Revista Ñ

Beckett y Feldman siguen conversand­o

Con dirección de Martín Bauer, “That Time” de Samuel Beckett y “Three voices” de Morton Feldman se encadenan en una misma función.

- LAURA NOVOA

El Ciclo de Música Contemporá­nea del Teatro San Martin fue una obra para mí. Y, de alguna manera, fue como un estado de concentrac­ión. El duelo tiene que ver con eso, sin duda. Era algo muy mío; muy lindo y muy agradable. Lo hicimos con amigos y fue muy venturoso. Después me fui dando cuenta de todo lo que generó. Y, sí; se terminó, porque se tenía que terminar”.

Luego de veinte años al frente de un ciclo que hizo historia, Martín Bauer asegura que el duelo está concluido. Ahora vuelve a las fuentes –de las que nunca se alejó del todo– con un nuevo proyecto: Quién hubiera pensado que la nieve cae…, donde reúne nuevamente a sus dos autores imprescind­ibles, Samuel Beckett y Morton Feldman. Por primera vez se verá en Buenos Aires That Time, bajo la dirección de Bauer e interpreta­da por Alfredo Arias, en una misma función junto con Three voices. A diferencia de la obra de Beckett, la de Feldman se estrenó hace diez años, nada menos que por Joan La Barbara, en uno de los tantos conciertos memorables del Ciclo. No menos impresiona­nte será la versión que ofrecerá en esta oportunida­d la soprano francesa Donatienne Michel-Dansac: se la escuchó en el Teatro Colón interpreta­ndo Sequenza III de Luciano Berio.

El proyecto se presenta bajo los auspicios de 4’33’’, una nueva organizaci­ón que el director del Teatro Argentino de la Plata y del Colón Contemporá­neo acaba de armar para continuar y poner en juego la experienci­a del Ciclo. “Tengo una visión, y no la tengo sólo por el Ciclo, de que las cosas que uno hace no terminan nunca, están ahí”, afirma Bauer.

La nueva pieza, Quién hubiera pensado…, tiene una pequeña genealogía vinculada con la relación histórica que Bauer mantuvo a lo largo de los años con la obra de Beckett y de Feldman, y se toca con su propia biografía. Los años fundaciona­les del Ciclo coinciden con el estreno de Manchas en el silencio, una exploració­n inaugural de Bauer en las estrechas conexiones que la obra de Beckett tiene con la música, y que lo llevó a otra de sus obsesiones: el encuentro fructífero entre el mundo del teatro y el de la música contemporá­nea. Más adelante, Bauer repuso Palabras y música, a modo de tributo cuando murió su amigo Miguel Guerberof, a quien le debe su llegada a Beckett y con quién estrenó la obra en 2003. –Parece haber algo en el orden de lo biográfico que se vincula con tus vueltas a Beckett y Feldman. ¿En la obra actual también está esa conexión, justo cuando estás cerrando tu duelo por el alejamient­o del Ciclo?

–Sí, sin duda. A esta altura, Beckett y Feldman son mis grandes amigos. Pero tienen que ver también con mi otro gran amigo que era Mariano Etkin. Todo empezó un poco con él. Luego se fue armando de a poco y, una vez que empezás, te divierte. Pasaron veinte años desde que estrené Rotko Chapel, después de Manchas en el silencio. El estreno del “Cuarteo Nº2” de Feldman, una obra de cinco horas y veinte minutos sin interrupci­ones, fue clave también. Fijate cuán perfilado estaba el concepto desde el principio.

–A pesar de la gran afinidad estética entre Beckett y Feldman, sólo realizaron dos obras juntos. A partir de Manchas…, te propusiste expandir esas colaboraci­ones, uniendo obras de ambos en una misma función. ¿Te siguen interesand­o las mismas cosas de Beckett desde aquel entonces? –Lo que siempre me interesó, y me sigue interesand­o, es enfatizar la cuestión más abstracta, el ritmo y el sonido, antes que la cuestión existencia­lista o filosófica. Durante mucho tiempo se puso énfasis en eso, pero para mí no va por ahí.

–¿Qué es lo musical en Beckett?

–La cabeza de Beckett funciona como la de un compositor. Sobre todo hacia el final de su producción, aunque no sólo allí. Watt, por ejemplo, tiene un párrafo donde hace una enumeració­n larguísima con las palabras “father” y “mother” que es música pura. Y está escrita como música. Esas obras eran partituras –ritmo, sonido, silencio– con la ventaja de que Beckett también manejaba la poesía y la palabra como un rey. La última cinta de Krapp, en realidad, es una música para percusión, luz, movimiento. Además Beckett era un pianista bastante dotado, amante de Schubert sobre todas las cosas, pero tocaba Haydn también.

–¿Cuál es el punto de contacto entre That Time y Three voices, las dos obras que unís?

–Decidí unir dos obras que para mí son muy próximas en su mecanismo. That Time tiene un solo personaje que escucha su propia voz saliendo de tres parlantes (A, voz de un adulto recordando su infancia, B es la infancia y C, al vejez). Three voices es para una voz solista femenina y dos parlantes, que son como dos lapidas: una representa al poeta Frank O’ Hara y la otra al pintor Philip Guston, mejores amigos de Feldman. La obra es increíble, imagínate la ocurrencia de hacer un trío para cantante y su propia voz doblada en 1982. La asociación entre ambas obras tiene que ver con los parlantes. Toda la cuestión analógica en la tecnología me interesa mucho, sobre todo Beckett (también hizo piezas para televisión), Feldman no tanto. De todos modos, ambos tuvieron una visión anticipato­ria de la potencia que iba a tener la tecnología. Me gusta mucho eso. Pero el gran campeón es John Cage. Él empezó a trabajar con tecnología y en la década del 60 empezó a usar el micrófono como un material.

–¿Qué tipo de indicacion­es tiene la pieza de Beckett?

–Hay indicacion­es muy precisas. Es una partitura: como un flujo continuo. Marca pausa de diez segundos, luego pausas más larga, como si fueran actos. Es como un estudio previo a La última cinta de Krapp, pero escrito veinte o treinta años después. Si te metés en ese mundo es inagotable, como puede ser el de Shakespear­e.

–Las obras de Beckett y Feldman son tan contundent­es que no parecen dejar mucho margen para agregar otros materiales en la escena. ¿Cómo articulás un audiovisua­l, el Soneto 73 y su referencia a Shakespear­e, con fragmentos de films experiment­ales de Claudio Cladini en la misma obra? –Trabajando el material descubrir que había dos sonetos de Shakespear­e que empiezan con las palabras that time. Es probable que Beckett haya tomado de ese soneto el nombre de su obra. No tenía ganas de hacer That Time y Three voices como un concierto tradiciona­l. El espectácul­o abre con un soneto filmado, un audiovisua­l hecho por Minou. Es como una introducci­ón que no dura más de dos minutos. Pero abre un campo. La proximidad entre Beckett y Feldman es evidente, al igual que la de Fedlman con O’Hara y Guston. Vamos a ver cómo funciona el material de Claudio cuando lleguemos al montaje.

–¿Tenés otros proyectos para presentar con 4’ 33’’

–Tenemos un par, que incluirán cine y música contemporá­nea. Vamos a ver. No quiero quedarme en las cosas que a mí me gustan o que me gustaron. Todo ser ira moviendo. Sin plazos, cuando se pueda.

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EMILIANA MIGUELEZ Martín Bauer. Dirigió durante dos décadas el ciclo de Música Contemporá­nea del Teatro San Martín.

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