“La política no es un concurso de popularidad”

Hasta ahora todos los presidentes de Estados Unidos, que yo sepa, han considerado que la relevancia de Gran Bretaña para los Estados Unidos estaba enriquecida por nuestra participación en la Unión Europea. Sin embargo, muy pronto –en el curso actual de los acontecimientos– ya no estaremos en condiciones de defender desde dentro de la UE los valores anglo-americanos del libre comercio, la apertura de los mercados y las defensas fuertes. Nuestros amigos, los estadounidenses, son obstinados respecto del poder. Sería incurrir en una locura romántica pensar de otro modo. Que no haya dudas… si Gran Bretaña no está capacitado para cumplir con los intereses de Estados Unidos en Europa, ellos buscarán en otra parte quién lo haga. Nuestro valor –como aliados de Estados Unidos– va a decaer. No corresponde usar el “a lo mejor”, sino el “pero”: seremos menos relevantes. Es ingenua la frase, en boca de tantas personas que hablan de una “relación especial”: se está volviendo menos “especial” año tras año. Durante siglos nuestro estado ha planificado y conspirado para evitar que Europa se uniera en nuestra contra. Hoy hemos elegido darle la espalda. Apuesto a que una larga serie de estadistas debe estar revolcándose en la tumba. Sabemos que el mundo después del Brexit será muy distinto del que es ahora. No puede ser de otro modo, porque ninguna forma del Brexit podrá estar a la altura de las promesas que se hicieron durante la campaña en el referéndum. Eran fantasías para reunir votos, no eran medidas políticas reales. Comprendo los motivos de aquellos que votaron por la salida de la UE: puede ser –lo sé muy bien– algo frustrante. Sin embargo, luego de sopesar las frustraciones y las oportunidades, no tengo ninguna duda de que nuestra decisión es un error colosal, que debilitará tanto a Gran Bretaña como a la UE. Será un daño a la riqueza nacional y personal, y es posible que deteriore seriamente nuestra seguridad futura. Es posible incluso que dentro de un tiempo tenga como resultado la ruptura de nuestro país. Ninguno de los partidos políticos fuertes está en óptimas condiciones. Tanto Conservadores como Laboristas están enfrentando presiones de posiciones extremas entre sus propios miembros. Confieso abiertamente que debemos llegar a un acuerdo. La política es la vida real. No es la guerra. No es un concurso de popularidad. Se trata del bienestar de la gente. Se trata de cuatro naciones que merecen más que una guerra por la supremacía ideológica. El respeto y la civilidad podrán ser de gran ayuda. Más acuerdo, menos confrontación.