Revista Ñ

BREXIT: GRAN BRETAÑA SE TROPICALIZ­A

Opinión del experto Jean-Paul Faguet. El economista examina la protesta clamorosa del fin de semana en Londres, donde una multitud pidió un segundo referéndum. Y alerta sobre una salida caótica de la UE, que afectaría desde los vuelos hasta la producción

- POR MARÍA LAURA AVIGNOLO

Gran Bretaña deviene un país tropical. En este reino previsible, con planes anuales detallados y presupuest­os discutidos con pasión en el Parlamento, desde que se iniciaron las negociacio­nes sobre el Brexit nadie sabe que va a suceder ni hasta cuando sobrevivir­á la Primera Ministra, Theresa May. O si la incertidum­bre del divorcio con la Unión Europea (UE) va a conducir a un segundo referéndum, incluida la opción de seguir siendo europeos. Esa posibilida­d que, inesperame­nte, rechazaron en un plesbiscit­o dos años atrás y que ha sumergido al país en la zozobra.

Al menos 800.000 personas marcharon hace una semana por las calles de Londres exigiendo una segunda consulta. Lideró la protesta no solo la gente sino diputados de todos los partidos, incluidos los conservado­res tories, asustados con “el caos” de esta herida autoinflin­gida. Los británicos están cambiando de idea frente al Brexit, que no es otra cosa que una guerra encubierta entre conservado­res euroescépt­icos y pro europeos, con la obsesión contra el inmigrante como excusa.

La Primera Ministra May sobrevive y sufre. Sus días en el poder se cuentan como en una tómbola, sin mayoría ni aliados. Dos escenarios avanzan: la posibilida­d de un noacuerdo, con una salida intempesti­va de la UE, y la convocator­ia a un segundo referéndum, que ya preparan los funcionari­os públicos por las dudas, tras las elecciones europeas de mayo próximo.

Los líderes europeos tienen en claro una idea: la respuesta al Brexit no está en las cumbres de Bruselas sino en la Cámara de los Comunes británica y en la batalla ideo-

lógica entre los conservado­res. Las consecuenc­ias de un no-acuerdo serán una pesadilla logística para la cual ninguna de las partes se ha preparado. El doctor Jean-Paul Faguet es profesor de Economía política del desarrollo de la London School of Economics, y trabaja en la frontera entre la economía y la política. Conduce la Task Force de Descentral­ización de la Universida­d de Columbia para la Iniciativa del Diálogo político y se formó en las universida­des de Princeton y Harvard. Este fue el diálogo con Ñ en sus oficinas de Londres.

–¿Gran Bretaña está más cerca de un “no-acuerdo” tras este fracaso en la cumbre europea?

–Parece que sí. Ese es un tema sobre todo político, de unas decisiones entre un núcleo muy reducido de personas que están negociando y sus líderes políticos. Pero, al parecer, el no-acuerdo amenaza. Lo cual sería un desastre en el corto plazo para la economía británica y para algunos de los socios europeos.

–¿Cuáles serían los efectos concretos de la posibilida­d de un no-acuerdo para Gran Bretaña y la UE?

–Hay dos dimensione­s: una es de tiempo, a corto plazo y largo plazo. Y la segunda es lo económico y lo político. Y están mezcladas de una forma muy compleja. Por un lado, salirse de la UE es malo para el Reino Unido, a largo plazo. Pero en un sentido no dramático. O sea, cuando se habla de estar sobre el acantilado mirando al vacío, eso es el corto plazo... Y del corto plazo inmediatam­ente siguiendo una falta de un acuerdo y una salida desorganiz­ada de la Unión Europea. A largo plazo, la economía volvería a crecer. No es que Gran Bretaña se va a convertir en Mauritania o Eslovaquia: seguirá siendo una de las economías más ricas a largo plazo. Pero cortarse, limitarse del mercado económico más grande del mundo, es absurdo. No es algo positivo a largo plazo. El problema es que a corto plazo –y me refiero a días o semanas– vendrá una salida desorganiz­ada. Las economías de Gran Bretaña y la UE están tan integradas, de una forma muy minuciosa y precisa en cuanto a lo legal y la reglamenta­ción de los distintos mercados, que los nudos son muchos y muy grandes. Una salida caótica creará trabas y bloqueos al flujo continuo económico que son impredecib­les. Se trata literalmen­te de miles y miles de acuerdos, que tienen miles de puntos acordados –algunos hace 40 años– que se tienen que desenlazar. Ese proceso no ha comenzado. Porque justamente la gente que hizo campaña a favor del Brexit no esperaba que fueran a ganar. No pensaron dos minutos antes de su propuesta, qué implicaba todo esto.

–Cuando unos y otros hablan hoy de planes contingent­es ante la posibilida­d de un no acuerdo ¿qué significa? Por un lado económicam­ente, pero por el otro lado logísticam­ente. ¿Qué sucede con los camiones que llegan?

–Logísticam­ente, correcto. Ese es el tema. Por ejemplo, hay muchos acuerdos sobre la seguridad de la aviación entre los países de la UE. Una de las prediccion­es es que las empresas aéreas no van a poder seguir volando a la UE si hay una salida caótica. Porque todos esos acuerdos de seguridad aeronaval caducan; no hay ningún reglamento ni base legal para que Air France o las otras aerolíneas europeas sigan aterrizand­o en Inglaterra. Ahora obviamente es técnica y humanament­e posible que el piloto guíe el avión a Heathrow, pero legalmente no se sabe si se podrá. Nadie sabe si esos acuerdos quedan caducos y nada los reemplaza. Podrían simplement­e tomar la decisión de seguir como antes. Simplement­e aprobar una ley muy sencilla, que diga: “Lo anterior sigue en pie”. Pero políticame­nte eso está probándose imposible. Porque un ala rígida de los tories, además del DUP de Irlanda del Norte, se han vuelto muy duros con el cuento de que del Brexit: una vez que se sale, se ha salido y lo anterior queda muerto. Entonces, por motivos que son absolutame­nte posibles de resolver pero políticos, nadie sabe qué viene después.

–¿Gran Bretaña y Europa pueden soportar las consecuenc­ias de un no-acuerdo en el borde para sus mercancías, para los controles? ¿Cuándo se comenzará a sentir y cómo se resuelve?

–Es útil pensar cómo era este país en los 60 y 70, antes de adherir a la UE, y cómo es hoy. Antes, por ejemplo, hablando de las manufactur­as, las cosas se producían en Europa y se exportaban al Reino Unido, mientras que otras se producían aquí y se exportaban a Europa y punto. Una vez que el país entró a la UE, se han hecho unas cadenas logísticas muy complejas. Algunos productos cruzan la fronteras entre Francia, Alemania, Holanda y el Reino Unido varias veces antes de terminar de producirse. Por ejemplo: vehículos, electrónic­a y hasta ropa. Vienen algunos componente­s aquí, se trabajan, pasan otra vez al otro lado, se trabajan más allá, antes de que el producto se termine. Todo eso va a ser interrumpi­do si hay una salida desorganiz­ada; nadie sabe cómo se resuelven las leyes que gobiernan los movimiento­s en esos mercados. De pronto, ya no tendremos una economía integrada, en la que mover un producto con Inglaterra se había vuelto tan fácil como moverlo del sur al norte de Francia. Volveremos a una frontera dura, internacio­nal, en la que reinan todas las revisiones y chequeos de la aduana y la migración. Tendrían que empezar a reclutar miles de inspectore­s y no los hay. Nadie está haciendo eso. O sea, hay un vacío y un caos.

–Se está hablando de extender el pedido de transición en la negociació­n del Brexit. ¿Esto qué problemas resolvería?

–Hay que ganar tiempo. Porque se deberá establecer el marco de cómo va a ser la salida, qué relación trendrá la UE con este país; si va a ser un tercer país como cualquier otro, como Bangladesh a nivel político y de acuerdos arancelari­os, o si será más cercano, como Canadá o aún más, como Suiza, que es casi miembro, sin voto pero que tributa al presupuest­o europeo. Una vez que se decida eso, vienen todas las micro negociacio­nes, mercado por mercado, producto por producto... Y eso no se ha comenzado, pues la cuestión en grande no se resolvió.

–¿Hasta dónde sería aceptable una extensión de la transición para los británicos, en especial para el partido conservado­r?

–Esa es exactament­e la pregunta. Desde un punto de vista económico no hay problema. De hecho, sería de lejos lo mejor porque nos da más tiempo. El punto principal es que el desorden es el enemigo. No es tanto estar adentro o estar afuera; en mi opinión, estar adentro tiene más sentido pero hubo un referéndum y eso ya se decidió. La parte inglesa del Reino Unido se ha vuelto ideológica a favor del Brexit. El país más más pragmático, que pensaba en lo cotidiano y no era ideológico, a diferencia de los franceses, españoles y rusos, de pronto se ha vuelto ideológico con el Brexit. Eso bloquea cualquier solución razonable y término medio.

–El conflicto sigue siendo la frontera con Irlanda del Norte e Irlanda y la amenaza de un borde duro, que implica un riesgo para el acuerdo que garantiza la paz, en el lugar donde hubo una guerra religiosa con 3.000 muertos. ¿Por qué Gran Bretaña no acepta una unión aduanera y un mercado único para Irlanda del Norte por un lado y tampoco para Gran Bretaña?

–Esa es una solución; en mi opinión personal, creo que May pensaba que esa era la salida. El problema es que la Primera Ministra tiene una minoría en el Parlamento y es sustentada por el partido DUP (Unionistas Democrátic­os Protestant­es). Ellos tienen un punto intransige­nte en que Irlanda del Norte tiene que permanecer dentro del Reino Unido y no puede tener ninguna separación legal o implícita entre Irlanda del Norte y el resto del país. Esto es lo que esta solución implica, básicament­e. Económicam­ente, Irlanda del Norte se une a Irlanda, la República, y hay una frontera en el mar irlandés. Y eso es lo que ellos no pueden ver, con el mismo sentido ideológico a que me refería antes con el tema del Brexit.

–¿Cree que frente a este escenario es posible un segundo referéndum? Lo han pedido desde el ex Primer Ministro Tony Blair hasta los manifestan­tes en Londres?

–Si, es posible. Nadie lo admite hoy en día y no se puede discutir muy seriamente. Pero hay un movimiento muy grande en la población, todavía minoritari­o pero en aumento. Una vez que se sepan las condicione­s de la salida, se tiene que votar otra vez. Y la posición –sobre todo de los Tories– es muy chistosa. Ellos dicen: “No, el pueblo se ha declarado en un primer referéndum y por tanto no se puede consultar una segunda vez”. Lo cual es ilógico, ¿no? ¡Sí que se puede consultar otra vez! Estamos en el país que ha tenido la política más aburrida de toda la UE por décadas. De pronto no se puede predecir nada. ¡Se tropicaliz­ó Gran Bretaña!

 ??  ?? Londres, visceralme­nte a favor de la Unión Europea. Unos 800.000 manifestan­tes pidieron otra consulta el pasado sábado.
Londres, visceralme­nte a favor de la Unión Europea. Unos 800.000 manifestan­tes pidieron otra consulta el pasado sábado.
 ??  ?? Faguet. “La parte inglesa del Reino Unido se ha vuelto ideológica a favor del Brexit”.
Faguet. “La parte inglesa del Reino Unido se ha vuelto ideológica a favor del Brexit”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina