Augurios, pronósticos, informes
Pronosticar el futuro suele ser, en términos literarios, el territorio de la ciencia ficción, pero hay otro género de escritura que se empeña en leer los augurios de su tiempo y hacer predicciones o advertencias. Aunque le falte la ambición de los pronósticos a largo plazo, tiende a ser bastante más preciso. Uno de los exponentes máximos de este género, que generalmente tiene un fuerte elemento político, es Kafka, que presintió los horrores totalitarios del siglo veinte de manera superlativa. Pero hay muchos otros: Dostoievski, Ballard, Arlt, Beckett.
El escritor británico Tom McCarthy, autor de cuatro novelas, escribe en esa tradición. En Residuos (2005) y C. (2010) ofrece investigaciones obsesivas sobre teorías de arte, literatura y tecnología y comparte visiones originales del presente y el pasado, respectivamente. Su novela Satin Island (2015) incrementa la apuesta y se lee como una predicción abstracta de algunos de los temas políticos y culturales más sobresalientes de los meses y años que sucedieron a su publicación original. Sus páginas están pobladas de informes sobre comportamiento colectivo e insinuaciones de desastres políticos inminentes.
La novela sigue las peripecias de un tal U., un “antropólogo corporativo” que trabaja para una organización conocida como La Compañía. Su rol laboral consiste en ofrecer una perspectiva antropológica en los distintos proyectos que dicha compañía les propone a sus muchos clientes. Como el abanico de proyectos es muy grande, esto significa que U. puede investigar cualquier cosa que le interesa y esta situación solo se acentúa cuando le asignan el misterioso proyecto ‘Koob-Sassen’, un emprendimiento que entusiasma mucho a los colegas de U., aunque nadie parece saber bien de qué se trata más allá de que abarcará “todo” para crear una especie de corporación erudita, un nuevo Leibniz colectivo. Como U. es antropólogo, cree que le están pidiendo ser un nuevo Lévi-Strauss, o por lo menos que su informe sea un nuevo Tristes trópicos, donde los “trópicos” son ahora los terrenos vastos de tecnologías de comunicación y medios. El libro mismo, estructurado en una serie de secciones numeradas al modo de un informe corporativo, se presenta como el resultado de este proyecto. Pero no se trata de la crónica de un triunfo; el Gran Informe de U. es un fracaso.
El talento de McCarthy siempre ha sido presentar lo que son esencialmente novelas de ideas con un encanto y una seriedad sumamente absorbentes, en las cuales su interés y entendimiento del arte contemporáneo le son de provecho. De una manera u otra, sus personajes siempre son nerds atómicos con preocupaciones increíblemente engorrosas. U. es un tipo que pasa todo su tiempo surfeando Internet, citando una letanía de pensadores, intelectuales y teorías, obsesionándose con problemas abstractos, pero lo seguimos de principio a fin con entusiasmo.
En parte eso se debe a la prosa desenfadada de McCarthy, pero más importante es el poder de las imágenes que despliega para ilustrar distintos conceptos: el comportamiento de una tribu cuya sociedad ha sido afectada profundamente por la construcción de una base aérea durante la Segunda Guerra, la experiencia siniestra y misteriosa de una amiga después de su detención durante una marcha anticapitalista, etc. Cada imagen tiene un significado subyacente, pero sobre todo una belleza verdaderamente brillante.