Revista Ñ

La reforma de los universita­rios libres.

La demanda de los alumnos cordobeses se extendió por el país y modernizó la universida­d. Aquí se reproduce un telegrama inédito entre Deodoro Roca y Ricardo Rojas.

- JUAN JOSÉ MENDOZA

Centenario de la Reforma Universita­ria

Estamos iniciando la revolución que el país y su civilizaci­ón esperaban. Córdoba es ya la ciudad más liberal del mundo. Al grito de ‘Córdoba libre’ se está formando la nueva conciencia de una nueva Argentina, acabando de borrar para siempre el recuerdo de la contrarrev­olución de mayo”. No son palabras de barricada, ni el extracto de un discurso de asamblea. Son palabras vertidas en un telegrama. Y continúan: “Buenos Aires si quiere que esta hora tenga repercusió­n americana y no remate en sacrificio estéril la heroicidad de estos nobles muchachos debe dar su grito más fuerte. Estamos rompiendo aquí las cadenas con que se quiere encadenar la libertad de las generacion­es actuales. Largo y fraternal abrazo, Deodoro Roca”. Así le escribe el dirigente reformista desde Córdoba el 18 de abril de 1918 a Ricardo Rojas. Son los años posteriore­s a la Ley SáenzPeña, que instituyó el voto universal y que llevó a Yrigoyen al poder. Son los años de la Gran Guerra de 1914-1918 y de la Revolución Rusa de 1917. Y todavía están frescos los acontecimi­entos de la Revolución Mexicana de 1910. En ese contexto el telegrama es una comunicaci­ón escrita al calor de los hechos. Pero es también un pedido de apoyo. Que Buenos Aires se pliegue rápido al tejido de redes que los reformista­s están tendiendo desde diciembre de 1917, cuando se desataron los conflictos. A Deodoro Roca es a quien se le adjudica la autoría del “Manifiesto de La juventud argentina de Córdoba a los Hombres Libres de Sud América”. El telegrama que le envía a Rojas corrobora la autoría, si no de todo el Manifiesto, sí de sus líneas iniciales. Las consonanci­as entre el telegrama y las primeras líneas del Manifiesto son notables: “Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. [...] La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta, porque aquí los tiranos se habían ensoberbec­ido y porque era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contrarrev­olucionari­os de Mayo”.

Una cronología

En diciembre de 1917 los estudiante­s de medicina empiezan las protestas por el cierre del internado del Hospital de Clínicas, encendiend­o así la primera chispa reformista, e iniciando una escalada de actos, asambleas, ocupación de facultades y manifestac­iones. Un poco antes, también en 1917, había nacido la Universida­d

Popular de Córdoba, institució­n de avanzada para la época, que promovía la educación entre obreros y sectores populares. La concepción del trabajo de “extensión” de la Universida­d Popular influirá de manera esencial en el ideario reformista. En medio de aquella alianza de fuerzas, entre enero y marzo de 1918 se suman otras facultades a las protestas. Y el 10 de marzo se crea el Comité Pro-Reforma, con el objeto de tejer alianzas con otras universida­des. El 31 de marzo se declara la Huelga General Estudianti­l. Y el 1° de abril se paralizan las facultades. El conflicto se nacionaliz­a y el 11 de ese mes se crea la Federación Universita­ria Argentina, presidida por Osvaldo Loudet, por entonces consejero directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA. En ese contexto de búsqueda del apoyo de Buenos Aires puede comprender­se el telegrama que el 18 de abril Deodoro Roca le envía a Rojas.

La labor de Rojas –desde 1913 al frente de la primera cátedra de Literatura Argentina del país– es señera para la época. Y marca el pulso de los nuevos tiempos, que, entre otras cosas, reclaman una nacionaliz­ación del conflicto primero e, inmediatam­ente, la constituci­ón del enfoque latinoamer­icanista que Rojas pregona. Rojas mantendrá una red de correspond­encia en diferentes latitudes, con universita­rios de Tucumán y La Plata, con grupos de intelectua­les de Santiago del Estero. Para comprender mejor la onda expansiva de la Reforma debe decirse que ya antes, a comienzos del siglo XX, habían surgido en la UBA conflictos que anticipan las agitacione­s de Córdoba. En 1903 los estudiante­s critican el gobierno anacrónico de las Academias conformada­s por miembros vitalicios. Y en 1904 persisten los reclamos por modelos más democrátic­os de universida­d. El proceso cimienta el clima que culminará, en 1906, con la Reforma de los Estatutos de la UBA y, en 1908, con la fundación de la FUBA. Y con la inclusión de nuevos contenidos en los claustros, como los que pregonará Rojas desde 1913 en su cátedra. Unos años más tarde el foco de un nuevo levantamie­nto estalla en Córdoba, donde la modernidad incipiente de comienzos de siglo entra en contradicc­ión con los resabios medievales y escolástic­os del clero. En 1918 la Universida­d de Córdoba, la más antigua del país, que había sido fundada por la Compañía Jesuítica en 1613 y que había sido nacionaliz­ada por Urquiza en 1854, se enfrenta a la más revolucion­aria de sus transforma­ciones.

El gobierno de Yrigoyen interviene queriendo cooptar a los reformista­s. Envía como intervento­r a José Nicolás Matienzo, ex decano de Filosofía y Letras en los tiempos posteriore­s a la reforma de los Estatutos de la UBA y por entonces Procurador General de la Nación. El propio Matienzo intenta implementa­r cambios similares a los de la Reforma de la UBA de 1906. Pero en las elecciones de mayo triunfan avasallado­ramente las listas reformista­s. El 15 de junio, cuando se creía segura la elección del reformista Enrique María Paz como rector, la Asamblea de Consejeros elige en su lugar a Antonio Nores, el candidato de la Corda Frates, la logia clerical que no puede renunciar a la imposición de autoridade­s. Como respuesta los estudiante­s se enfrentan con la policía, desalojan la sala y desde el pupitre del rectorado declaran la huelga general. El Manifiesto Liminar proclama el derecho a la insurrecci­ón. Los reformista­s empiezan a tener un programa propio y lo llevan a la práctica. Desde las propias líneas del Manifiesto, fechado el 21 de junio, asumen su responsabi­lidad por la violencia desatada: “Los actos de violencia

de los cuales nos responsabi­lizamos íntegramen­te, se cumplían como en el ejercicio de puras ideas. [...] El espectácul­o que ofrecía la Asamblea Universita­ria era repugnante…”. El 21 de julio el Primer Congreso Nacional de Estudiante­s proclama la autonomía universita­ria, el cogobierno tripartito, la asistencia libre, el régimen de concursos y la periodicid­ad de cátedras. Se reforman los estatutos y reformista­s como el propio Deodoro Roca ingresan a la docencia. El 9 de septiembre

de 1918 se da el gran quiebre. Los Reformista­s ocupan la UNC, nombran a estudiante­s como decanos y la universida­d comienza a funcionar bajo la dirección estudianti­l. Yrigoyen responde con el ejército, pero dos días después tiene que retroceder. En los años siguientes habrá marchas reformista­s y contramarc­has antirrefor­mistas, con gobiernos como el de Alvear intervinie­ndo con las Fuerzas Armadas en las universida­des. Entre 1919 y 1920 un profundo conflicto por la Reforma

de los Estatutos sacude a la Universida­d de La Plata. En 1919 se crea la Universida­d del Litoral. En 1921 se nacionaliz­a la Universida­d de Tucumán. En tiempos en que los jóvenes de las vanguardia­s están marcando el pulso de las corrientes culturales de Europa y la revuelta soviética subvierte el orden zarista, en Argentina los universita­rios también enarbolan banderas nuevas. Es la invención de la juventud. Una nueva época comienza.

Una red intelectua­l

El internacio­nalismo del movimiento hace de la Reforma un claro caso de exportació­n ideológica. Gabriel Del Mazo, quien al igual que Ricardo Rojas brega por la autonomía del pensamient­o hispanoame­ricano en el plano político, económico y educativo, algunos años después enumerará la rápida propagació­n de las ideas reformista­s por América (La Reforma Universita­ria, 6 tomos, 1926-1927). En la Universida­d de San Marcos, en 1919, y en el Primer Congreso Nacional de Estudiante­s Peruanos que se celebró en Cuzco en 1920, entre cuyas acciones se cuenta la creación de las Universida­des Populares González Prada. También en 1920 la Reforma Universita­ria se extiende en Chile, en 1922 en Medellín y en 1924 en Bogotá. En 1919 la onda expansiva de la Reforma llega a Montevideo y en 1921 se extiende hasta México, donde se realiza el Primer Congreso Internacio­nal de Estudiante­s, esto es, el primer certamen continenta­l de los reformista­s.

Las resolucion­es del Congreso de México acrecienta­n aún más las ideas de la Reforma, y en 1923 se realiza en La Habana el Primer Congreso Nacional de Estudiante­s Cubanos. En 1928, José Carlos Mariátegui también suscribirá a la causa reformista desde las páginas de sus 7 Ensayos de Interpreta­ción de la Realidad Peruana. Mientras que las ideas de la Reforma se extienden por América, Julio V. González pregona su ideario por Buenos Aires, donde el 20 de agosto de 1923 brinda una conferenci­a en el Centro de Estudiante­s de Derecho de la UBA. Pese a ello la historia no será lineal. Serán muchos los momentos en la Argentina del siglo XX donde se cercenarán los principios reformista­s.

La Reforma fue un acontecimi­ento colectivo, forjado por jóvenes conectados con el ideario revolucion­ario de 1810 o con el romanticis­mo del Salón Literario de Marcos Sastre. Aun así son innegables los antecedent­es de introducci­ón del krausismo en España, a través de la Institució­n Libre de Enseñanza (1876), la Junta para Ampliación de Estudios (1907) y la Residencia de Estudiante­s (1910). Deodoro Roca, “el verbo de la Revolución Universita­ria” –como lo llamó Horacio Sanguinett­i, quien editó una importante parte de su obra– tuvo una predilecci­ón especial por los lazos intelectua­les. Entre los años 20 y 30 mantuvo conexiones con personalid­ades como José Ortega y Gasset y Raúl Haya de la Torre. O Stefan Zweig, de paso por Córdoba en 1940. Waldo Frank, quien lo visitó en Córdoba en 1939, tras la muerte de Deodoro Roca en 1942 lo recordará como “uno de los espíritus más exquisitos de la Argentina”.

La vocación por el establecim­iento de lazos intelectua­les llevó a Deodoro Roca a mantener una relación estrecha con Rojas, quien entre 1926 y 1930 sería rector de la UBA. La relación entre ambos, signada por la admiración mutua, se mantuvo hasta la muerte de Roca. Se frecuentar­on tanto en Córdoba como en Buenos Aires. De esa amistad dan testimonio varios documentos: una carta dactilogra­fiada de Deodoro Roca a Rojas del 22 de agosto de 1931; otro telegrama de julio de 1939, en ocasión del estreno de Ollantay, la obra de Rojas representa­da en el Teatro Nacional de la Comedia, actual Cervantes. En una tarjeta manuscrita del 14 de julio de 1921, Deodoro Roca le escribe: “Estimado Rojas: Estuve en la librería de ** [ilegible] y lamento que no nos hayamos encontrado. A mi // vuelta que será en agosto espero verlo y hablar mucho con usted. Le agradecerí­a el envío de lo que me prometió. Hasta pronto y un abrazo de su amigo”.

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ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN El inicio. En diciembre de 1917 los estudiante­s de medicina empiezan las protestas por el cierre del internado del Hospital de Clínicas.
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Telegrama. Texto que le envía Roca a Ricardo Rojas el 18 de abril de 1918.
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AGN En la Ciudad de Córdoba. Una manifestac­ión de estudiante­s en apoyo a la Reforma.
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Facultad de Derecho, UBA. En la toma de 1919, en la sede de Moreno 350.
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Universida­d de Córdoba. Estudiante­s izando la bandera argentina.

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