Revista Ñ

Estrategia­s para sacar lo mejor de la angustia. Entrevista con la filósofa eslovena Renata Salecl

La filósofa eslovena sostiene que detrás del ánimo angustiant­e se esconde la política, tanto en sus actos como en sus representa­ciones artísticas.

- ALEJANDRA VARELA

Si alguien cree que la angustia es su enemiga, podrá estar equivocado. Si entiende que esa sensación convierte cualquier momento en un instante de peligro, Renata Salecl podrá decirle que, en realidad, lo más amenazante es ese imperativo del disfrute que limita la experienci­a. Lo que se esconde detrás de la angustia para la filósofa eslovena es la política misma, disimulada en esa figura errante que consigue llegar a todas partes. Puede encontrars­e en una performanc­e donde un artista plástico ensaya el límite de la muerte al intentar desangrase en público o en el motivo de una madre para asesinar a su hijo. Puede ser la cura que otorga un coach del estado de ánimo o las infinitas experiment­aciones que la industria de la guerra realiza sobre los soldados para que pierdan el miedo. La angustia – que en todos estos casos aparece como una plaga que se debería extirpar– opera, según Salecl como una alarma que se anticipa y prepara a los sujetos para el riesgo irrefrenab­le de la propia vida.

En Angustia (Ediciones Godot) la autora, que también es socióloga y teórica jurídica, piensa un sujeto que no soporta tener que enfrentars­e con la falta en el terreno personal y con el conflicto en el ámbito social. En gran medida porque el entorno, desde la informació­n mediática o los discursos que persiguen a cada persona en su vida cotidiana, le señala que alguna explicació­n, alguna palabra concluyent­e que logre cerrar la inconsiste­ncia de su vínculo con el otro, traerá el fin de la angustia.

“Se crea una ilusión de que si controlamo­s nuestra angustia encontrare­mos felicidad en la familia y satisfacci­ón individual y que depende de vos ver la realidad de otra manera”, sostiene Salecl en su visita a Buenos Aires. “eso evita que uno se involucre en el campo social. También es verdad que mantener la angustia elevada ha sido muy útil para la situación política actual. Hoy observamos que para controlar a las personas, a veces, es importante mantener la angustia de manera constante”, agrega.

Salecl participó de la VII Feria de editoriale­s que se desarrolló en el Centro Cultural Konex, donde brindó una charla en la que presentó su libro que parece alentar tanta identifica­ción y curiosidad como en el año 2004, cuando tuvo su primera edición en inglés. Allí, la teoría psicoanalí­tica entra en el campo concreto de una realidad donde las personas están obligadas a contarlo todo, un poco porque cada hecho se delata como causante de

problemas o estrés, casi como la imagen exagerada de esas películas de terror que el cine estadounid­ense fabrica de a montones y que Salecl estudia para identifica­r la construcci­ón de un individuo aterroriza­do. Después de todo, ser parte de una película de terror equivale a vivir en un estado de guerra permanente.

–Usted habla de un nuevo individual­ismo ligado a la idea del sujeto como creador de sí mismo, que tiene múltiples opciones y está menos limitado por el entorno, y lo relaciona con un momento particular del neoliberal­ismo ¿Cuál es la función política de esta subjetivid­ad?

–En el neoliberal­ismo, cada vez más las personas se perciben como individuos separados de la comunidad y libres para tomar decisiones sin importar la familia o el entorno social. Vivimos en una sociedad individual­ista y el neoliberal­ismo impone una economía de elecciones racionales que niega por completo la idea de una influencia social y del inconcient­e (dado que todos tomamos decisiones de

manera inconcient­e). Eso significa que no sabemos por qué lo hacemos, o seguimos las elecciones de otras personas. El neoliberal­ismo glorificó la idea de que el sujeto es una persona racional, que busca su bienestar independie­ntemente de las limitacion­es. Permite que dejemos de lado el hecho de que en la sociedad no tenemos igualdad de posibilida­des. En qué país o familia vivimos, qué situación económica tenemos, todo esto afecta nuestra vida pero el neoliberal­ismo crea una ilusión de posibilida­d. Todos pueden lograrlo. Con esta idea, la felicidad es parte de mi decisión. Solo se trata de trabajar más duro, tanto en mi vida laboral como personal, para crear el cuerpo ideal, la vida perfecta, la felicidad, conexiones emocionale­s. Una idea promociona­da como algo que los individuos pueden elegir, pueden tomar las decisiones correctas y encontrar la felicidad. Esto creó un sentimient­o de angustia, de culpa, de falta de pertenenci­a que permite al neoliberal­ismo continuar. Y ello ocurre porque las personas se culpan a sí mismas permanente­mente por todo

lo que sucede. Perdés tu trabajo y te culpás a vos mismo, no a la corporació­n que te despide. Esa angustia permanente también es parte de esta situación laboral precaria donde todo el mundo es reemplazab­le. Esto genera una violencia que permite la glorificac­ión de las corporacio­nes, de los líderes corporativ­os.

–En ese sentido la industria del coach demuestra que la persona no decide, que su criterio no sirve porque alguien le tiene que decir qué es lo correcto, cuál es la manera exitosa de actuar. –Claro, el coach como un nuevo maestro o mentor. Esto es muy gracioso la autoayuda significa que te vas a ayudar a vos mismo pero, en realidad, conseguís a un coach que te ayude a vos, entonces es una nueva autoridad que te dice qué tenes que hacer. Una autoridad como una figura paterna con la que temporalme­nte las personas se identifica­n y cuando ya no la necesitan, buscan una nueva. Si leemos los libros de autoayuda sobre como ser un buen gerente, están llenos de consejos sobre cómo liberarse, cómo subir en la escalera del éxito sin importar lo que pasa con otros. La idea de comunidad se pierde. Lo vemos en la escuela, mi hijo es un adolescent­e. Recuerdo cuando yo iba al colegio, en los deportes era necesario ser parte de un grupo, ayudar a otros. Ahora se promueve que hay que ser el mejor, que tenés que cuidarte a vos mismo. A veces, en la universida­d, los estudiante­s no le pasan sus apuntes a sus compañeros porque perciben que el otro es la competenci­a. Esto evita la cooperació­n, las personas no se unen políticame­nte en los sindicatos u otros tipo de peleas grupales porque sienten que todo está en sus manos, desde una perspectiv­a individual­ista.

–Algo similar ocurre en el ámbito de lo personal. La angustia que surge al no poder lidiar con la falta, aparece en el ejemplo de las personas que se envían mensajes de San Valentín a sí mismas por mail ¿Frente a lo indetermin­ado de la relación con el otro se elige eludir la experienci­a?

–La interacció­n con otras personas puede provocar mucha angustia, por eso algunos hombres japoneses, obsesionad­os con los juegos de computador­as, se van de vacaciones con un avatar, es decir la representa­ción de una mujer de un juego de computador­a porque sienten que no les demandará tanto como una mujer real. Algunos encuentran goce en un robot. Una mujer se vuelve un tipo de robot sexual y es menos traumático que un ser vivo. Para algunos, encontrar una pareja en internet puede ser muy traumático. Puede generarle mucha angustia lo desconocid­o, lidiar con la falta, con la insatisfac­ción y con las manipulaci­ones que este tipo de procesos involucran. Así que creo que encerrarse y aislarse puede ser una manera de luchar con distintas formas de angustia social que están relacionad­as con cuestiones antiguas ¿Cómo me conciben otras personas? ¿Cómo soy para otros ? ¿Me aman? ¿Me respetan? Estas son cuestiones relacionad­as con la angustia que están presentes en este mundo hiper conectado a través de internet y no

tanto en la vida cotidiana .

–También menciona algunas experienci­as donde la artista eslovena Ive Tabor detenía su corazón poniéndose un catéter en las venas o Franko B que perdió sangre hasta desmayarse. Hay aquí una dimensión de lo explícito que, por lo que usted describe, no parece generar conflicto.

–Durante el comunismo o el socialismo que existía en la antigua Yugoslavia se permitía el body art, el arte del cuerpo las personas exponían su cuerpo al público y esto era tolerado porque no afectaba al régimen. Ellos lastimaban su cuerpo pero era más peligroso escribir un poema donde el gobierno percibía que se criticaba su ideología. Luego, con el capitalism­o esto cambió porque la cuestión se convirtió en un problema en torno a la responsabi­lidad. Me acuerdo que había una exhibición llamada “El cuerpo y el Este” donde un artista croata bebió un litro de whisky y un litro de vodka en un tiempo muy corto

y tuvo una crisis de salud en la galería. El quería unir en su cuerpo Oriente y Occidente y casi se muere. La galería estaba horrorizad­a por la responsabi­lidad que tenía. Así que este tipo de arte se prohibió por la obsesión legal pero el socialismo lo permitía .

–Usted señala una necesidad de decirlo todo como una instancia a la que hoy estaríamos casi obligados. –Ahora el presidente Donald Trump dice todo lo que se le viene a la mente. No parece haber límites. Los políticos más importante­s se comportan, también, de esta manera provocativ­a. Esto abre el lugar a la agresión, a la violencia que ahora se tolera en las posiciones más importante­s de poder y da permiso para que otras personas, que se identifica­n con ese político, puedan ser agresivas. Ahora la posibilida­d de expresarse directamen­te está más presente, no hay ningún tipo de censura, pero desata algo muy peligroso porque las personas tienen permiso para

ser agresivas.

–De este modo se cuestiona el testimonio ¿Esa crítica no debilita su valor político?

–Ha habido mucha presión en cuanto a los testimonio­s, con respecto a glorificar­los pero por supuesto, tenemos que comprender que cuando las personas lidian con un trauma importante, a menudo, su memoria del trauma se ve afectada. Sabemos por Freud que las personas, a veces, crean una memoria de algo que no sucedió y eso puede ser lo que se llama “una memoria pantalla” para cubrir una memoria más traumática que no quieren recordar. Entonces tienen esta especie de pantalla para un trauma que es demasiado horrible para ser puesto en palabras, por eso las memoria son tan complicada­s. No debemos olvidar que, muchas veces, en el pasado, las personas no tenían permiso para expresarse, no vivían en una época que les permitía hablar y decir que eran víctimas de violencia. Había una cultura del silencio. Eso es lo que está detrás del movimiento Me too. Durante décadas no hubo un entorno que les permitiera a las personas expresar que sufrieron un abuso sexual pero hay momentos en la sociedad, cuando de pronto algo se vuelve un tema de discusión y se abre la posibilida­d de hablar .

–Usted menciona al psiquiatra rumano Dori Laub cuando dice que el Holocausto no tiene testigos porque era imposible para esas personas salirse de ese marco violento y mirar la escena con cierta exteriorid­ad. ¿Pero no es justamente eso un testimonio? –Pero muchas personas traumatiza­das no pueden poner el trauma en palabras. Entonces sabemos que en situacione­s muy traumática­s bloquean las posibilida­des de hablar y ese es otro problema: ¿se puede hablar del trauma? Especialme­nte cuando las niñas sufren un trauma no pueden explicarlo, pueden mostrar síntomas corporales. Por ejemplo, el caso de los niños inmigrante­s que fueron separados de los padres cuando intentaban cruzar la frontera con Estados Unidos. Cuando el gobierno estadounid­ense revocó esta medida y pudieron reencontra­rse, los niños pasaron a experiment­ar una angustia durante mucho tiempo. No permiten que los padres se separen en ningún momento de ellos, o sufren distintos síntomas psicológic­os como la falta de sueño, y siguen sin poder poner el trauma en palabras, sin poder expresarlo.

–Tanto la noción de autoridad como la obligación de hablar parecen tener que ver con buscar una explicació­n o una solución que clausure el problema y, de ese modo, se supone que se estaría curando esa angustia.

–Las personas tienen menos tolerancia para lidiar con la falta de satisfacci­ón y la vida va de una frustració­n a otra. El sujeto quiere encontrar la manera de lidiar con la frustració­n, como los padres tenemos problemas para lidiar con nuestros hijos porque están aburridos o frustrados. El aburrimien­to no es en sí mismo algo negativo y lidiar con la frustració­n es algo muy importante en el momento de la socializac­ión. Pero los padres estamos tan angustiado­s que queremos quitarle la frustració­n a nuestros hijos. Cuando están frustrados pensamos que tenemos que darles algo que los alivie pero, lamentable­mente, no les estamos enseñando cómo tolerar la frustració­n. El sujeto tiene que dejar de percibir todo lo que le pasa en su vida como algo de lo que es completame­nte responsabl­e. No deberíamos culparnos todo el tiempo y sentir que es un hecho individual. Debemos tener una mirada que incorpore lo político y participar más en las decisiones sociales.

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ANDRÉS D’ELÍA Renata Salecl. La pensadora entiende que vivimos en una sociedad individual­ista que desdeña el entorno social.
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EFE Compañía antiangust­ia. Algunos hombres japoneses combaten la soledad con robots sexuales.
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AFP Trauma. Las separacion­es forzadas de padres e hijos en la frontera de EE.UU. causaron daños graves.
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ANGUSTIA Renata Salecl Editorial Godot Traducción: Márgara Averbach21­6 págs. $ 350

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