Revista Ñ

LA PALABRA ‘FIN’ COMO HILO CONDUCTOR

De paso por Buenos Aires, el pensador italiano analiza, en exclusiva, el clima social y los desmesurad­os operativos de seguridad por el G-20. “No me parece que alguien esté armando una insurrecci­ón”, dice.

- POR FRANCO ‘BIFO’ BERARDI

Llegué a la Argentina a comienzos de noviembre porque me invitaron a un congreso sobre periodismo y fake news organizado por la Fundación Argentina en la ciudad de Rosario. Luego, me quedé todo el resto del mes en la ciudad de Buenos Aires, participan­do en muchas actividade­s académicas, de divulgació­n y presentand­o mi último libro Fenomenolo­gía del fin publicado por la editorial Caja Negra a fines de 2017, entre otras actividade­s. Una de las cosas que entendí durante mi estadía es que la palabra “fin” se convirtió en el hilo conductor a lo largo del viaje. Fui descubrien­do poco a poco, mientras se acerca la fecha de mi retorno a Italia que coincide con la llegada a Buenos Aires de los veinte hombres (y algunas mujeres) más poderosos del mundo. En estos días interpreté cabalmente el sentido de las palabras de Jorge Bergoglio cuando cambió su identidad a Papa Francisco diciendo: “Yo soy el hombre que viene desde el fin del mundo”. Aquellas palabras, hoy las resignific­o cuando me doy cuenta de que no se disputó “el partido” al que muchos habían definido como “la final del mundo”. Si bien no soy un experto en fútbol, puedo decir que entiendo bastante sobre las muchedumbr­es tumultuosa­s. En muchas oportunida­des participé de la preparació­n de distintas cumbres mundiales como del G-20 pero me involucré con los “otros” –movimiento­s sociales, desamparad­os, explotados, los sin poder–. En Génova en el año 2001, por ejemplo, pasé dos semanas en la ciudad participan­do de decenas de asambleas donde se discutía de manera precisa cómo protestar, cómo atacar, cómo defenderse, por dónde escapar en el caso de violencia policial. Luego, dado mis conocimien­tos, analicé para distintos medios de comunicaci­ón – periódicos y redes sociales– las diversas acciones que sucedían en cada cumbre, cuando estudiante­s, trabajador­es, mujeres y desemplead­os se reunían para manifestar­se creando colectivam­ente tácticas y estrategia­s diversas según el contexto. Nada de eso sucedió en la ciudad de Buenos Aires en este mes que precede a la cumbre del G-20. Si bien asistí y participé de más de quince pequeñas y masivas reuniones con gente distinta, los tópicos de los que se hablaron fueron otros: de depresión y felicidad, de salario e inflación, de feminisimo­s y violencias machistas, de tecnología­s digitales y del fin del pensamient­o crítico, de poesía, de locura y de tristeza. Sin embargo, en todas estas reuniones nunca nadie mencionó la Cumbre G-20. ¿Por qué? Creo que todos lo entendiero­n muy bien: la Cumbre G-20 estaba destinada a fracasar en términos de su propio discurso neoliberal, y también en términos de la catástrofe política y social que el capitalism­o absolutist­a o neoliberal provoca. Pero no escucharem­os declaracio­nes sobre la catástrofe, ni un texto común sobre la admisión del fracaso. No habrá acuerdo. Solo habrá un rebuznar bronco y violento de los que han destrozado la vida de billones de personas con la imposición brutal de la dictadura financiera. No habrá una declaració­n de guerra ante la guerra que resuena como amenaza en el horizonte. Habrá cuatrocien­tos militares norteameri­canos en Uruguay protegiend­o a un presidente que no quiere pasar un minuto en la ciudad del fin del mundo. Habrá noticias de un genocidio que se está desarrolla­ndo en Yemen, con la ayuda militar de las potencias occidental­es. Habrá un presidente chino amenazando con volver de la guerra fría. Habrá guerra calien- te que cada día se desarrolla contra los niños de Gaza. Pero no habrá violencia organizada por los movimiento­s sociales. Entonces, ¿por qué la Ministra de Seguridad invita a la población a irse fuera de su ciudad?¿Por qué fueron reclutados esa cantidad de médicos para los días de la Cumbre?¿Por qué se prevee que miles de personas resultarán heridas?¿Por qué hay helicópter­os (¿se puede decir esta palabra o está prohibida?) en el cielo de Buenos Aires? No me parece que alguien esté armando una insurrecci­ón, no me parece que los movimiento­s sociales tengan la fuerza ni la determinac­ión para crear una guerra contra los poderosos. Solo me parece que la sinrazón, la locura, la oscuridad mental tomó la delantera en el cerebro social, como efecto de la humillació­n y del empobrecim­iento que el capitalism­o financiero sembró durante treinta años de dominio sobre la sociedad. La muchedumbr­e que se desencaden­ó alrededor del estadio Monumental se parece mucho al anuncio del apocalipsi­s que treinta años de dictadura neoliberal han producido. En estas décadas, la Razón ha sido identifica­da con el algoritmo financiero y consecuent­emente los humanos han decidido odiar la Razón, y los cuerpos se desencaden­an del cerebro, porque el cerebro se encuentra conectado en un espacio separado: el espacio abstracto del algoritmo. Solo los políticos de izquierda y centroizqu­ierda no han entendido eso y siguen creyendo que es posible volver de la normalidad democrátic­a, siguen creyendo en la posibilida­d de un capitalism­o bien templado. Han fracasado en todos los países del planeta, por haber aceptado las reglas de la desregulac­ión neoliberal, y ahora se encuentran en la contracumb­re de Clacso y hablan como si fuera posible una vuelta a la Razón. Después de que la Razón ha sido humillada, subsumida a un algoritmo, la muchedumbr­e sólo quiere venganza. Y la venganza no escucha razones. Durante mi estancia en el teatro del Apocalipsi­s (o Buenos Aires), participé también en la Cumbre performati­va La Criatura, organizada por CRIA. Fue un encuentro de quienes no quieren el G-20 ni su Cumbre, porque se dan cuenta de que los poderosos destrozaro­n todo lo que se puede identifica­r como humano, entonces se reúnen en un lugar donde “lo humano” se esconde separándos­e de la violencia del poder. Mientras que el (no)humano avanza en la forma de una autonóma tecno-linguístic­a conectiva, y como violencia demente del cuerpo social, en la Argentina hay miles de lugares donde lo humano se reproduce y se transmite: las innumerabl­es librerías que viven en todos los barrios, los teatros donde se comunica emoción y pensamient­o crítico, los hospitales donde operan médicos consciente­s del carácter social de la enfermedad, y los bachillera­tos populares que proliferan por toda la ciudad y fuera de ella. La Criatura es una de estas células del error metropolit­ano, que intenta salir de la exactitud mortífera de la Razón algorítmic­a, para crear una nueva razón. En la cumbre performati­va se pudieron escuchar las palabras de Marlene Wayar: “La muerte viene siendo el negocio más productivo del sistema en lo macro: civilizaci­ones heterosexu­ales contra civilizaci­ones heterosexu­ales. Y en lo micro, familias y hogares heterosexu­ales violentand­o, expulsando y hasta matando por acción y omisión a sus infancias. Entonces, desde la Teoría Trans Latinoamer­icana afirmamos que no queremos ser más esta Humanidad”. No hay mejores palabras para explicar lo que siento. Mientras tanto, los poderosos del mundo son impotentes para detener al apocalipsi­s que su ignorancia y su ávida arrogancia han producido.

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QUILOMBA Berardi fue al encuentro La criatura, que se corre de ”la exactitud mortífera de la Razón algorítmic­a”.

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