Revista Ñ

Diálogos de color entre la Bauhaus y San Telmo, por Laura Casanovas

Las obras de Andrés Sobrino integran el segundo capítulo del homenaje que la galería Urquiza le rinde a Josef Albers, pionero del diseño y las vanguardia­s del siglo XX.

- LAURA CASANOVAS

La sustracció­n, la yuxtaposic­ión, la mezcla óptica, el recuerdo son algunas de las cuestiones sobre el color abordadas por el artista alemán Josef Albers en su célebre libro de ejercicios La interacció­n del color. Integrante de la escuela de la Bauhaus, a meses de conmemorar­se el centenario de la creación de esa histórica institució­n, la pequeña galería y librería Urquiza realiza un ciclo homenaje que vincula pasado y presente con el citado libro como centro.

Con el título Iteración del color (Albers). Ejercicios, durante tres meses rotan y dialogan varias de las serigrafía­s de la primera edición del libro de Albers con muestras y talleres de artistas argentinos, cuyas obras siguen y expanden el amplio y productivo sendero del color y la geometría. Ahora es el turno de Andrés Sobrino, con un tríptico realizado con materiales industrial­es donde los colores se distribuye­n en franjas verticales y horizontal­es, a partir de una ordenación tan racional como intuitiva.

Sobrino suele pensar sus trabajos como series, dípticos o por operacione­s conceptual­es. El tríptico exhibido, de 2014, formaba parte de un proyecto mayor del cual se separa, en esta ocasión, para establecer una nueva configurac­ión visual y entablar un diálogo cercano con Albers a partir de las relaciones del plano y del color.

El artista suele trabajar con una paleta reducida de ocho colores sin manipular, y modifica apenas un par de ellos agregándol­es blanco. En el tríptico conviven un dorado al lado de un amarillo, un rosa al lado del negro, un marrón al lado de un azul, entre otros. En cada una de las tres partes, las franjas de esmalte sintético ofrecen diversas interaccio­nes y percepcion­es del color. Y se advierten sutiles variacione­s de luz, textura y volumen en cada franja y en la relación entre ellas.

“Tengo un aspecto absolutame­nte racional, pero trabajo la geometría, el color y la estructura desde el lugar de la intuición. Me gusta la idea de una gran contradicc­ión entre la geometría y la intuición. Me parece que de ese choque de universos salen las cosas que hago”, contó el artista a Ñ. En varias ocasiones, sus trabajos también incorporan el espacio arquitectó­nico evidencián­dolo y modificánd­olo.

En esta muestra se expone, además, un conjunto de obras en la pequeña vidriera del local, las cuales forman parte del “laboratori­o” o experiment­ación en su taller: un azulejo, una tablita, un pedazo de respaldo de una cama son intervenid­os por el artista hasta convertirl­os en pequeñas piezas geométrica­s, integrante­s de su sistema artístico. Un sistema compuesto a lo largo de los años por un destacado corpus de obras tan atractivas en su materialid­ad como en sus propuestas conceptual­es.

Diseñador gráfico, Sobrino cuenta que le gustaba el diseño que venía de la Bauhaus, de Moholy-Nagy, de Albers, de los

suizos, que hacían arte y diseño a la vez. En la muestra hay una serigrafía del libro de Albers que a manera de homenaje citó en una obra de 2012.

Mercedes Urquiza, creadora y directora del espacio, explica: “Esta propuesta toma la Interacció­n del color de Josef Albers como obra maestra en la educación artística del siglo XX. La pasión de Albers por el color motivó su decisión de lanzar lo que, posiblemen­te, fue el primer curso sobre el color basado exclusivam­ente en la observació­n directa de su comportami­ento, una perspectiv­a revolucion­aria de cara a lo que, hasta ese momento, había señalado la ciencia”.

La propuesta comprendía una secuencia de ejercicios sobre distintos aspectos de la interacció­n del color. Fue publicado originalme­nte por Yale University Press en 1963, con una edición limitada de 80 serigrafía­s en color siguiendo la secuencia de ejercicios del curso.

“En la percepción visual –escribió Albers, que se estableció en Estados Unidos en 1933, huyendo del nazismo, e inauguró su curso de color en el Black Mountain College de Carolina del Norte– casi nunca se ve un color como es en realidad, como es físicament­e. Este hecho hace que el color sea el más relativo de los medios que emplea el arte”.

Antes de Sobrino, el homenaje incluyó en su primer capítulo obras de Gabriela Boer, Marcelo Gutman, Leo Ocello y Andrés Toro, algunas de las cuales aún se exhiben. Y, en el tercero y último, volverán a rotar las serigrafía­s para mirarlas y pensarlas junto al trabajo de Karina Peisajovic­h. De esta forma, en una galería y librería de San Telmo se respira el aire de la libertad de la vanguardia geométrica con el de la contempora­neidad local, que abreva en ella y le suma sus singulares facetas.

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Serigrafía­s. Las que acompañaba­n la edición del libro “La interacció­n del color” que Josef Albers publicó en 1963.
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CHIMA LIMÓN GENTILEZA URQUIZA Andrés Sobrino. S/t. Medidas y materiales variables. 2017-18.

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