Un teatro para padres que no quieren esperar
Las obras para bebés aparecen como una propuesta para la formación de la primera sensibilidad artística. ¿Será?
Cada vez más se entiende que alimentar la sensibilidad y la imaginación es tan fundamental en el desarrollo humano como alimentar el cuerpo. Por eso se está poniendo de moda un teatro específico para los bebés, los niños desde los seis meses hasta los tres años. Algo que Gabriela Hillar, una precursora, viene desplegando desde hace 25 años: con su proyecto A Upa desarrolló premisas estéticas ligadas a su experiencia como psicopedagoga. Esto se potencia ahora en el encuentro con Daniela Fiorentino, de larga trayectoria en la investigación del clown y del teatro de objeto para niños y adultos en sus diferentes variantes y en cruce con otras disciplinas (danza, dibujo, video); incluso con gran experiencia en teatro para niños con capacidades diferentes. Ambas coincidieron en su preocupación por la especificidad etárea sin que quede de lado la calidad estética, por eso fundaron Estación Primera Infancia. No sólo para generar obras propias, es una instancia de curaduría, producción y programación de obras para bebés que aunque transiten diferentes estilos tengan el mismo nivel de responsabilidad estético tanto como pedagógico. “Se trata de teatro –especifica Hillar– , es distinto a ser un animador, una maestra de guardería o una sicóloga; también es distinto el actor, tiene que saber dejar el ego de lado, hacer una donación en la que no recibe un reconocimiento directo.” Y agrega Fiorentino: “El titiritero ya tiene esa entrega porque sabe quedar detrás del objeto; cuando termina una obra los bebés quieren abrazar el objeto que les resultó significativo, ese es todo el aplauso que vamos a tener y está bien”.
Hay una cantidad de detalles a tener en cuenta que Hillar aprendió en el camino recorrido: “Un umbral de estímulo que no hay que sobrepasar, un nivel de estridencia de la música y la voz, la luz, el color, un nivel de movimiento y de tempos, todos recursos fundamentales pero que pueden ser estresantes si son excesivos. También saber que hasta esa edad los niños no ne- cesitan un relato hilvanado pero sí situaciones. Es el aquí y ahora del teatro en su máxima expresión porque es instante a instante y hay que tener cancha para tomar e incorporar diferentes reacciones de los niños. Y de los padres, no tienen que estar preocupados, los niños encuentran naturalmente cómo tomarlo. Ya pueden ver teatro porque empiezan a relacionarse con el mundo pero aún la actitud de sus padres influye mucho en cómo lo viven”.
Desde el comienzo se aclara a los padres que dejen a los niños la libertad de moverse, asistir de espaldas, señalar o balbucear, querer irse si se perturban, no se genera un caos porque el actor debe saber incorporarlo. Algunas obras se acompañan de un momento lúdico posterior para canalizar lo que se movilizó. Si se alude a problemáticas de la edad, chupete por ejemplo, es sin señalamientos, la situación está ahí para que adquiera otro vuelo y para que el niño se relacione con la emoción, asocie, se exprese. También se aclara a los actores que no se frustren si los padres o los abuelos sólo se concentran en ver a sus propios hijos y nietos viendo teatro, es muy frecuente, incluso positivo porque el niño vivirá su acercamiento al arte como una celebración.
“Porque es arte –insiste Fiorentino– un hecho poético en un escenario, no se trata de mover trapitos y colores sino de hacer algo estético además de adecuado a la edad. Por eso esta curaduría, pusimos nuestra experiencia al servicio de las compañías teatrales por un lado, porque les ofrecemos nuestra experiencia y colaboración en el desarrollo y producción, y por otro lado al servicio de las salas que quieren tener una programación para la primera infancia. Ya tenemos un repertorio cuidado y con diferentes abordajes: instalaciones lúdicas, canciones, teatro de sombras… y en este momento son varias las salas donde se puede ver, cada vez más los padres y abuelos entienden la importancia de poner a los chicos desde el comienzo en contacto con lo poético”.