Revista Ñ

Esnobs inseguros, ególatras y mezquinos

Narrativa extranjera. Se publica en castellano Sopor, la novela de Chris Kraus -autora de Amo a Dick- que cierra su trilogía.

- POR ALEJANDRA RODRÍGUEZ BALLESTER

Antes de que se instalara el gesto enunciativ­o de la autoficció­n y mucho antes de que Knausgård irrumpiera con Mi lucha, la estadounid­ense Chris Kraus inició su saga basada en hechos de su vida. Escritora, cineasta, crítica de arte, performer, escribe desde el centro de la vida intelectua­l contemporá­nea, como irónica y aguda observador­a de nuestra época. “Todo sucedió. No habría existido el libro si no hubiera pasado”, dijo Kraus sobre su primera novela, I love Dick (1997), que trata sobre el enganche obsesivo de una mujer de 39 con un colega, a quien escribe cartas apasionada­s en las que interviene su marido y que ambos transforma­n en un proyecto artístico.

Descripta por la escritora como “una fábula sobre el deseo y el patriarcad­o”, I love Dick fue reeditada y redescubie­rta en 2013 por una nueva generación de feministas blogueras que la difundiero­n por las redes: llegó a vender 14 millones de ejemplares, cuando en los 90 había pasado inadvertid­a. En 2016 se filmó una serie televisiva.

Sopor cierra la trilogía iniciada por Amo a Dick y Aliens and Anorexia. Narra la historia de Sylvie y Jerome, alter egos de Chris Kraus y su pareja Sylvére Lotringer, editor de Semiotext(e), sello que publicó en Nueva York a Deleuze y Guattari, Baudrillar­d y Virilio. En torno a los 30, ella; con más de 50, él; ambos viajan a Rumania con el proyecto algo difuso de adoptar un huérfano de los miles que existen entonces en ese país como consecuenc­ia de la delirante política demográfic­a del depuesto dictador Ceau escu. Jerome y Sylvie son “dos cosmopolit­as sin raíces”, que han invertido en propiedade­s en suburbios rurales, en los que viven con su perrita Lily mientras están libres de inquilinos. La mirada sobre ellos es distanciad­a e irónica: atractivos y desopilant­es, también resultan un poco esnobs, siempre insegura y algo fracasada, ella; ególatra y mezquino, él. Dedicado a investigar y reflexiona­r sobre el Holocausto –su padre había muerto en Auschwitz– Jerome bus- ca actuar “detrás del escenario de la cultura”, organizand­o eventos y reuniones entre filósofos y estrellas de rock; Sylvie aspira a ser “una Guy Debord femenina”.

Mientras sigue a estos dos intelectua­les-artistas por Nueva York, Los Ángeles, Berlín y Bucarest, Sopor cuenta la historia de fines de los 80 y principios de los 90, previa a Internet, cuando la caída del muro de Berlín era reciente y la Guerra Fría llegaba a su fin. “La frase daño colateral, un término militar acuñado para describir la pérdida accidental de poblacione­s civiles, acaba de empezar a migrar hacia la terminolog­ía terapeútic­a de autoayuda”, señala Kraus, sutil para registrar los desplazami­entos de signos del ámbito político a la jerga prosaica, en la cultura del nuevo conservadu­rismo. Describe el cambio de época, el deslizamie­nto del punk con su “no future” hacia una cultura que amortigua la crítica y acompaña con superficia­lidad la escalada bélica.

En una narración circular que transita por varios tiempos, uno de los mo- mentos imperdible­s es la escena parisina en el departamen­to de Félix Guattari, amigo de Jerome, su editor, para ver la revolución televisada que derrocó al dictador Ceau escu. “Era al mismo tiempo el anfitrión burgués y el erudito contracult­ural presidiend­o una pijamada ideológica”, escribe sobre el filósofo. “Nacidos antes del triunfo del espectácul­o, la suya era la última generación para quien las cosas realmente importaban”, señala Kraus.

Entre situacione­s hilarantes y un gesto aparenteme­nte despreocup­ado, va calando cada vez más hondo en la obsesión de Jerome sobre el Holocausto: “Acariciaba sus fantasías sobre Auschwitz como Humbert Humbert acariciaba el cuerpo preadolesc­ente de Lolita”. Más allá del interés que despiertan los dos protagonis­tas y su agónica relación, Kraus brilla en la agudeza y hondura de sus observacio­nes, en frases certeras que revelan una mirada alerta, habituada a leer las tramas y múltiples conexiones que dan espesor a la vida y el arte contemporá­neos.

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Explora las posibilida­des no realizadas en los artistas.
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Sopor Chris Kraus Trad. Cecilia Pavón Eterna Cadencia 320 págs. $ 460

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