¿Pueden las palabras decir lo esencial de una vida?
Memorias. Ivonne Bordelois reconstruye su vida tramando literatura y magia, sensibilidad y espíritu polémico.
En Noticias de lo indecible, su reciente ensayo autobiográfico, Ivonne Bordelois invita a conocer su universo íntimo y su agitado destino de nómade: su niñez campestre, su paso por París y Boston, los años de catedrática en Ámsterdam y tantas otras experiencias no menos significativas. “Durante años he estado tratando de elaborar mis memorias, no tanto para esbozar un retrato ejemplar o consolador, sino para desenredar ante mí misma los muchos hilos de mi pasado”, afirma la autora. Pero al mismo tiempo, en un contrapunto reflexivo, su escritura interroga el lenguaje, se interroga a sí misma: ¿pueden realmente las palabras decir lo esencial de una vida? El recorrido elude la cronología y el afán totalizador, en una apuesta por la lógica fragmentaria del collage: una forma textual que se da en el límite entre las memorias y el diario personal, que incorpora poesías y cartas propias y ajenas, y dialoga con otros escritores a través de la cita. Con una prosa que combina riqueza de imágenes y fluidez de oralidad, la autora alterna escenas de infancia, consideraciones sobre cultura y política, delicias de la amistad, saberes de la vejez e intuiciones sobre la muerte. Bordelois es múltiple, proteica, como si vibraran distintas cuerdas según el tema que toca: nostálgica, visceral, irónica, polémica, e incluso algo maniquea en la recurrente –elegíaca– comparación del ímpetu vital e intelectual de los años 60 y la “reseca y cínica” época actual. El lenguaje y la literatura son una inquietud constante en estas memorias, una fuente inagotable de goces y de interrogaciones: ¿qué define a la verdadera literatura? ¿Cuál es la alquimia entre obra y vida? Bordelois habla de su búsqueda poética, a la que concibe como “una conversación” con el espíritu de su ciudad y de su tiempo. También rinde homenaje a sus “dioses lares” (Rainer Maria Rilke, Simone Weil y Alejandra Pizarnik, su entrañable amiga), y analiza la relación del escritor con sus lecturas y con esos dos “impostores”: el fracaso y el éxito. Al referirse a sus modelos, la autora menciona los diarios y memorias de Virginia Woolf, Simone de Beauvoir y Anaïs Nin como punto de partida de su propio trabajo autobiográfico. Ciertos pasajes nos revelan a una Bordelois “diversa de sí misma” (como diría Sor Juana), asombrada de no reconocerse en su propia escritura, ni en la imagen de sí que le devuelve el mundo. En otros encontramos a la francotiradora, a la crítica implacable que, en esta ocasión, dispara su ráfaga contra la intelligentsia occidental, la “escuálida” poesía argentina contemporánea, las miserias del medio editorial, los espejismos del canon, y los artilugios con los que la sociedad de consumo envilece día a día el lenguaje, la literatura y el deseo. Pero tal vez su faceta más sorprendente e inesperada sea ese sustrato de pensamiento mágico que la acompaña desde la infancia como una fuerza secreta. Son presagios traídos por los pájaros, sucesos sobrenaturales que irrumpen en lo cotidiano, intuiciones de lo absoluto nacidas del contacto con la naturaleza o de las crisis maníacas que en su juventud –mientras realizaba su doctorado bajo la dirección de Noam Chomsky– la iluminaron y la devastaron. En las últimas páginas, Ivonne Bordelois admite no haber cumplido con la misión que se había propuesto: “La vida nos rebalsa, se ríe de nosotros cuando quisiéramos apresarla en lo más esencial. Ella nos dice y nosotros no podemos decirla”. Hay en esta cita algo más que una reflexión sobre el género autobiográfico: se trata de otro modo de plantear el antiguo problema de la inadecuación entre palabra y mundo. Roland Barthes observó alguna vez que de esta falla nace la literatura, y acaso así debamos leer Noticias de lo indecible. Como tanteo fascinado de la escritura, vuelo del lenguaje hacia sus confines.