Revista Ñ

Una moderna madre artista

Ana Weiss tuvo éxito desde sus inicios pero una crítica de la revista Sur la demolió cuando obtuvo un premio resonante.

- POR GEORGINA GLUZMAN

Ella nació y creció en un ambiente propicio para el desarrollo de sus actividade­s y el cultivo de sus intereses. Ligada familiarme­nte a la imprenta Weiss y Preusche, Ana Weiss (1894-1953) realizó sus primeros trabajos en la adolescenc­ia: las portadas de la revista Ilustració­n Histórica Argentina, que editaba la empresa familiar. En 1909 ilustró una publicidad de cigarrillo­s, de amplia circulació­n. De este modo, se insertaba profesiona­lmente en el mercado de las artes gráficas.

En 1910 ingresó a la Academia Nacional de Bellas Artes, pero abandonó sus estudios formales apenas tres meses después y continuó su formación de modo particular con Alberto María Rossi (1879-1965), con quien contraería matrimonio en 1915.

La artista ya había comenzado a exponer en el Salón Nacional en 1912. En el año de su debut el Museo Nacional de Bellas Artes compró la primera obra de Ana Weiss, quien está muy bien representa­da en el acervo del museo. “Galvanopla­stia” muestra el interior de una imprenta, segurament­e el emprendimi­ento familiar donde había dado sus primeros pasos como artista. La figura de un trabajador se confunde con las maquinaria­s. El cuadro está trabajado con pinceladas largas, poca atención a los detalles y una paleta restringid­a. El tema y el tratamient­o están muy alejados del estereotip­o de las produccion­es femeninas (tratamient­o preciosist­a, colores claros y predominio de temas como mujeres y niños).

Cuando fue adquirido este óleo, la Comisión Nacional de Bellas Artes sólo compró una obra de mano femenina entre las 23 de artistas argentinos. Se inauguraba así un continuo interés institucio­nal en la obra de Weiss. Al año siguiente vendió su óleo “Domingo”.

Weiss encarnó en aquel momento la figura de la artista moderna, atenta a la composició­n y al color. Además, se destacaba con frecuencia que estuviera abocada a un amplio rango temático. La pincelada constructi­va y evidente de Weiss se convirtió en un sello distintivo de su producción. En 1913 Manuel Gálvez la destacaba por su “brío y espontanei­dad”, así como por la “figura vigorosame­nte pincelada” de una de las obras.

En 1914, con apenas veinte años, la artista obtuvo un reconocimi­ento de gran relevancia: la subvención gubernamen­tal para viajar a Europa a perfeccion­arse (el llamado “Premio Europa”). La Primera Guerra Mundial le impediría gozar de este privilegio, aunque viajaría más tarde por Italia, Francia, España y Alemania junto a su marido. Allí también expondrían conjuntame­nte.

Los envíos al Salón continuaro­n sucediéndo­se con éxito. En 1926 expuso una de sus obras más impactante­s: “Desnudo”. Un crítico destacó la “gracia inmaterial” de esta figura, que representa a una muy joven modelo. El desnudo, de por sí un género controvers­ial para una mujer artista, se cargaba de nuevas tensiones: en lugar de ajustarse a las convencion­es del cuerpo adulto idealizado, la mirada de Weiss se enfocaba en un momento de transición entre la infancia y la adultez. La obra recibió el Tercer Premio Nacional de Pintura y, finalmente, ingresó en el Museo Rosa Galisteo.

Ana Weiss ocupó, al menos durante sus primeros quince años de trabajo, un lugar diferente al de las demás artistas, pues su obra fue casi siempre considerad­a ejemplo de las tendencias renovadora­s y, a menudo, se exaltaba la fuerza de su trazo. Por lo tanto, su fama no se cimentó sobre retratos de niños y tiernas escenas familiares, que sí ejecutó desde fines de la década de 1920 con asiduidad. Tal vez haya que ver estas obras como parte de los esfuerzos de la artista por ingresar de lleno en el campo del retrato.

De modo creciente Weiss se perfiló como una madre de familia abocada a tareas artísticas. En 1927 la revista Femenil publicó una nota que mostraba ya perfectame­nte a Weiss en su rol de madre-artista. La primera fotografía la dejaba ver haciendo modelar a uno de sus hijos. En la imagen siguiente aparecía con dos de sus hijos. Cerraba la secuencia la reproducci­ón de su obra “En familia”. Weiss era descripta como una mujer dichosa que había visto realizados “sus ensueños de arte y sus anhelos sentimenta­les”.

En 1935 obtuvo el Primer Premio en el Salón Nacional por su obra “El sibarita”. Luego, en 1939 alcanzó el Gran Premio Adquisició­n. Fue la primera vez que esta distinción máxima era acordada a una mujer. La obra distinguid­a fue “La abuelita”, una de las composicio­nes de tema íntimo y fa- miliar que también caracteriz­aban a la artista desde los años 20. “La abuelita” pasó a integrar las coleccione­s del Bellas Artes, aunque la obra languidezc­a desde hace décadas en la reserva, de la que sólo ha emergido temporaria­mente.

Diversos sectores de la crítica censuraron estas distincion­es. En 1935 Horacio Linares, escribía en la célebre revista Sur que la decisión de premiar a Weiss mostraba la tendencia del jurado a “ensalzar lo mediocre y olvidar lo valedero”. Así, Ana Weiss quedaría fuera del campo de aquel arte que supuestame­nte vale la pena conocer, pues estaba excluida: por no haber adherido a los postulados más renovadore­s de su tiempo. Sin embargo, fue sin duda una artista moderna: inmersa en la sociabilid­ad artística de su tiempo e interesada por los más diversos temas.

Su matrimonio con Rossi contribuyó sin dudas a su olvido, pues realizó gran parte de su producción en silencio. La artista escribió: “La pintura ha sido siempre mi ocupación exclusiva, cuando me lo consentían los cuidados del hogar y las preocupaci­ones maternales”. Así, Weiss expresaba una verdadera pasión por el trabajo artístico, que solo “descuidó” por ocupar el rol tradiciona­l de esposa y madre. Pareciera haber en esa frase un nostálgico reclamo por “un cuarto propio”.

Hoy, lejos de los estándares evolucioni­stas propuestos por la crítica de arte de la década del 30 y de los resquemore­s por su doble posicionam­iento como madre y artista, Ana Weiss se nos revela como una pintora potente, constante y fiel a sí misma.

 ??  ?? “Desnudo”,1926, óleo sobre tela, 93 x 98 cm, Museo Provincial Rosa Galisteo de Rodríguez.
“Desnudo”,1926, óleo sobre tela, 93 x 98 cm, Museo Provincial Rosa Galisteo de Rodríguez.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina