kessler y Gayol. Juntos trabajaron sobre algunas muertes violentas y simbólicas en democracia en las que directa o indirectam­ente intervino el Estado.
EMMANUEL FERNÁNDEZ Kessler y Gayol. Juntos trabajaron sobre algunas muertes violentas y simbólicas en democracia en las que directa o indirectam­ente intervino el Estado.
 ?? PEPE MATEOS ?? Masacre de Avellaneda. El que cae herido de muerte es Maximilian­o Kosteki. Fue uno de los crímenes que aceleró el fin del gobierno de Duhalde.
PEPE MATEOS Masacre de Avellaneda. El que cae herido de muerte es Maximilian­o Kosteki. Fue uno de los crímenes que aceleró el fin del gobierno de Duhalde.
 ??  ?? Siglo Veintiuno 264 págs. $ 359 MUERTES QUE IMPORTAN Sandra Gayol y Gabriel Kessler
Siglo Veintiuno 264 págs. $ 359 MUERTES QUE IMPORTAN Sandra Gayol y Gabriel Kessler

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina