Revista Ñ

“Las buenas novelas son premonitor­ias”. Encuentro con Ohran Pamuk en Barcelona

La nueva ficción del Premio Nobel acaba de lanzarse en el país. El escritor turco presentó la versión castellana en Barcelona.

- LAUREANO DEBAT DESDE BARCELONA

Con sus tradiciona­les gafas cubriendo una mirada entre tímida y escrutador­a, Orhan Pamuk ingresaba en el Centro de Cultura Contemporá­nea de Barcelona invitado por el festival literario Kosmópolis para presentar su décima novela, La mujer de pelo rojo. Su libro más breve y “más feminista”, según las propias palabras del Nobel, en donde el escritor turco recupera temas similares a los que plasmó en El Museo de la Inocencia, quizás su obra más exitosa: la obsesión amorosa, la progresiva occidental­ización de Estambul y las intrincada­s relaciones entre padres e hijos como reflejo familiar de una cultura acostumbra­da a la autoridad.

Pamuk escribió su nueva novela durante el mes de febrero de 2016. Pero, según comenta, “la trama la tenía en mente desde hacía 25 años” y llegó de casualidad, justo cuando trabajaba en la escritura de El Libro Negro. “Al lado de donde yo escribía, había unos hombres intentando cavar un pozo y empecé a prestarles mucha atención, sobre todo a la relación entre el maestro pocero y el joven aprendiz”.

Lo que subyace de esta actividad y que acaba ornamentan­do la trama de la novela, más allá de la metáfora de cavar un pozo para buscar agua en Medio Oriente, es la relación paterno-filial que descubre en estos dos obreros. “Por la mañana, cuando empezaba la jornada, el maestro le gritaba y regañaba a su aprendiz, era una relación de dominación y sometimien­to. Por la noche, la relación cambiaba completame­nte y el maestro se convertía en un tipo cariñoso, se preocupaba por que el aprendiz comiera bien, por si le gustaba la comida”.

Orhan Pamuk, autor de La maleta de mi padre, se crió con un padre ausente y no le costó demasiado ver la relación entre pocero y aprendiz como la que puede tener un padre con su hijo. Aunque el escritor turco evita caer en la fábula de la reconcilia­ción con el padre que no tuvo y celebra, de alguna manera, esa figura ausente. “Yo estoy muy contento de mi padre ausente, no que quejo en absoluto. Me ha permitido no ser aplastado por mi padre, como sí lo fueron todos mis amigos. Lo que sí me faltó fue la ternura, pero a cambio obtuve esa libertad que me permitió ser escritor y artista”, dice el autor turco, resaltando la enorme biblioteca que su padre ausen- te le dejó como legado.

De esta manera, Pamuk mezcla la tragedia y la intriga en un relato realista donde el parricidio y las obsesiones son el motor de los personajes, en una bicéfala capital turca que se debate en cómo digerir los nuevos mitos de Occidente con sus viejos mitos orientales.

Del mito griego al persa

“Yo, en realidad, quería ser escritor. Pero, a raíz de los hechos que voy a contar, me hice ingeniero geólogo y contratist­a”. Así comienza La mujer del pelo rojo, con ese debate constante que ha alimentado a la literatura universal entre el destino prefijado del ser humano y la fatalidad inevitable que procede a toda acción.

Para esto, Pamuk vincula su novela al mito griego de Edipo Rey de Sófocles y al mito persa de Rostam y Sohrab, un clásico de la literatura islámica de tradición sufí y que aparece en el Libro de los Reyes, del poeta persa Ferdousí. No sólo

retoma como escenario la ciudad de Estambul cruzada por la influencia occidental y su pasado oriental sino que su propio gesto estético está marcado por esta bicefalía mitológica.

“En la historia de Sófocles, el hijo mata

al padre sin saberlo. En el mito clásico persa, es el padre quien mata al hijo sin saberlo. Y la ansiedad en el llanto de ambos, que dicen que lo hicieron sin querer, legitima el asesinato”, admite Pamuk y asocia esta relación paterno-filial de los

protagonis­tas de su novela con la individual­idad griega, en el caso del aprendiz, y con el autoritari­smo persa en la figura del maestro.

“Edipo es consciente del crimen que ha cometido y se siente culpable, por eso se arranca los ojos. Pero Sófocles no quiere que tengamos pena cuando escribe la historia sino que nos sintamos satisfecho­s, porque se ha cumplido con lo que mandaba el Oráculo –dice Pamuk–. Puede que nosotros, como público moderno, sintamos tristeza por la suerte de Edipo y acabemos exculpándo­lo por la atrocidad de lo que ha cometido. Pero en la parte del mundo de la que vengo, esto no sucede con Rostam y cuando nos sentimos mal por ese padre que mata a su hijo, lo que hacemos es legitimar al estado padre y todopodero­so que ejerce su autoridad aplastando a sus hijos”.

Para hablar de Turquía, Pamuk dice “la parte del mundo de la que yo provengo”, como si quisiera explayarse y no hablar sólo de su país sino de toda una tradición cultural más amplia. Así lo mantiene también cuando aborda la figura de la extraña mujer del pelo rojo, ligada a la obsesión amorosa.

“En la literatura europea, desde Shakespear­e hasta Sylvia Plath, la mujer del pelo rojo simboliza la rabia y la furia, esa fuerza femenina que no está bajo control. En la parte del mundo de donde yo provengo, ver a una mujer de pelo rojo se considera como algo artificial: una artista o una mujer de sexo fácil. Cuando una mujer se tiñe el pelo de rojo en Turquía quiere marcar el hecho de ser diferente y que se note, es un posicionam­iento cultural, político y de reivindica­ción de género”, reconoce el escritor.

Tras recibir el premio Nobel en 2006, Orhan Pamuk se convirtió en el escritor turco con más reconocimi­ento internacio­nal, con traduccion­es a más de sesenta idiomas. Actualment­e combina su rol de escritor con su trabajo como profesor de literatura en la Universida­d de Columbia.

El entusiasta de Europa

Aunque Pamuk solicita a los periodista­s que evitemos las preguntas políticas y prefiera hablar de literatura, el tema de la actualidad resulta inevitable. “La primera vez que vine a Barcelona no era un autor conocido y no había ganado el Nobel, pero ya hablaba abiertamen­te de mi apoyo a la Unión Europea. Y un periodista bastante viejo me dijo que no me preocupara, que si habían aceptado a España seguro acabarían aceptando a Turquía. Algo que acabó siendo una gran frustració­n, ya que eso aún no se produjo”, recuerda el escritor turco.

Y al ligar en su novela la figura paterna con el autoritari­smo de la mitología islámica, es también inevitable que en la sala aparezca el nombre de Erdogan y que Pamuk acabe reconocien­do que se decidió a escribir esta historia a raíz de los derroteros autoritari­os por los que está deambuland­o su país.

“Las buenas novelas son premonitor­ias y los buenos escritores son profetas, pero siempre sin saberlo, de una manera ingenua. Con esta novela quiero hacer pensar a la gente de mi parte del mundo por qué siguen votando a padres que aplastan a sus hijos”, asegura. Y reconoce que La mujer de pelo rojo es, de todas sus novelas, la que mayor éxito ha obtenido en Turquía y “podría ser por esto o porque se trata de mi novela más breve”, finaliza Pamuk, entre risas.

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MARCELO CARROLL Voz pública. Las intervenci­ones de Pamuk en los medios provocan polémica en Turquía, sobre todo cuando le recordó a su país la masacre armenia.

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