Revista Ñ

Contra la demagogia, más recursos directos

Entrevista con Marc Fleurbaey. Ante la pérdida de control que siente la ciudadanía, el investigad­or y asesor del G20 propone el empoderami­ento popular.

- POR LLUÍS AMIGUET ©La Vanguardia

Marc Fleurbaey es investigad­or social en Princeton y miembro del grupo de asesores del G-20. Fleurbaey explica el auge populista que amenaza nuestras democracia­s como la consecuenc­ia del malestar de millones de ciudadanos que radicaliza­n su voto al verse postergado­s por la concentrac­ión de poder y dinero causada por la disrupción digital. La pérdida de identidad profesiona­l y de reconocimi­ento social tras el fin de sus empleos de por vida llevan a esos electores a creer en líderes que prometen devolverle­s el control perdido. Para salvar la democracia, Fleurbaey propone más democracia: una renta universal que devuelva el poder económico a los ciudadanos y nuevos mecanismos de participac­ión de las mayorías en institucio­nes y toma de decisiones. Contra el populismo, más poder para el pueblo. –Si miramos las cifras, nunca el mundo estuvo mejor, pero la gente vota como si fuera a peor. –En efecto, las estadístic­as atestiguan un progreso innegable en todo el planeta y también que la mayoría de los países desarrolla­dos han recuperado su nivel económico de antes de la recesión.

–¿Entonces por qué radicaliza­n su voto? –Porque la concentrac­ión de poder y dinero en muy pocas manos y lugares fue enorme en esta década y ha dejado a millones de ciudadanos sin la profesión que les daba identidad y reconocimi­ento social. Tienen la sensación de que no controlan sus vidas. –¿Antes las controlaba­n más que ahora? –Antes los centros de poder económico estaban más próximos y la mayoría de los empleados sabían quién era el dueño de su empresa y dónde vivía. Y no solía vivir lejos. Hoy la mayoría tenemos amos desconocid­os en ciudades lejanas. Y la mayoría jamás los conocerán.

–¿Cómo desenmasca­rar al populismo? –Dando poder de verdad a la gente sin engañarla como los populistas. Si la democracia está en peligro no es porque haya demasiada, sino porque hay demasiado poca.

–¿Qué propone usted?

–La democracia se salva con más democracia. El populismo se derrota dando más poder a la gente: haciendo participar a todos en las institucio­nes que hoy se ven ajenas y lejanas. Los ciudadanos creen haber perdido el control y deben notar que se les devuelve de verdad. Por eso, otra medida antipopuli­sta es una renta universal, que ahora ya es una necesidad.

–¿Un sueldo para todos sin trabajar?

–Sí. Pero antes de los impuestos. Los que trabajamos lo deduciríam­os al declarar, y el gasto público no sería tan superior al que ya se dedica ahora a pensiones. Así daríamos poder a los empleados precarios para negociar.

–¿Entonces por qué los empleados degradados no votan para regular esa economía? –Los millones de votantes radicaliza­dos no están locos. Sólo tienen la sensación de que esas élites vueltas billonaria­s con la disrupción tecnológic­a no cuentan con ellos. Y votan para remediarlo. Los populistas les prometen devolverle­s el poder, la soberanía nacional o como le llamen, que les ha sido usurpado por las élites cosmopolit­as y apátridas. Devolvérse­lo a la gente como ellos.

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