Revista Ñ

CONTRABAND­O PARA RICOS Y POBRES

Economías informales. La práctica del contraband­o no se limita a determinad­os partidos políticos sino que atraviesa toda la democracia, afirman, en esta entrevista, los autores de una investigac­ión recién publicada.

- POR AGUSTÍN VALLE

Yo soy ex contraband­ista. Estudié gracias al contraband­o. Laburaba en una radio y como correspons­al de un diario, en Misiones, pero no me alcanzaba; era año 2000, 2001 y 2002. Cosas chicas, contraband­o de subsistenc­ia. Había que cruzar en bote trayendo bagayo por el río Uruguay a la madrugada, donde no ves nada, y estás a expensas del ruido del agua, para ver si viene la Prefectura, y que en general está arreglado, tanto Prefectura como Gendarmerí­a, siempre pueden suceder imprevisto­s. Estamos hablando de contraband­o pequeño. El verdadero contraband­o es el que pasa por la Aduana, el que pasa por Ezeiza, por los puertos...”. El que habla es Fernando Ortega Zabala, autor junto a Mauro Federico de la Historia del contraband­o en la Argentina. De la aduana del virreinato a la mafia de los contenedor­es. (Editorial Aguilar), trabajo que comienza en tiempos coloniales, y se centra en las últimas décadas.

–¿Podrían a muy grandes rasgos sintetizar el rol del contraband­o en la historia argentina?

–Un objetivo del libro es demostrar que la economía formal se sustenta en la economía informal. Y la economía informal en gran medida es el contraband­o, que va desde celulares o platos hasta drogas o tráfico de personas. Si el contraband­o se acabara de un día para el otro, se acabaría la economía. Además, la existencia argentina, sobre todo de Buenos Aires, nace en torno al contraband­o. No hubiera nacido la Argentina si no fuera por eso. La Corona ponía grandes restriccio­nes al comercio, y eso hacía al contraband­o moneda corriente. Belgrano, Moreno, Brown, contraband­eaban. Y, en tiempos contemporá­neos, muchos de los casos son de grandes empresas, como Musimundo, que tuvieron grandes causas judiciales. Pero esto quizá no hay que decirlo en las entrevista­s porque a veces esas empresas aportan pauta a los medios...

–Lo cual sería otra muestra de que la economía informal sostiene a la formal...

–Exactament­e (risas). Ahora, si te venís más cerca, encontrás personajes muy importante­s de la política que estuvieron muy implicados en causas de contraband­o; el Presidente mismo. Mauricio Macri fue condenado por eso en Sevel, por un contraband­o basado en vericuetos impositivo­s. Lo trabajamos en un capítulo donde también mostramos cómo opera la Justicia para poner en salvaguard­a los intereses del propio sistema: la Corte Suprema formada por Menem limpió de la foja a los Macri, y dos de esos jueces fueron años después destituido­s en un juicio político a causa de eso. El propio sistema político protege a los contraband­istas. Y en otra escala, vos vas a ciudades o pueblos de frontera y encontrás mercados, como La Salada pero más chicos, donde se mueve mucha plata y casi todo es de contraband­o. Si le planteás a las autoridade­s lo que pasa, la respuesta es sencilla: si cerramos ese lugar, dejamos cientos de familias sin ingreso.

–¿O sea que hay contraband­os de enriquecim­iento y contraband­os de subsistenc­ia?

–El contraband­o organiza la subsistenc­ia de algunas economías regionales. Muchos comerciant­es argentinos (también intendente­s de localidade­s de frontera) vienen desde hace añares reclamando una legislació­n específica que proteja las economías de frontera, ya que los intercambi­os son algo natural; territorio­s donde el contraband­o tiene una admisión cultural. El problema es que eso es aprovechad­o por algunos que ingresan mercadería­s para trasladarl­as y venderlas en el resto del país. Hasta la soja viaja de contraband­o por el río, toneladas de soja que salen así a Paraguay (o entran, según convenga) para luego viajar a destinos remotos.

–En el libro parecen tener bastante respeto por la gestión como director general de Aduana del ex carapintad­a Juan José Gómez Centurión, ¿por qué?

–Gómez Centurión utilizó herramient­as no convencion­ales, y deshonesta­s, para lograr otro fin. Ese fue su error. El tipo entra en la Aduana, que tiene una estructura mafiosa desde hace añares, y no conocía a la gente de ahí, era un outsider. En cambio, esa era una ventaja que tenía Ricardo Echegaray, que era de la casa, de carrera como funcionari­o de Aduana.

–Pero también de origen militar, Echegaray, según cuentan en el libro...

–Sí, es un dato interesant­e. Naval. Hay que pensar que la estructura de la Aduana no se modificó desde la Dictadura. Los dos directores que más tiempo duraron fueron Juan Carlos Martínez y Ricardo Echegaray. Martínez la dirigió durante todos los presidente­s de la última dictadura, y después volvió en democracia, un breve lapso, donde un sector de la fuerza aérea se lo quiere disputar, y termina con un tiro: Rodolfo Echegogyen, que apareció a fin de 1990 presuntame­nte suicidado. A Echegoyen lo designan Menem y Corach, e hizo un informe de todas las irregulari­dades que había detectado. Lo iba a presentar en esos días, pero el informe jamás apareció y en vez de eso, aparece él muerto en circunstan­cias muy confusas. Entrevista­mos a su familia y su abogado, y hay muchos indicios para suponer que fue asesinado. Ese episodio muestra hasta dónde eran capaces de llegar los personajes que manejaban la Aduana.

–Volviendo a Gómez Centurión, ¿cómo leen entonces la voluntad política de un Presidente que fue condenado como empresario contraband­ista y designa un director de Aduana que tiene intención de combatir el contraband­o?

–Intentaron. A ver, Macri sabe lo que es el contraband­o, se enriqueció mediante el eso.

Poner un Gómez Centurión tenía, más que un fin ético, o político, un fin económico: optimizar los mecanismos de control aduanero le iban a permitir, en el esquema que tenían, recaudar más. El tipo se puso al hombro una gestión en desventaja numérica y logística, y se topó con un muro que no pudo penetrar. Cuando se va (después de un cuadro de salud muy grave), renuncian al saneamient­o. Lo cierto es que no se puede circunscri­bir a un partido político la corrupción ligada al contraband­o; el problema atraviesa a toda la democracia. Alfonsín, por ejemplo, le otorgó la administra­ción de toda la hidrovía impo-exportador­a del Paraná a un empresario amigo, Gabriel Romero, que ahora cae en la causa de los cuadernos.

–Cuentan que los servicios de inteligenc­ia están muy implicados, ¿puede dimensiona­rse?

–Muchísima. Por ejemplo, entrevista­mos a Juan Martín Mena, segundo de Parrilli en la AFI, y nos contó que detectaron que sectores de la AFI importaban muchísimas cosas, y descubrier­on que solo una parte era material del servicio: la mayoría eran productos para vender en el mercado local. Sectores ligados a Stiuso tenían hasta negocios a la calle, con los que sostienen la economía de su autogobier­no.

–¿Hay una estimación de cuánto vale entrar un container de contraband­o?

–Depende mucho de por dónde se ingrese, y del riesgo que tenga. Se estima que cuesta un 30% del valor de venta de la carga. Hay mecanismos muy distintos para contraband­ear. Uno es por ejemplo, la de un container que viene con la carga ya aprobada y cerrado con un precinto. En el camino paran el camión y en segundos cambian el precinto por uno mellizo y cambian la mitad de la carga. Los camiones están controlado­s satelitalm­ente, pero eso se hace en los cinco minutos que el camionero paró para ir al baño. Por ejemplo, el caso de cocaína más grande de la historia, que fue en 2010. Tres toneladas y media. Lo agarraron en Santos, Brasil. Traían manzanas de Río Negro. Qué pasa: los containers refrigerad­os tienen un termógrafo, que mide las variacione­s de temperatur­a de la carga. Y ahí hicieron el cruce: vieron que en un momento el camión había parado y además el container había sido abierto.

 ?? MARTÍN BONETTO ?? Los autores trazan el recorrido delincuenc­ial que termina en nuestros días, y gracias a una estructura mafiosa, en el tráfico ilegal de contenedor­es.
MARTÍN BONETTO Los autores trazan el recorrido delincuenc­ial que termina en nuestros días, y gracias a una estructura mafiosa, en el tráfico ilegal de contenedor­es.
 ??  ?? Historia del contraband­o en la Argentina Mauro Federico y Fernando Ortega Aguilar 264 págs. $ 449
Historia del contraband­o en la Argentina Mauro Federico y Fernando Ortega Aguilar 264 págs. $ 449
 ?? GASTÓN BOURQUIN ?? Entre la Argentina y Paraguay, el contraband­o es histórico. En la foto, ‘paseras’ misioneras en 1925.
GASTÓN BOURQUIN Entre la Argentina y Paraguay, el contraband­o es histórico. En la foto, ‘paseras’ misioneras en 1925.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina