Literatura infantil y juvenil: por más reseñas
Todos los diciembres, para celebrar el año en libros, la Revista Ñ realiza un panorama de la literatura argentina, una mirada a las publicaciones destacadas del año. En esas ocasiones, a la literatura infantil y juvenil de la Argentina se le dedica una página: he tenido el gusto de recomendar libros para la edición de 2015, y alguna vez yo mismo he sido recomendado. El resto del año, la LIJ permanece prácticamente invisible. Me he tomado el trabajo de revisar los recuadros dedicados a Juvenil o Infantil y Juvenil de los últimos diez números de su revista, del 767 al 776. Con las honrosas excepciones de “¡Que animales!”, de la gran Ema Wolf, de “El infinito”, de Pablo Bernasconi y “Pico Pichón”, una historieta de Chanti, más dos menciones al Gaturro de Nik: de 50 libros recomendados, unos 40 son extranjeros. En juveniles no aparece ni una sola novela de los muchos autores argentinos que los chicos leen en los colegios del país, que los planes de lectura eligen: ustedes escogen mayoritariamente escritores norteamericanos, “influencers” o “youtubers” en su mayoría españoles, libros para colorear, coser o rellenar, más algunas historias tomadas de la series televisivas (aparece, ¡dos veces!, “Simona”, ¿novela? basada en una comedia juvenil de Canal 13) e inclasificables del tipo “Cómo ser un joven escritor” o “Cómo cuidar a tu gatito”. Entiendo que hay fuertes cuestiones comerciales pero creo que deberían equilibrar sus elecciones. Estoy seguro de que la aparición de una novela de Andrea Ferrari y Martín Blasco o la publicación de un libro de poesía de Laura Devetach deberían pesar un poco más que los libritos para colorear, los novelones televisivos o las dudosas novelas juveniles que ustedes priorizan.
Mario Méndez