Series: La memoria de un país en una caja de juguetes. Acerca de The Toys That Made Us
“The Toys That Made Us” es un documental en ocho episodios sobre juguetes que marcaron a los estadounidenses, de Lego a Barbie.
Desde que hay humanidad hay juguetes. Significan mucho más de lo que parecen a simple vista, ya que el hombre los necesita para introyectar y proyectar todo aquello que dolorosamente va aprendiendo desde su infancia. Hoy muñecas, bolitas, bebotes y pelotas pasaron de moda respecto de los videojuegos y la Play; sin embargo, la industria del juguete no está dispuesta a bajar los brazos. Netflix tomó la antorcha y exhibió a fines de 2017 la serie de documentales The Toys That Made Us (Los juguetes que nos hicieron) compuesta por cuatro episodios y recientemente subió a su plataforma una segunda temporada con otros cuatro episodios.
El productor fue Brian Volk-Weiss, quien ya había trabajado en Netflix produciendo programas de comediantes como Aziz Anzari, Ali Wong y Bill Burr. La crítica catalogó a la serie como “dirigida a los nerds” , ya que el eje de los guiones fue contar cómo fue el negocio desde la idea hasta llegar a producir ese juguete que le quemó la cabeza a toda una generación. En ningún momento hay situaciones emocionales de niños con sus juguetes o de adultos nostálgicos recordando su infancia, ni testimonios de celebridades que hayan jugado con ellos; todo se remite a la historia y data de un producto, que muchas veces incluyó la mass media del cine, tal como con el merchandising de Star Wars –que abre la primera temporada– y de Star Trek, que abre la segunda. La docuserie está apenas sazonada con dramatizaciones cortitas –nada de excesos actorales como en las del ID Chanel con sus bizarros crímenes– y vienen a ilustrar algún relato en off. Por ejemplo, el del diseñador de juguetes Mark Taylor: cuando él era chico, se metió en un tren fantasma y el esqueleto lo asustó mucho; así fue como nació Skeletor, el enemigo de He-Man, protagonista del episodio.
No todos los juguetes sobre los que trabaja la docuserie fueron sensación en nuestro país, y ni siquiera atravesaron las generaciones como pudieron hacerlo en los Estados Unidos. De hecho, la docuserie habla de los chiches con que se formó su nación: si nos remitimos a las fechas, es de suponer que el propio presidente Donald Trump en su infancia jugó con los Lego creados en 1949 (tercer episodio de la segunda temporada) y que la gran candidata Hillary Clinton a sus diez o doce años lo hizo con las primeras Barbies, lanzadas al mercado poco después de 1959 (segundo episodio de la primera temporada). Barbie, la gran creación de Ruth Handler y el caballito de batalla de Mattel Co., según cuenta el documental, nació inspirada en Lilli, una caricatura alemana del diario Bild Zeitung, una muchachita sexy que se acostaba con los hombres por dinero. Así como estaba era muy inapropiada como juguete para las niñas estadounidenses y pasó mucha agua bajo el puente hasta convertirse en lo que es hoy. Sin embargo, cuando la primera Barbie pisó el mercado, fue resistida –¿podían las niñas jugar con muñecas que tuvieran pechos?– y considerada un producto feminista más o menos hasta los años 80. Barbie tuvo profesiones inimaginables para las mujeres de su época: ¡Barbie hasta fue astronauta!, y eso la convirtió en un estímulo para que las niñas ansiaran otro destino que el ser la mamá de un bebote. Muchos cambios físicos vivió la muñeca a lo largo de sus 60 años de historia: perdió pezones, perdió tamaño en los pechos, ganó peso –como la Barbie Curvy–; tuvo competidoras, y las Bratz, en la década de 2000, hicieron tambalear su imperio. Que Barbie sea una muñeca tan singular y que haya significado tanto para las niñas, hoy mujeres de Occidente, no le pasó por alto a la plataforma Hulu, que en mayo también subió el documental Espaldas diminutas: repensando a Barbie.
El último episodio de la segunda temporada está dedicado a un juguete tan instalado en la cultura pop que ya nadie se pregunta por él: Hello Kitty, la gatita blanca, dos ojos, seis bigotes, nariz amarilla y nada de hocico. Fue creada por la compañía japonesa Sanrio en 1974, que descubrió que con ponerle unas frutillas pintadas a cualquier objeto que vendieran (tazas, sillas, pantuflas), vendían muchos más, y ni que decir si le agregaban una gatita blanca. La fortuna de Sanrio cotiza en bolsa hoy día y está anunciado el primer largometraje de Kitty para el año que viene. De toda la docuserie, es el único juguete no estadounidense. Imposible que luego de ver las dos temporadas el espectador argentino no anhele una serie que hable de aquellos juguetes que aquí hicieron su historia, como la Marilú creada por Alicia Larguía en 1932 o hasta las Valijitas Juliana que fabricó la familia Bircz allá por los 80.