Revista Ñ

Al rescate de dos críticas clave

En el diario Clarín. El 2 de mayo de 1981, las páginas de Cultura del diario publicaban esta reseñas, que el artista tiene por precisas y gravitante­s.

- POR CARLOS ESPARTACO

Contemplan­do los cuadros de Luis Felipe Noé, se comprueba de entrada que el espectador va a ser sometido a una serie de pruebas colindante­s con cierto esplendor teatral, donde la escenograf­ía asume “el grado cero” del discurso pictórico, la naturaleza.

El pintor, inscripto en la “neofigurac­ión”, dejó de pintar durante nueve años, apresado tal vez por la crisis del arte, en el sentido de “punto de ruptura” y “verificaci­ón” del verdadero tejido del arte. No ignoraba que los niveles a los que reenvía la definición de la crisis del arte son dos: la muerte del arte y la crisis de la evolución del arte. En el año 1975, vuelve a pintar y afirma que en su adhesión a lo “neofigurat­ivo”, que comparte con sus compañeros de ruta Macció, Deira y De la Vega, “siente lo abstracto de lo figurativo y lo figurativo de lo abstracto”. Para hacer más evidente esta afirmación, nos presenta ahora una serie de pinturas que son testimonio de un viaje al Amazonas en 1979, invitado por su amigo y poeta Thiago de Meló.

Podemos decir que las obras realizadas en óleo sobre base acrílica nos hacen sentir su impacto de inmediato, físicament­e. De este modo, nos encontramo­s apresados en los fastos de una puesta en escena suntuosa y delirante, que nos sumerge en el seno de un universo de líneas temblorosa­s, titubeante­s, de chorreadur­as donde el pincel violenta la tela, gira sobre sí mismo, se enrolla en volutas ebrias, torbellino­s que imaginamos casi sin fin y sin retorno... Noé nos muestra el nacimiento del pensamient­o creador. Las líneas que circulan por los cuadros no ilustran ni exaltan; son percepcion­es de su propia realizació­n. El artista se ha puesto del lado del nacimiento del sol y ha recuperado la alegría, la locura del goce. Y el placer de la forma es tan intenso que impide que podamos llevar más lejos la comparació­n. Formalment­e ese sentido de espacio lo emparenta con la “action painting” a la que se lo ha asociado más de una vez, pero también ahí se detiene la comparació­n.

Noé rompe con la latencia contenidis­ta y manifiesta el vaivén de la imaginació­n con un brillo extraño frente a este género de proyecto. Las piezas presentada­s en Arte Nuevo (Florida 939) se titulan “percepcion­es amazónicas y algunos otras obras de estupefaci­ente belleza”. En ellas humor y cultura se entremezcl­an. Todas son refrendada­s con un júbilo que muestra las virtudes de un artista en el apogeo de su talento.

Carlos Espartaco fue un crítico y activista de arte de gran influencia en la escena porteña desde los 60 hasta su muerte, en 2014. Juan Pablo Renzi (1940.1992) desarrolló su carrera artística entre la vanguardia estética y la agitación política.

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“Percepción amazónica”, 1980, acrílico sobre tela, 130 x 193 cm., y el recorte deClarín con los textos de Espartaco y Renzi sobre la muestra de Noé en 1981.
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