Revista Ñ

La emancipaci­ón de los ancianos

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Ingrid Pelicori y Leonor Manso son las dos actrices encargadas de llevar adelante el eje de la trama de Cae la noche tropical, con un modo de actuación que recupera las fuentes del teatro popular argentino y que apunta a un encuentro emocional con el público. Para representa­r a dos mujeres de más de 80 años, realizaron un trabajo de preparació­n física junto a Lucas Condró para entender los modos de gesticular y los ritmos de estas dos ancianas, cada una con sus particular­idades. Además, el vestuario de Renata Schussheim incluye una caracteriz­ación, con cuerpos engordados e, incluso, jorobas. “La obra muestra sentimient­os que hoy no están a la orden del día. Yo digo que la gente sale más buena después de verla y uno también sale más bueno por hacerla”, dice Leonor Manso, quien interpreta a Nidia, la mujer a que se le murió una hija y decide viajar a Río de Janeiro a visitar a su hermana, en busca de un poco de compañía. En esa ciudad, encuentra una nueva forma de vida que la ayuda a pensar un posible futuro, que incluye emancipars­e de un hijo protector, que la quiere tener cerca. “Como los hijos adolescent­es a veces tienen que emancipars­e de sus padres, en esta obra se plantea que ciertos adultos mayores tienen que permitirse hacer sus vidas y cumplir sus sueños, frente a los temores de los hijos que quieren cuidarlos. En todos los casos, son relaciones en las que predomina el amor. El poder de esta obra es el de despertar la imaginació­n, nosotras tenemos una frase de cabecera, de la poeta Leonor García Hernando, que dice: ‘Fuimos los mejores porque la belleza ocupó totalmente nuestro corazón’. Creo que cuando sentimos que el público sale mejor después es por esa sensación de que cuando la belleza ocupa el corazón, nos volvemos más buenos”, piensa Ingrid Pelicori. No es la primera vez que Leonor Manso trabaja en una obra de Puig. De hecho, la actriz conoció personalme­nte al escritor en el estreno de Boquitas pintadas, la película de Leopoldo Torre Nilsson, que se estrenó en 1974 y en la que ella interpreta­ba uno de los personajes. “Era una persona muy tímida y divertida, absolutame­nte apasionada por el cine y con una relación profunda con su madre, con quien compartía ese amor por las ficciones”, lo recuerda. Tanto la vida de Manuel Puig y la de estas ancianas que hablan y hablan durante el calor de Brasil constituye­n una defensa amorosa por el poder que puede tener una buena historia para diluir los dolores y la melancolía.

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