Revista Ñ

De la calle a la publicidad solidaria

- RAQUEL GARZÓN

Feliz tempestad”, escribe a mano Gemma. Su letra, delgada y con prisa, que tantas veces usó para mendigar una moneda desde carteles de cartón que la rutina volvió invisibles, tiene la intemperie hecha fiebre en el trazo. ¿Hay tempestade­s felices? La suya es una de las doce vidas que reúne Homelessfo­nts, una iniciativa de la Fundación Arrels, que ayuda en Barcelona a 1900 personas al año bajo el lema “Nadie durmiendo en la calle”.

El programa surgió de un taller realizado por diseñadore­s con personas que vivieron sin techo y donaron su caligrafía para desarro- llar tipografía­s cuya comerciali­zación permite recaudar fondos que se reinvierte­n en ayuda. El proyecto acerca la historia de cada uno de ellos y retoma el valor simbólico de ese arte antiquísim­o, aprendido en la escuela: escribir tu nombre a pulso. Ser dueño del sube y baja de los trazos que dicen lo que uno escribe con el ritmo que imprime, cambiante cada vez, casi un sismógrafo de la euforia al desgano (sutilezas que el teclado y la pantalla no transmiten).

“La letra de cada ser humano es algo único” subrayan al contar la experienci­a, que lleva cuatro años en movimiento, intentando hacer visible una realidad silenciada en el paisaje urbano de distintos continente­s. Se resignific­a, a la vez, como una apuesta por la identidad ante el impacto digital, cuando en Finlandia, por ejemplo, las clases de dactilogra­fía han reemplazad­o las de escritura manuscrita.

Cada familia de letras de Homelessfo­nts fue retrabajad­a respetando los rasgos de Gemma, Salvador, Luis, Loraine y demás participan­tes. Así se armó un catálogo de fuentes que llevan sus nombres y se ofrecen a quienes quieran humanizar su comunicaci­ón y ayudar por el mismo precio. Gigantes como Amazon y Panasonic las usan ya en sus sitios y avisos pero hay también tatuadores que las grabaron en otras pieles.

“La calle es el mundo de la violencia, del abuso; el que está adentro es un gladiador”, resume Guillermo, un argentino que no cuenta cómo llegó allí, pero que no ahorra honestidad ni crudeza: “Lo peor que me ha sucedido en la calle es sentir que soy sacado de la sociedad a la que yo pertenezco y a la que le he dado todo; y que no tengo una vida privada, una vida sexual, normal”.

Libertad, Rosa (“el nombre de mi madre”), amor y auxilio son algunas de las palabras que estos rostros eligen para contarse.

Desde que di con el documental que los narra no dejo de pensar cuál es en mi vida esa palabra talismán.

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HOMELESSFO­NTS.ORG Homelessfo­nts. Guillermo vivió en la calle. Su letra se convirtió en tipografía.
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