Revista Ñ

EL ARTE DE LATINOAMÉR­ICA, UN LARGO Y SINUOSO CAMINO

Nuevo guión en el Malba. El recorrido arranca en la primera modernidad y abarca temas como la vanguardia, la identidad, el arte abstracto y concreto, los cinéticos, el pop y los difíciles 70.

- POR GABRIEL PALUMBO

La curaduría es una de las formas de la edición. Ambas, a su vez, son formas de organizar una conversaci­ón y de la habilidad del curador-editor depende la fecundidad de la charla. Así como en literatura nunca es bueno que el editor compita con los escritores, las artes visuales pierden cuando el curador se pone por encima de las obras y del artista. Si algo vuelve a menudo ininteligi­ble al arte contemporá­neo, es precisamen­te el extravío de alterar el orden de importanci­a entre unos y otros.

Cuando sucede lo contrario, es decir, cuando el curador trabaja para hacer más legible la conversaci­ón, las obras recobran su centralida­d y empiezan a componer un discurso amable, pedagógico e informado. Esto es lo que hay que saludar de la excelente curaduría de Victoria Giraudo en el nuevo guión del Malba.

Arte Latinoamer­icano 1900-1970 despliega la colección permanente del museo de un modo diferente: ajena a los recortes políticos planteados por Verboaméri­ca, la anterior puesta de la institució­n, la forma actual elige privilegia­r la linealidad histórica y el desarrollo de una narrativa clara. La extensión temporal de la muestra permite, además, realzar las caracterís­ticas únicas, por extensión y variedad, de la Colección Constantin­i.

La exposición está armada a base de conversaci­ones que se suceden en siete estaciones conceptual­es. En cada una de ellas se establece un diálogo que comprende a escuelas y a artistas. Estas conversaci­ones son, como todas las interesant­es, variadas en temas y en modalidade­s. El problema de lo urbano, el protagonis­mo de las masas y el arte político dialogan con la belle époque, la experiment­ación y el pop sin que se genere ningún ruido más que el necesario.

El recorrido se abre con “Madroños”, de Carlos Federico Sáez. Una obra de 1900, muy descriptiv­a de la transición a la modernidad en el arte de la región, que muestra el perfil de una joven con una mantilla roja sobre su cabeza. La obra es de una belleza sobrecoged­ora en la que destaca el dibujo limpio y la creación de la atmósfera íntima habitual en el artista uruguayo.

Continúa con la primera modernidad en el arte de Latinoamér­ica. La influencia europea, tanto en estilos como en problemas. El cubismo y el futurismo están presentes en las obras de artistas acostumbra­dos al intercambi­o con el viejo mundo pero que no resignan una búsqueda propia y personal.

En esta sala la polifonía más rica es la que se da entre la serie de fotografía­s de Horacio Copolla, en su literalida­d descarnada en blanco y negro, y el colorido del “George Gershwin, an american in Paris”, que pintó Miguel Covarrubia­s en 1929, con su despliegue de cosmopolit­ismo y glamour que no impide, sino todo lo contrario, una inquietud amplia por la construcci­ón de la identidad.

La Revolución Mexicana resultó muy influyente en esa inquietud por una genuina identidad popular ligada a la construcci­ón de un sujeto revolucion­ario. Al mismo tiempo, fue demostrati­va de las diferencia­s entre el sur y el norte de Latinoamér­ica y de las tensiones entre identidad y migración. A las posturas identitari­as centradas en lo local se contrapusi­eron las hibridacio­nes potentes de artistas como Pedro Figari y Antonio Berni.

Las caracterís­ticas culturales de la región ayudaron a plasmar otra de las estaciones

de la muestra, enmarcada en la presencia del realismo mágico y de los diferentes surrealism­os. La naturaleza, el culto a los muertos y el cruce de influencia­s negras, mestizas e hispánicas se entremezcl­aron para recrear un mundo onírico particular­mente rico.

Los cuarenta fueron los años de la vanguardia. La Argentina pasó por su momento más luminoso con el arte concreto como resignific­ación crítica de la abstracció­n. En la puesta anterior del museo esta etapa había quedado reducida a una mención mínima. La curaduría de Giraudo le repone su enorme vigor con obras de casi todos los que formaron parte de Arturo, la mítica publicació­n capitanead­a por Tomás Maldonado, y luego dieron paso a Madi y al perceptism­o. Estos grupos, con sus discusione­s conceptual­es sobre la función del arte y sobre los soportes, fueron tan importante­s que llegaron a influir en artistas tanto de la región como de los Estados Unidos. En Brasil, los creadores geométrico­s y abstractos tomaron mucho de las discusione­s argentinas para darle cuerpo al movimiento neoconcret­o centrado en Helio Oiticica y Lygia Clark.

Precisamen­te es una obra de la artista belo-horizontin­a la que destaca en esta parte de la exposición. “Trepante”, un trabajo de 1965, es una demostraci­ón de sus búsquedas y exploracio­nes. La ocupación del espacio, el avance de un material sobre el otro, el movimiento y la performanc­e, definen el carácter de su obra, probableme­nte la más experiment­al del arte brasileño. Este tipo de obra no estaba diseñada específica­mente para un espacio de museo o de galería, ya que no requería en sus versiones originales ni de pedestales ni de otras formas de soportes. Las formas metálicas y las mezclas de metal y madera se vinculaban de modo arbitrario entre sí y con el espacio sin predetermi­naciones ni mapeos.

El avance de las décadas, en la historia y en el arte, cambian los interrogan­tes y las formas de relación entre los artistas y sus sociedades. En los años 60 y 70 se dan una serie de procesos concurrent­es que cambian para siempre la escena del arte latinoamer­icano. En el transcurso de esas dos décadas conviviero­n la vocación política y la opción por la violencia con la experiment­ación y el happening. La escena del Di Tella con la de Tucumán Arde, el ácido lisérgico con la pólvora. El arte respondió a estos estímulos de manera diferente y todas estan presentes en la muestra del Malba. A los procesos indetenibl­es de la internacio­nalización del arte les correspond­ieron búsquedas distintas marcadas por el/los espíritus de época. Una de las formas que logró mayor instalació­n fue la del arte cinético. La incorporac­ión de pequeños mecanismos y el manejo de materiales hasta ahora inusuales dieron vuelo a los cinéticos y la muestra lo expone ampliament­e. Con la sala del Museo Nacional cerrada hace demasiado tiempo, el grupo de obras expuesto en Malba le hace justicia a una temporalid­ad brillante del arte argentino. “Septs mouvements surprise”, que Julio Le Parc realizó en 1966, es la joya de la sala. Poco expuesta hasta ahora, la obra es un enorme rectángulo de movimiento en el que siete formas distintas pueden ser activadas por el espectador mediante un pulsador.

En las salas contiguas, la neofigurac­ión y el informalis­mo recrean el escenario conflictiv­o entre el pop y la sobrepolit­ización con resultados estéticos tan distintos como exquisitos. Los primeros trabajos con grafismos de León Ferrari conviven con las primeras incorporac­iones de materiales rústicos de Kenneth Kemble. Los trabajos pop, casi beatleanos de Jorge de la Vega, dialogan con la explícita politicida­d de la “Familia Obrera” de Oscar Bony o el retrato estencilia­do del Che Guevara de Claudio Tozzi.

En una de las paredes de este sector el vi- sitante encontrará “Formas Volantes”, de Alicia Penalba. Se trata de una de las obras más importante­s de la exposición. Más de una docena de bloques de fibra de vidrio de diferentes tamaños cuelgan de la pared formando una forma de formas. La oportuna decisión de transparen­tar la parte del techo que da sobre la obra le da una luminosida­d que le marida muy bien y que presagia su potencial como obra de exterior.

En el pasillo lateral, el de salida, y casi como dejando atrás décadas, discusione­s y conflictos, la pintura se vuelve sobre sí misma en obras de Marcia Schwartz y Ricardo Garabito.

Una de las misiones de un museo de las caracterís­ticas del Malba es la de ayudar a crear una audiencia sensible al arte latinoamer­icano. Una puesta como la actual parece el modo más eficaz para no desfallece­r en el intento.

 ??  ?? “Formes volantes”, de Alicia Penalba, ca. 1969-1976. importante obra donada al museo por el Archivo Penaba en 2017 es la incorporac­ión más reciente a la colección del museo.
“Formes volantes”, de Alicia Penalba, ca. 1969-1976. importante obra donada al museo por el Archivo Penaba en 2017 es la incorporac­ión más reciente a la colección del museo.
 ??  ?? Dos visitantes bajo uno de los Monstruos de Antonio Berni.
Dos visitantes bajo uno de los Monstruos de Antonio Berni.
 ??  ?? Una espectador­a en el sector de la muestra que aborda los años 40, el arte concreto y Madi.
Una espectador­a en el sector de la muestra que aborda los años 40, el arte concreto y Madi.
 ??  ?? “Autorretra­to con chango y loro” de Frida Kahlo, la obra más fotografia­da.
“Autorretra­to con chango y loro” de Frida Kahlo, la obra más fotografia­da.
 ??  ?? Obra sin título de Carmelo Arden Quin.
Obra sin título de Carmelo Arden Quin.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina