BUENOS AIRES COMO PISTA DE BAILE
Festival Buenos Aires de Danza Contemporánea. Desde el 9 de octubre, en 29 puntos de la ciudad, la danza copará la escena. Una entrevista con la Directora del Festival, Roxana Grinstein.
Puesto palmariamente en números, la décima edición del Festival Buenos Aires de Danza Contemporánea –organizado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y que se inicia el próximo martes 9– incluirá 143 actividades diferentes y 567 artistas nacionales e internacionales y se desarrollará a lo largo de nueve días en 29 sedes de la ciudad. Un acontecimiento, sin duda, de grandes dimensiones.
A partir de la edición 2016 la dirección del Festival, que tiene una frecuencia bienal, fue puesta en manos de Roxana Grinstein, una mujer enteramente de la danza como lo muestra una trayectoria recorrida en todas las direcciones posibles: bailarina, coreógrafa y maestra, Grinstein fundó su propia compañía independiente y también creó obras para el Ballet Contemporáneo del San Martín entre otros conjuntos oficiales. Fue directora artística de Prodanza –organismo estatal que colabora con proyectos de danza–, además de jurado y curadora en numerosos ámbitos. Dirige el Grupo de Danza de la Universidad Nacional de las Artes y en 2000 fundó con el director y actor Roberto Castro su propia sala teatral en el barrio del Abasto.
Colocada así desde hace mucho tiempo, y de una manera intensa, entre la creación, por un lado, y las tareas de dirección y organización por el otro, Roxana Grinstein considera que hay más de una similitud entre ellas. Dice: “Entiendo a la gestión como algo afín a la composición coreográfica”. –¿En qué sentido?
–Que las dos consisten en combinar cosas. Los mecanismos que uso para la composición de una obra (y me refiero sobre todo a las herramientas), las utilizo también cuando encaro una gestión: qué elementos tengo y cómo los puedo combinar para dar lugar a algo nuevo.
–Para alguien que no tenga conocimientos de composición, ¿podrías decir cuáles son esos elementos?
–En la danza son básicamente el espacio, el tiempo y la dinámica. Y para pensar un festival también se precisa decidir los espacios en los que va a desarrollarse, cuáles van a ser sus dinámicas, cómo van a ordenarse los tiempos y los ritmos internos. Por otro lado, cuando se piensa una coreografía hay que elegir los momentos que tendrán más énfasis y en este sentido también ocurre algo parecido cuando se organiza un festival. –En 2016 asumiste por primera vez la dirección del Festival de Danza Contemporánea, que había quedado en suspenso durante varios años. Sé que tuviste poco tiempo para organizarlo, pero todo el mundo coincidió en que fue muy logrado y muy exitoso en muchos aspectos diferentes. ¿Qué recuerdo tenés de ese vértigo que se te cruzó en el camino?
–Creo que mi primer objetivo fue que el festival se constituyera como algo grande, importante; que tuviera presencia. Y que se armara a partir de una convocatoria, es decir que los coreógrafos pudieran presentar proyectos y que después se eligieran de una manera democrática. En aquel momento se hizo todo verdaderamente en muy poco tiempo, tanto que durante el período de organización me alejé de la realidad cotidiana; me acuerdo de que estaba tan absorbida por el trabajo que no me apartaba de la computadora y mi familia tenía que llevarme la comida allí.
–¿Qué cosas, además del mayor tiempo para planificar, se consiguieron para esta edición? –En realidad, es la mayor cantidad de tiempo lo que nos permitió, por ejemplo, establecer acuerdos con distintas instituciones
o tener invitados internacionales. Es decir, se pudo prever y por lo tanto estar más tranquilos. Hubo además mucho apoyo de la comunidad de la danza.
–¿Qué te dejó la experiencia de la edición 2016 que no quisiste repetir ahora? ¿O a qué propuestas sí quisiste volver?
–Siempre pienso mucho en las cuestiones educativas, formativas, y también en las evoluciones. Por eso muchas cosas que comenzaron en el festival anterior tienen ahora más relevancia. Y en cuanto a ideas nuevas, se sumaron otras líneas que antes no estaban, como trabajos surgidos en los barrios.
–¿Podrías ampliar algo sobre esto?
–La llamamos “cadáver exquisito”, debido a aquel juego inventado por los surrealistas en el que una persona por turno va agregando una palabra hasta formar una frase única sin saber qué escribieron los otros. Esta es también una composición en secuencia: una persona cuenta una historia que ocurrió en su propio barrio; después un dramaturgo le da forma y finalmente un coreógrafo hace la puesta en escena sin que ninguno de los tres se haya cruzado nunca. Este festival tiene como eje una frase que dice “cuando pregunto por lo que quedó en el cuerpo pregunto por lo que quedó en la memoria”, y el trabajo en los barrios está muy vinculado a esa idea.
–¿En el Festival va a verse el proceso o las obras terminadas del “cadáver exquisito”?
–Las obras ya están terminadas y es el resultado lo que va a mostrarse. Son trabajos en general de dimensiones pequeñas, pero creo que lo más interesante es todo el proceso que se hizo previamente, es decir, que los participantes puedan acercarse a cómo se arman las cosas.
–La programación es mucho más amplia que en 2016, ¿no es cierto?
–Sí, hay alrededor de 60 trabajos completos; y está muy presente la idea de la circulación. Por ejemplo, reponemos la línea Miniaturas, que son obras pequeñas que el público puede encontrarse inesperadamente mientras recorre la Usina del Arte, en La Boca, que es donde se concentra la mayor parte de las actividades. Pero también armamos circuitos en el propio barrio de La Boca y en el centro, con los horarios coordinados como para que el espectador pueda armarse un recorrido. Me interesa recuperar esta idea de fiesta que creo que todo Festival debe tener.
–¿Cómo ves hoy el panorama de la danza contemporánea independiente, que es la que finalmente está representada en el Festival? –El crecimiento es impresionante. Los apoyos económicos, como los subsidios de Prodanza, ayudaron enormemente, y también la creación de la Universidad de las Artes, que abarca tantas orientaciones de danza. En este sentido me parece importante que el Festival sea grande porque en realidad es una muestra de lo que viene ocurriendo en la danza.