BARRY KEMP, EL ARQUEÓLOGO SIGUE EXPLORANDO EGIPTO
El gigante asiático estaría perdiendo la nueva Guerra Fría con Estados Unidos tanto en el plano económico como en el desarrollo militar, sostiene este experto.
Cuando la URSS colapsó en 1991, el Partido Comunista Chino (PCC) se obsesionó con entender la razón. Los grupos de expertos del gobierno a los que les habían encomendado esta tarea depositaron gran parte de la culpa en Mijaíl Gorbachov.
No hay dudas de que el PCC se ha tomado en serio la primera lección clave: un desempeño económico sólido es esencial para la legitimidad política. Y el interés decidido del PCC en fomentar el crecimiento del PIB en las últimas décadas ha generado un “milagro económico”, con un ingreso nominal per capita que se disparó de 333 dólares en 1991 a 7.329 dólares el año pasado. Esta es la única razón relevante por la que el PPC ha retenido el poder.
Ahora bien, administrar una economía tambaleante no fue el único error que cometieron los líderes soviéticos. También se vieron atrapados en una carrera armamentista costosa e imposible de ganar con EE.UU., y fueron víctimas de la extralimitación imperial, al entregarles dinero y recursos a regímenes con escaso valor estratégico y profusos antecedentes de mala gestión económica crónica. En tanto China entra en una nueva “guerra fría” con EE.UU., el PCC parece correr el riesgo de repetir las mismas equivocaciones catastróficas.
A simple vista, no pareciera que China esté realmente inmersa en una carrera armamentista con EE.UU. Después de todo, el presupuesto oficial de defensa de China para este año –aproximadamente 175.000 millones de dólares– representa apenas la cuarta parte del presupuesto de 700.000 millones de dólares aprobado por el Congreso de EE.UU. Pero se calcula que el verdadero gasto militar de China es mucho más alto que el presupuesto oficial: según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, China gastó unos 228.000 millones de dólares en su ejército el año pasado, alrededor del 150% de la cifra oficial de 151.000 millones de dólares.
Es probable que el crecimiento de China siga desacelerándose, debido al rápido envejecimiento de la población, los altos niveles de deuda, la asimetría de los vencimientos y la escalada de la guerra comercial que ha iniciado EE.UU.. Todo esto consumirá los limitados recursos del PCC. Por ejemplo, en la medida que aumente el ratio de dependencia de las personas de más edad, también aumentarán los costos de la atención médica y de las pensiones.
Es más, si bien la economía china puede ser mucho más eficiente de lo que era la economía soviética, no es ni mínimamente tan eficiente como la de EE.UU. La razón principal de esto es el conjunto permanente de empresas estatales de China (SOE por su sigla en inglés) que consumen la mitad del crédito bancario total del país, pero aportan sólo el 20% del valor agregado y el empleo.
Un ejemplo aún más notorio de extralimitación imperial es la ayuda generosa de China a países que ofrecen poco a cambio – desde Camboya hasta Venezuela y Rusia–. Según AidData del College of William and Mary, de 2000 a 2014, Camboya, Camerún, Costa de Marfil, Cuba, Etiopía y Zimbabue en conjunto recibieron 24.400 millones de dólares en préstamos chinos o créditos altamente subsidiados. En el mismo período, Angola, Laos, Pakistán, Rusia, Turkmenistán y Venezuela recibieron 98.200 millones de dólares.
Al igual que la Unión Soviética, China está pagando un dineral por algunos amigos, y sólo obtiene beneficios limitados al mismo tiempo que queda cada vez más atrapada en una carrera armamentista insostenible. La Guerra Fría sino-estadounidense apenas empezó, y sin embargo China ya va camino a salir perdiendo.