Revista Ñ

Mitos y falacias del movimiento

- A.C.

Lierre Keith es una escritora estadounid­ense, granjera a pequeña escala y militante feminista. Se presenta como “ex vegana” y en su libro El mito vegetarian­o, publicado por la editorial española Capitán Swing este año, ataca la creencia de que la agricultur­a –al menos la masiva, la de los monocultiv­os y agroquímic­os– implique ventajas sanitarias y éticas. Así lo explica en este cuestionar­io, vía email.

–Una crítica hacia el movimiento vegano es que se centra en el sufrimient­o de animales como vacas, cerdos o conejos, pero no suele hablar de las especies animales que mueren por la agroindust­ria. Usted ha hablado al respecto en su libro. ¿Cuál sería la causa de esa omisión, desde su punto de vista?

–La agricultur­a es la mayor actividad humana destructor­a del planeta. Significa tomar un pedazo de tierra, sacar todo tipo de vida ahí y plantar para uso humano. El 98% de los antiguos bosques de todo el mundo han desapareci­do, y ellos han sido destruidos por la agricultur­a. Miles de millones de animales han perdido sus casas y no se trata solamente de animales individual­es sino de especies enteras. Yo no sé por qué esas muertes son tan invisibles. Desde mi experienci­a como vegana, la ideología estaba primero. Yo de verdad buscaba creer que mi vida era posible sin muertes, y una vez que yo estaba pasionalme­nte adherida a esa causa, dejaba a un lado los hechos que la desafiaban.

–¿Cómo cree que el mundo podría alimentars­e de un modo sustentabl­e? ¿Qué clase de rol deberían jugar tanto la carne como los vegetales?

–Vivimos en este planeta durante 2 millones y medio de años sin degradarlo. Es solo en los últimos 10 mil años que algunos humanos se volvieron monstruos y destructor­es. El modelo de la naturaleza es el de animales integrados con policultiv­os perennes. Hay distintas variantes: cazar, recolectar, dedicarse a la horticultu­ra o la pesca. Pero es el mismo modelo: se deja al mundo crecer y florecer y los humanos tomamos la comida del mundo viviente. La comida humana variará de ubicación: amplias áreas con animales rumiantes y pastizales, áreas forestales, peces a lo largo de ríos y costas. Esto contrasta fuertement­e con la agricultur­a, que es el exacto opuesto: monocultiv­os anuales, una y otra vez, tomando tierra y destruyénd­ola.

–A nivel masivo, la gente suele estar de acuerdo en que las muertes de los animales en la industria alimentici­a son provocadas con métodos muy crueles. ¿Existen otras maneras de matar animales para obtener alimento? ¿U otros métodos para obtener leche, queso y demás productos de las vacas, sin usar aquellos más abusivos?

–Sí, absolutame­nte. Nosotros deberíamos hacer nuestro mayor esfuerzo para apoyar a los granjeros a que elijan el mejor método. Las granjas industrial­es empezaron alrededor de los años 50, por la llamada “revolución verde”, que creó una montaña de cereales. Este cereal era tan barato, por primera vez en la historia, que se destinó a alimentar vacas. Antes las vacas comían hierbas, cosa que los humanos no comen, y se volvían carne. Hay que ir hacia un escenario en que se dejen crecer hierbas perennes. Y dejar que pájaros, reptiles y mamíferos hagan sus hogares. La convivenci­a entre hierbas y rumiantes es la única esperanza que tenemos.

–Existen informes que señalan que una alimentaci­ón vegetarian­a o vegana –bien planificad­a– es igual o más saludable que una dieta omnívora. En la Argentina, la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) apunta en ese sentido. ¿Cuál es su punto de vista?

–Yo sé que hay una tremenda cantidad de informació­n contradict­oria sobre lo que es la dieta humana correcta. No pretendo convencer a nadie en un corto artículo como este. Pero un punto específico es que los alimentos agrícolas son los responsabl­es de las mayores enfermedad­es. Los principale­s problemas son causados por una dieta basada en la agricultur­a, porque es una dieta alta en carbohidra­tos y baja en grasas animales y proteínas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina