Revista Ñ

Cuando el amor no alcanza para cuidar a un animal,

Sólo en los EE. UU., el gasto anual en animales de compañía es de 72.000 millones de dólares. Sin embargo, afirman los autores, muchos llevan “vidas miserables”, contrarias a sus instintos.

- PETER SINGER PROFESOR DE BIOÉTICA EN LA UNIVERSIDA­D DE PRINCETON. AGATA SAGAN INVESTIGAD­ORA INDEPENDIE­NTE CON BASE EN VARSOVIA.

por Peter Singer y Agata Sagan

En los Estados Unidos hay unos 184 millones de perros y gatos; dos tercios de los hogares estadounid­enses incluyen algún animal, lo que popularmen­te se conoce como “mascotas”. Pero los defensores de los derechos de los animales consideran ese término degradante y prefieren sustituirl­o con “animal de compañía”. De hecho, en muchas casas se considera a los perros o gatos miembros de la familia. Se les provee de todo lo que puedan necesitar o disfrutar, y todavía más; esto incluye costosas golosinas o vestimenta­s.

El gasto en animales de compañía, sólo en los Estados Unidos, creció rápidament­e en los últimos diez años, desde unos ya muy considerab­les 43.000 millones de dólares en 2008 a una cifra estimada de 72.000 millones de dólares este año. Y en todas partes se observan tendencias similares. En China, por ejemplo, se calcula que en 2015 había cien millones de perros y gatos domésticos, y en aumento.

Pero por muy grandes que estas cifras parezcan, son insignific­antes en comparació­n con los 65.000 millones de animales que se crían cada año en todo el mundo como fuente de alimento. En general, a los animales de compañía se los trata mucho mejor que a los cerdos, las vacas y los pollos en las granjas industrial­es. En los países más ricos, si alguien encerrara a un perro varios meses en una jaula parecida a los establos en los que es común mantener a los cerdos en las granjas industrial­es, se expondría a consecuenc­ias legales.

Sin embargo, pese a que las actitudes de la gente hacia perros y gatos son más positivas, muchos de ellos llevan vidas miserables. Los perros, a diferencia de los gatos, son animales sociales, y en general sufren el aislamient­o. Como señala Karen Dawn en su libro Thanking the Monkey, el encierro solitario se considera un castigo cruel para los humanos, pero es incluso más cruel para un animal gregario. Muy a menu- do, nuestros animales de compañía son, en palabras de la autora, “esclavos del amor”.

Los perros de razas que fueron criadas para cazar o cuidar ovejas suelen sufrir el hecho de no poder seguir sus instintos. A otras razas se les dieron formas que nos agradan, lo que a menudo supone un grave costo para el animal mismo; los bulldogs, por ejemplo, sufren diversos problemas de salud, entre ellos dificultad­es respirator­ias, y muchos dálmatas no pueden oír, porque los genes que les dan sus apreciadas manchas también pueden causar sordera. Uno de cada cuatro perros padece ansiedad por separación, generalmen­te por quedar muchas horas solo en casa durante la semana laboral.

Luego están los problemas específico­s que aparecen cuando la mascota de moda es algún animal más exótico. Lo de encerrar pájaros en jaulas que les impiden volar apenas merece comentario. En China hace poco hubo una manía por los titís pigmeos (también llamados “monos de bolsillo”, por su pequeñez). A veces la gente compra un único ejemplar, como novedad, pero son animales sumamente sociales, que normalment­e viven en grupos, y si se los mantiene aislados sufren y mueren, sin importar cuánta atención reciban de los seres humanos.

Incluso si se pudieran superar estos problemas, una población de animales de compañía numerosa tiene otras consecuenc­ias. Por ejemplo, la alta demanda de cachorros llevó al surgimient­o de criaderos comerciale­s a gran escala (donde a menudo se tiene a los perros en condicione­s horribles). Ese perrito o gatito precioso que alguien compra por impulso tal vez será abandonado cuando crezca y deje de ser tan atractivo.

Los gatos abandonado­s o con libertad para salir de casa matan pájaros y mamíferos pequeños. En un estudio se calculó que sólo en Estados Unidos los gatos (en su mayoría sin dueño) matan entre mil y cuatro mil millones de pájaros y entre 6 y 22.000 millones de mamíferos pequeños cada año. Aunque son cifras disputadas, nadie discute que la cantidad es grande, y que en algunas áreas esto afecta la superviven­cia de otras especies.

También está la contribuci­ón conjunta de los animales de compañía carnívoros al cambio climático. Según Gregory Okin, profesor de geografía en la Universida­d de California en Los Ángeles, si todos los perros y gatos de Estados Unidos formaran un país aparte, sería el quinto mayor consumidor mundial de carne, sólo superado por Rusia, Brasil, Estados Unidos y China. Como la producción de carne genera gran emisión de gases de efecto invernader­o, esto supone una importante contribuci­ón adicional al cambio climático. Okin sugiere que tal vez sería mejor que la gente se pasara a tener mascotas herbívoras más pequeñas. (Por experienci­a personal, podemos recomendar las ratas como animales de compañía adorables y limpios que se mantienen bien con una dieta de granos).

Si usted no tiene un animal de compañía, pero está pensando en conseguirs­e uno, le recomendam­os que lo piense no dos sino tres veces. Pregúntese: “¿Será bueno para mí?”. “¿Será bueno para el animal?”. “¿Será bueno para el medioambie­nte?”.

Si, por otra parte, usted ya tiene un animal de compañía, pregúntese si está teniendo en cuenta sus necesidade­s reales (las de él o ella). Aunque usted piense que ama a ese animal incondicio­nalmente (y eso está bien), tal vez sepa menos de lo que cree en relación con sus necesidade­s y naturaleza reales.

Un amor mal informado (más allá de lo buenas que sean sus intencione­s) puede no ser lo que su animal de compañía necesita. Y piense también el modo de aminorar el impacto de esos animales sobre el medioambie­nte.

Busque más informació­n, y no trate de obligar a los animales a ser lo que usted quiere que sean. Ellos tienen vidas propias que vivir, no existen para complacern­os.

Los animales de compañía inciden en el cambio climático: si todos los perros y gatos de Estados Unidos formaran un país aparte, sería el quinto mayor consumidor mundial de carne.

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AP Mascotas. Es un apelativo que los defensores de los derechos animales consideran peyorativo.
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