La carrera de obstáculos de un novelista
Una ruptura sentimental y luego un encuentro afortunado marcan la trayectoria de un novelista en ciernes.
No hay niño en edad escolar que no haya leído a Franco Vaccarini. Prolífico autor de literatura infantil y juvenil, capaz de hacer sus propias versiones literarias de personajes históricos como Merlín, Eneas, el Holandés Errante y Plauto, amén de galardonado por premios literarios que le dieron el espaldarazo en un género que a fuerza de parecer fácil es muy difícil de escribir, ahora Vaccarini se mete de lleno en la novela para adultos y lo hace con pericia.
La editora es una novela de iniciación, que cuenta las primeras armas de Lucas Canterini – casi un alter ego del autor– y su paso por las letras. Algo queda claro desde el primer momento: por mucho que uno ame el arte y la literatura, la vida sentimental entra en todo lo que uno escribe. Lucas acaba de romper con su pareja, una mujer con quien convivió una década sin enterarse de que en realidad ella no le llevaba siete años sino diecisiete. Lucas, evidentemente, tiene una cualidad común entre los escritores: vive en otro mundo.
Lector concienzudo porque estas lecturas harán a su carrera, Vaccarini nos va llevando por las inquietudes que son comunes a todo aquel que desee ser escritor y destacar en sociedad.
Lucas Canterini es un escritor de cuentos y cuando casi por azar uno de sus materiales llega a los ojos de la editora de una gran empresa, Edith Salamanca, ella le promete la fama a cambio de una novela. Él debe escribir una novela, le insiste la editora, y se agarra del prejuicio contante y sonante hasta hoy día de que a los libros de cuentos no los compra nadie, no los lee nadie y al lector le importa un bledo la gran tradición cuentística argentina a la hora de invertir un peso en libros.
Vaccarini larga esta definición en boca de su personaje: “Siempre insistía en que la poesía era el género más difícil, pero en verdad admiraba a los novelistas porque la novela es como un día de sol o de lluvia, lleno de personas y animales, de árboles, ríos, campos y ciudades. La novela se parece al mundo, a un día cualquiera. Los personajes de las novelas podrían estar en la casa de al lado”. El protagonista se pone a dar vueltas hasta escribir una novela policial, para cumplir con el “deber ser” de llegar alto como escritor, cosa que acabará dándole jaquecas y hasta un bloqueo. A su vez, se enreda amorosamente con la editora –mayor en edad que él– y entonces es cuando el orden de las cosas estalla: la editora le pide que se deshaga de un hombre, un escritor, que se lo saque de encima, en fin, que lo mate.
Vertiginosa, con un lenguaje cuidado, nadie debería perderse esta incursión de Vaccarini en el género y esperemos, claro, que no deje de cultivarlo para el placer de sus lectores.