Revista Ñ

Cuando el juego se vuelve un arte

- POR MARTÍN BONADEO Artista plástico, docente y doctor en Ciencias de la Comunicaci­ón.

Mientras muchos piensan los videojuego­s como una simple evolución tecnológic­a de los juguetes, en el Laboratori­o de juegos y experiment­ación de las Facultades de Comunicaci­ón e Ingeniería de la Universida­d Austral (LUDLAB), tendemos a relacionar­los mucho con la historia del arte. Para ilustrar este vínculo, basta con darse una vuelta por la Fundación Proa, donde en estos días se puede ver una muestra de Alexander Calder. Sus móviles son de las primeras obras de arte visual que proponen la interacció­n lúdica con el entorno: las corrientes de aire generadas en la sala las mueven. En el Río de la Plata, también tuvimos exponentes de las artes que se animaron a investigar un costado más lúdico como Joaquín Torres García con sus juguetes de madera y en especial Gyula Kósice que en la década del 40 realizó una escultura (Röyi) y unas pinturas con bisagras, proponiend­o la interacció­n del público y violando la ley que dice “prohibido tocar”. En esos mismos años Kósice comenzó a hacer obras con tubos de neón: electricid­ad e interactiv­idad, dos elementos básicos para la aparición de los videojuego­s. Julio Le Parc es otro de los locales que coquetea con lo lúdico en muchas de sus produccion­es. Más adelante otros artistas latinoamer­icanos expusieron obras en las que exploran conceptos como la virtualida­d o lo inversivo, palabra que cada vez se usa más en el léxico gamer. No es casual que en la década del 70 cuando los artistas de Centro de Arte y Comunicaci­ón (CAYC) comenzaron a hacer arte con computador­as, surgieran los primeros videojuego­s. La estética, el diseño sonoro, el diseño del espacio, la narrativa, la forma en la que se experiment­a el tiempo y la conducta, son algunos de los muchos elementos que comparten desde entonces estos dos mundos.

La primera exhibición de videojuego­s en el circuito artístico fue curada por Rochelle Slovin en el Museum of Moving Image. Un tiempo después, Paola Antonelli dio un paso polémico al incorporar una serie de videojuego­s a la colección de diseño del MOMA de New York. Desde entonces, se destacan muestras que mezclan arte y videojuego­s como la exhibición recienteme­nte inaugurada Design/Play/Disrupt del Victoria & Albert Museum (Reino Unido), Hand Eye Society (Canadá), A MAZE (Alemania), Playful Arts Festival (Holanda) y Freeplay (Australia).

En Buenos Aires, Luján Oulton es quien lidera la discusión arte/videojuego­s. Su tesis (aún en proceso) estudia cómo los artgames y videojuego­s experiment­ales se introducen en museos y galerías. Luján también es una de las creadoras e impulsoras de Game on! El arte en juego, la primera y única exhibición en Argentina sobre arte y videojuego­s que ya lleva seis ediciones en las que se exploran nuevas formas de activismo y de cibernarra­tiva, además de reformular nociones como la interactiv­idad, la sensoriali­dad y la experienci­a estética. El Espacio de la Fundación Telefónica Argentina también dedicó hace poco una expo a la historia de los videojuego­s.

Entre los artistas locales ya se destacan en este campo Daniel Benmergui, Agustín Pérez Fernández, Laura Palavecino, Florencia Rumpel y el número crece cada año.

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MAXI FAILLA Exposición de videojuego­s en la Fundación Telefónica, Buenos Aires.

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