Medio Oriente: tan lejos, tan cerca
–¿Cómo ves la situación económica y social en Israel hoy? –Con respecto a lo económico y social, los indicadores macro muestran una economía estable y un crecimiento constante. Si uno pasa revista sobre los últimos diez años, se nota muy bien que la crisis economica de 2008 casi no afectó la economía israelí, seguimos creciendo con muy baja inflación y desempleo. Sin embargo, los indicadores macro engañan en cierto sentido, porque no todos se benefician de la industria hight tech israelí ni con los procesos de la globalización, y la brecha social sigue aumentando. Hay cierto descontento social aunque para algunos la situación es buena en relación a otros países. La cotización de la moneda israelí, el shekel, casi no varió en los últimos 10 años con respecto al dólar norteamericano. –¿Y en relación con Palestina? –En las actuales circunstancias parece un callejón sin salida. Ni el liderazgo israelí ni el palestino muestran la voluntad ni la capacidad necesarias para reiniciar algún diálogo y diseñar algún acuerdo entre ambos pueblos. –Algunos dicen que el tiempo juega a favor de Israel. –No estoy seguro de eso. Porque la frustración de algunos palestinos con la situación actual puede llegar a explotar en una renovada ola de violencia. Hay una ilusión entre muchos israelíes de que podemos seguir así mucho tiempo. No lo creo. Tengo miedo de esta ausencia de iniciativa por parte de Israel, que es la más fuerte; eso no nos promete en calma y tranquilidad en un futuro cercano. –En su momento, John Kerry, secretario de Estado norteamericano, hizo un intento de reanudar los acuerdo para la paz, ¿qué rol juega hoy Estados Unidos? –Para muchos de nosotros Barak Obama resultó una gran decepción porque no hizo los esfuerzos suficientes para presionar a uno y otro lado a negociar. Sea por miedo del lobby judío en su país, por miedo, primero de no llegar a una reelección para él, luego para no arruinar la candidatura de Hillary. Recién a último momento vetaron en la ONU alguna resolucion pero durante los 8 años de su presidencia provocó esperanzas, ganó el Nobel de la Paz pero en Medio Oriente, al final, hizo muy poco. Con Donald Trump es difícil saber. Por un lado, dicen que hay algún plan de paz desde hace meses y por ahora no he visto un párrafo, una cláusula, nada sobre este posible proyecto. Sí vemos que Trump, para bien y para mal, toma medidas inesperadas. Y pueden llevar a una reacción violenta o quizá puede llevar a un entendimiento por parte de israelíes y palestinos. La decisión de trasladar la embajada a Jerusalem supuestamente iba a venir acompañada de un gesto hacia los palestinos de parte de Israel. Pero no sucedió, quedó como una provocación y empujó a Mahmud Abbas a una desconfianza mayor hacia los norteamericanos. Lo novedoso de algunas medidas de Trump podría generar violencia o forzar a israelíes y palestinos a repensar estrategias y volver hablar. Es prematuro evaluarlo.