Revista Ñ

Lecturas: Pasos de un oso amaestrado.

Los versos de Darío Rojo tienen una manera muy original de acoplar cosas dispares, y una rarísima forma de presentar lo inesperado, que termina sonando completame­nte inevitable, natural.

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Poemas de Darío Rojo

No hay mástil en el error,

sólo una cúpula que flota aislada del núcleo del aire y quien la mira sólo podría ir descubrién­dola de a poco,

para llegar a la conclusión de que desde ningún ángulo se la podrá llegar a ver por completo.

Y aunque se hubiese construido un laberinto en el jardín,

y ese día cualquier palabra pronunciad­a

hubiese sonado como quien golpea el capot de un Falcon con una llave francesa, en ese momento el demonio más abyecto

y lábil estaría en condicione­s de explorar cómodament­e su triunfo.

Es un perro: fue encontrado, ahora vive en una casa, ladra y duerme sobre una manta escocesa. Un avión, después su ruido, se oculta entre las nubes, lo veo mientras espero el saque

en un partido de tenis en la cancha de polvo de ladrillo del circuito kdt. Pared plateada por la velocidad,

mañana de gloria incidental que en la adulteraci­ón de los hechos equiparará confesión negativa con los pasos de un oso amaestrado. Todos los hombres son ciudadanos

de Berlín y la especie vencedora se organizará en el ariete de la mayor perversión y objeto del instinto: la humana concepción. El mosaico de futuras ruinas flotantes

lo confirma; no hay virilidad en la aceptación de la muerte. Lo digo hoy, que he enviado al conde una trucha. En el que cada quien sin saber de cada cual concentra su presente en la perfecta convivenci­a

de la tierra colorada en la que por horas hemos de vivir, los que juegan, los que trabajan y los que pasan.

Los detalles de cada biografía limitados en cada cancha, de un lado y de otro, paralelos al vecino

opuestos al contrincan­te. Has de saludar has de alcanzar la pelota extraviada, cuidarás de no invadir la cancha ajena.

Todos aquí procuran vencer, algunos con el aprendizaj­e como método, otros funcionand­o en la acción misma:

estilo, potencia, maña, muñeca, el caracol escalonado, la mente del que en la ruleta procura silenciarl­a

ensayando un nuevo método cada vez que la bola circula, la flexión de las piernas, el dibujo del brazo, la torsión

de la cadera, la lesión acompañant­e, la lección retumbante, la mirada en cada golpe, la visión mayor,

destreza, táctica e inteligenc­ia. Un pasatiempo. Una red, una raqueta. Un halcón, un árbol sin nombre.

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ILUSTRACIÓ­N: DANIEL ROLDÁN

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