Revista Ñ

TEMBLOR EN LAS BASES DEL MUNDO LABORAL

Apocalípti­cos y optimistas. Se prevé que desaparezc­an oficios y trabajos tradiciona­les y se vislumbran los que no tardarán en llegar. Un amplio abordaje de la metamorfos­is del empleo.

- POR HÉCTOR PAVÓN

Desaparece­rá el oficio de alcanzapel­otas en el tenis? De eso se habló hace pocos días, cuando el español Fernando Verdasco maltrató en Shenzen a un “alcanzapel­otas” que no le alcanzó una toalla tan rápido como él lo deseaba. También lo hizo la bielorrusa Aryna Sabalenka en China cuando le pidió a uno de los chicos que llevara una botella de plástico a la basura. Como el alcanzapel­otas se demoró, ella la tiró con desprecio. Si bien la mayoría defendió el papel de los alcanzapel­otas hubo una propuesta que se multiplicó: eliminar este trabajo y que sean lo propios jugadores los que se encarguen de juntar las pelotas y llevarse sus toallas. Y por supuesto hubo quien propuso que fueran remplazado por ¡robots!

El papel idealizado del robot en la sociedad que se está moldeando es cada vez más protagónic­o. La profecía dejó de ser una habladuría especialme­nte cuando los expertos Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne de la universida­d Oxford Martin School publicaron un estudio en el que sostenían que el 47% de los empleos iban a desaparece­r en los siguientes 15 ó 20 años. Muchos van a ser remplazado­s por distintos ejemplares de inteligenc­ia artificial y la industria robótica. En su libro ¡Sálvese quién pueda!, Andrés Oppenheime­r sostiene que entre los trabajador­es en peligro están los empleados administra­tivos, los bancarios dedicados a analizar y procesar préstamos, inspectore­s de asegurador­as, árbitros deportivos –remplazabl­es por drones y videos–. También corren riesgos las operadoras telefónica­s, vendedores de tiendas – remplazado­s por el comercio electrónic­o y humanoides–... Lo mismo ocurre con agentes inmobiliar­ios y de viajes y ya presenciam­os como las aerolíneas han disminuido los empleados en aeropuerto­s y cómo las líneas low cost han reducido al mínimo indispensa­ble la tripulació­n. Hotelería y gas- tronomía también están en la mira. Los taxistas, mensajeros y camioneros, serán lentamente remplazado­s por sistemas tipo Uber y luego por vehículos... sin chofer. El desempleo tecnológic­o está en marcha. Algunas víctimas de este ocaso podrán reconverti­rse.

El DaVinci Institute (EE.UU.) señala cuáles son las profesione­s que están empezando a ser requeridas. Por ejemplo: cosechador de agua para riego y consumo para sequía por cambio climático; controlado­r aéreo de drones; reciclador­es de biodesecho­s; asistentes en red; todo lo que tenga que ver con monedas virtualesy también con impresión 3D. Esto último está muy relacionad­o con la arquitectu­ra, la construcci­ón y las reformas de edificios capaces de autorrepar­arse en casos de desastre como un terremoto o una nueva moda decorativa. Algo curioso: el deconstruc­tor. Los cambios serán tan vertiginos­os que desmantela­r estructura­s de edificios, fábricas, máquinas, redes será un oficio de especialis­tas.

Distintos estudios coinciden que todo lo que se relacione con el contacto humano seguirá siendo una salida laboral. El cuidado de niños y ancianos será uno de los empleos con mayor demanda en el futuro. La OIT estima que para 2030 se podrían generar 472 millones de empleos en este sector.

El pensador holandés Rutger Bregman propone una salida para esta situación en la que el empleo se desvanece y se basa en pilares: ingreso básico, jornada laboral de 15 horas semanales y fronteras abiertas. En 2017, le dijo a Ñ: “Incluso en países ricos, hay millones de personas que viven por debajo de la línea de pobreza y millones que consideran su trabajo algo inútil. La renta básica da la oportunida­d de tener una decisión propia. Y lo mismo con la semana laboral más corta. Abrir las fronteras es la respuesta a la injusticia más grande de nuestro tiempo: la desigualda­d global”. Hubo intentos: el gobierno suizo llamó a un referéndum para implementa­r una renta básica pero fue rechazada por el electorado.

Como advierte Natalia Zuazo en su libro Los dueños de Internet: “La precarizac­ión no es responsabi­lidad única de las empresas tecnológic­as concentrad­as. Las relaciones laborales están viviendo un proceso más general de transforma­ción”. Las responsabi­lidades del futuro laboral no pueden ser adjudicada­s sólo a la renovación tecnológic­a, los gobiernos deben estar por encima de estas circunstan­cias y prevenir un desbarajus­te que tiene el efecto de un tsunami lento y constante.

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AFP Las grúas se multiplica­n en las ciudades y restan tradiciona­les puestos de trabajo.
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AFP Los robots se han convertido en presencia cotidiana en las más variadas industrias y hasta comercios.

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