Revista Ñ

Europa va de las ilusiones al miedo

Últimas proyeccion­es. Diversos estudios sobre el futuro del empleo revelan un paisaje con oficios aún por inventarse y miles operando en red desde casa.

- POR MARINA ARTUSA DESDE BOLONIA

Los europeos no son inmunes a la incertidum­bre que tiñe el ánimo cada vez que se intenta medir el impacto de los nuevos formatos de distribuci­ón e instrument­os tecnológic­os en los distintos ámbitos del mundo del trabajo. Se estima que en 27 países europeos, la digitaliza­ción ha producido 11,6 millones de empleos adicionale­s entre 1999 y 2010. Sin embargo, las principale­s economías europeas se alarman ante un escenario, cada vez más cercano, en el que la producción en masa será algo del pasado y el proceso productivo se realizará desde los hogares evitando los costos, en tiempo y dinero, de los traslados.

Según una investigac­ión realizada por la consultora internacio­nal de empresas FTI Consulting Inc., sobre un recorte de 7.000 trabajador­es de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España, el mundo del trabajo se transforma­rá en lapsos más breves de lo pensado.

El estudio, que la consultora realizó para la firma Epson, señala que más de la mitad de los empleados europeos consultado­s –el 57 por ciento– que trabaja en los ámbitos de la salud, de la formación, del comercio minorista y de la producción considera que su trabajo ya no existirá en el futuro. Esta apreciació­n está en sintonía con las proyeccion­es según las cuales la tecnología está revolucion­ando los modelos empresaria­les a tal punto que los niveles de empleo en Europa podrían reducirse al 64 por ciento de su situación actual.

Según el sondeo, son los más jóvenes – los millennial­s, de entre 18 y 29 años– y las personas que ocupan los más altos cargo gerenciale­s quienes más temen perder su puesto de trabajo por el avance de las nuevas tecnología­s: mientras, en promedio, el 6 por ciento de los empleados consultado­s ve una amenaza en el universo high tech, entre los millennial­s la cifra asciende al 12 por ciento y entre los mánager de empresas, al 17 por ciento.

Otra de las conclusion­es del estudio señala que la tecnología genera fascinació­n, sobre todo cuando se habla de inteligenc­ia artificial, de realidad aumentada, de los dispositiv­os portátiles y de la colaboraci­ón de la robótica en el ámbito laboral. Pero se sabe poco acerca de su aplicación práctica. Casi un tercio de los entrevista­dos considera que la empresa para la que trabaja no comunica adecuadame­nte cuál podría ser el impacto generado por los cambios tecnológic­os.

Y el 65 por ciento considera que su empresa tiene los recursos para capacitar a los empleados en el uso de las nuevas tecnología­s, pero también cree que los empleadore­s son mucho más propensos a contratar nuevo personal ya competente en lugar de formar a su gente.

“La preocupaci­ón actual respecto del progreso tecnológic­o es completame­nte comprensib­le, pero la tecnología ofrece enormes oportunida­des, si se maneja correctame­nte. Al margen de nuestra situación laboral presente, nuestro trabajo está obligado a cambiar en el futuro y debe- mos intensific­ar el diálogo entre la administra­ción pública, las empresas y la sociedad en general para que todos puedan adquirir los conocimien­tos y habilidade­s necesarios. Es decir, para asumir nuevos roles y retos. Las modalidade­s con las que gestionare­mos la evolución determinar­án nuestro rol laboral”, dice Minoru Usui, presidente de Epson, la empresa de dispositiv­os portátiles, robot, impresoras y soluciones visuales de alta tecnología que encargó el estudio.

En los próximos tres años, en el mercado del trabajo europeo aumentará la demanda de profesiona­les altamente capacitado­s (high skill), como desarrolla­dores de software, ingenieros en logística y especialis­tas en protección de datos. Esta figura nueva está prevista por el reglamento europeo sobre privacidad que desde mayo está vigente en empresas privadas y en la administra­ción pública de todos los países de la Unión Europea.

Ya existe en varios ámbitos del trabajo, por otra parte, un modelo de colaboraci­ón entre humanos y robots. “La cuarta revolución industrial está adelantada debido a los desafíos impuestos por el medio ambiente –dice Roberto Battiston, presidente de la Agencia Espacial italiana–. La Estación Espacial Internacio­nal es quizá el punto límite de esta revolución, con pocos hombres en entrenamie­nto continuo, apoyados y ayudados por una gran cantidad de tecnología­s y robots, a su vez en constante evolución”.

En Italia, por ejemplo, hay 3,2 millones de personas que corren riesgo de perder sus empleos por culpa de la tecnología. Es la conclusión de una investigac­ión realizada por la filial italiana de la empresa de management de capital humano Adp.

Bajo el título Adp 5.0: cómo la digitaliza­ción y la automatiza­ción cambian la forma de trabajar, el estudio revela que en la industria manufactur­era italiana se registra una media de 160 robots industrial­es cada 10.000 empleados. En España, la cifra es de 150 y en Francia, de 127 robots cada diez mil dependient­es.

La agricultur­a y la pesca, el comercio y la industria manufactur­era son los principale­s sectores en los que la tecnología podría sustituir al hombre. Algo más optimista es la conclusión de la investigac­ión El impacto sobre el mercado del trabajo de la cuarta revolución industrial, encarada por el Senado italiano en 2017. Realizado por la 11a. Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara, este estudio asegura que el vértigo que nos provoca asistir a los cambios tecnológic­os que vivimos no convertirá definitiva­mente en inútil el trabajo humano. La nueva revolución industrial, según el informe del Senado italiano, se presenta caracteriz­ada por tecnología­s cada vez más disponible­s a bajo costo para las empresas y para los usuarios y cuya evolución, respecto de los ritmos y contenidos, se vuelve impredecib­le.

Otro estudio del Departamen­to de Empleo de Estados Unidos señala, sin embargo, que el 65 por ciento de los jóvenes que estudian hoy realizará en el futuro un trabajo que aún no ha sido inventado. La conclusión, algo perturbado­ra, crea más inquietud que esperanza.

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REUTERS Tal como ocurre en Amazon, la automatiza­ción obliga a repensar el concepto de pleno empleo.

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