DISEÑO FRANCÉS, ¿CUESTIÓN DE GUSTO?
Objetos y muebles creados por Philippe Starck, Jean Paul Gaultier y otros grandes conviven en una muestra con la arquitectura del antiguo Palacio Errázuriz, diseñado en 1911 por otro francés, René Sergent.
Sin gusto para el mal gusto, tan Starck, tan Bouroullec… tan diseño francés” (No taste for bad taste, so Starck, so Bouroullec... so le french design) es la nueva muestra de objetos de diseño francés contemporáneo que puede verse en el Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD). Organizada en conjunto por VIA (Valorización de la Innovación en el Diseño de Muebles) y el Instituto Francés, contiene curiosas piezas creadas por diseñadores franceses reconocidos, como Philippe Nigro (para la marca Hermès), Philippe Starck (para Moustache) y Jean Paul Gaultier (para Roche Bobois). La exposición se estructura en diez ambientes o atmósferas similares a pequeñas recámaras o gazebos. En ellos el púbico puede entrar y sentarse, utilizar las sillas, sillones, lámparas, escritorios, mesas de diseño… El espectador puede sentir por un rato un clima determinado: porque esta exposición abarca no solo al diseño industrial y al diseño industrial de lujo, sino también al diseño de espacios interiores. Y aquí la categoría de “diseño industrial de lujo” merece una mención aparte, debido a su fuerte presencia en la exposición. Definida –tan acertadamente– por algunos autores como esa categoría en la que forma, función y materia ofrecen un plus de experiencia al usuario, en ella los objetos se vuelven artefactos sensibles, prácticamente animales, organismos que sienten y hacen a la vez sentir, al ser utilizados, tocados o escuchados. Estos objetos ya no solamente sirven a los humanos, ya no son solo bienes de consumo: prestan sus características, sus “sentidos”, a las sensibilidades de sus compradores o usuarios. Ocurre, por ejemplo, con marcas como Mercedes-Benz o Hermès, que cuidan hasta el sonido que hace el auto al andar o el cierre de un bolso al ser utilizado: es la atención máxima al ofrecer placer en el consumo y el confort.
Pero en la muestra, además, los objetos y ambientes toman un peso particular debidor al sitio, al marco que les brinda el museo en el que están siendo expuestos: un museo de fachada neoclásica francesa, con una fuerte presencia de piezas y obras de arte del 1500, 1600 y 1700 europeos: aquí cada sala del palacio –antiguamente era el hogar de la familia Errázuriz-Alvear, él, Matías Errázuriz, embajador chileno, y ella, Josefina Alvear, heredera de un vasto fragmento del territorio de nuestro país–, fue pensada y ambientada de acuerdo a una época distinta. En este sentido, la exposición de diseño francés (temporal) está montada dentro de otra exposición permanente: el mismo palacio-museo. Específicamente, Sin gusto para… ocupa los que eran el salón de baile, el jardín de invierno y el comedor de la familia. Estos montajes y señalamientos espaciales provocan situaciones y vínculos inesperados e interesantes: por ejemplo, en el ambiente de la exposición sobre diseño contemporáneo dedicado a “La elegancia con un toque de lujo” (una de las características del diseño actual francés, como se detalla más adelante), el “Vaso número 3” (Vase N 3) diseñado por Pierre Charpin para Sèvres, entra en diálogo con los varios jarrones de porcelana de Sèvres producidos durante los siglos XVIII y XIX en Francia, pertenecientes a la familia Errázuriz. Siguiendo el estilo napoleónico, fueron comprados mientras Errázuriz se desempeñó como embajador de Chile en Francia.
Pero dentro de la exposición temporal dedicada al diseño, cada uno de los ambientes fue creado de acuerdo a las que serían –según sostuvo un think tank de artistas, diseñadores, comunicadores y personas relacionadas con el mercado de arte– las diez reglas que definirían al diseño francés contemporáneo: el art de vivre (el estilo de vida) francés; el desenfado; la audacia; la apertura cultural; el savoir-faire; la tradición; la innovación sustentable; la elegancia con un toque de lujo; la creatividad e industria; y el equilibrio. Expresadas a través de la elección de cuarenta objetos de culto, la muestra tiene algo de pequeño blockbuster (esas exposiciones que son un éxito seguro, viajan por el mundo y se adaptan a espacios diferentes con el mismo contenido), aunque es divertida y depara sorpresas, como la delicia de escuchar música francesa tradicional saliendo del sofisticado y llamativo “Gold phantom” (Fantasma de oro), un parlante-trípode diseñado por Emmanuel Nardin para la marca Devialet.
Otros imperdibles en esta exposición: sentarse en el sillón con forma a la vez de de antiguo carro romano y auto, llamado “Ben Hur” (como la famosa película épica norteamericana de 1959): fue creado por Gaultier en 2010 y se encuentra dentro del ambiente/eje “Audacia”. Ver y tocar la delicada vajilla de porcelana “Aio”, diseñada por Ronan y Erwan Bouroullec para Habitat, en 2000, es toda una experiencia: se exhibe en el ambiente caracterizado como “Creatividad e industria”. Allí también se encuentran los curiosos “Zik 3”, diseñados por Starck para la marca Parrot, auriculares inalámbricos de altísima calidad realizados en sí-
mil piel de cocodrilo, aunque roja. Sentarse en el sillón “Borghese” –su creador, Noé Duchaufour-Lawrence, se inspiró para crearlo en los centenarios pinos de la Villa Borghese romana, de ahí su similitud con un árbol que da cobijo– transmite comodidad, color (diversos tonos de verde) y bienvenida. Situado en el ambiente definido como “Desenfado”, fue creado para la marca La Chance. Pero mientras usted se encuentre sentado en este sillón, una curiosa pluma móvil y rosada dará vueltas en círculo y rozará su cara: se trata de “Nuto”, de Pierre Charrié y Julien Vermeulen Plumassier (toda asociación de los nombres en castellano es pura coincidencia), objeto compuesto por una pluma de avestruz y una base de mármol, creado para la galería MICA. La “S+ARCKBIKE Snow” de Starck, en el ambiente “Innovación sustentable”, es una bicicleta eléctrica pensada para ser utilizada en una ciudad nevada: la piel sintética que cuelga de ella sirve para proteger la batería de las bajas temperaturas, así como la horquilla fue creada pensando en abrirse paso en la nieve. Una obra de Starck para Moustache bikes. En el mismo espacio, el “Andrea Indoor Air Purifier” de Mathieu Lehanneur mantiene una planta con vida, así como el “Un paper paravent” (la pantalla desplegable) de Julie Conrad sirve como una pared o biombo móvil: un divisor de espacios. Los bonitos y sólidos taburetes “Bishop” de la talentosa parisina India Mahdavi, fueron inspirados en un juego de ajedrez iraní: puede observárselos en el ambiente “Apertura cultural”. Allí también se ubica la original lámpara “Sempé W103”, de Inga Sempé (fabricada por los suecos de Wastberg).
¿Que el diseño industrial, el diseño de interiores, no son propios del campo de la estética, del arte? ¿Quién lo dice? Innovadores, funcionales, bellos o extravagantes, los objetos y herramientas que se despliegan en estos espacios con personalidad adquieren vida propia y mejoran las nuestras. Forman parte de una cultura material llena de signos: definen nuestras necesidades y deseos, poseen una biografía. La muestra exhibe la historia de vida de un grupo específico de objetos franceses del siglo XXI: es interesante y placentero asomarse a ellos.