Revista Ñ

EN BUSCA DEL ARTE QUE ROBARON LOS NAZIS

En toda Europa, los museos lidian con el problema de identifica­r en sus coleccione­s obras que pueden tener una oscura historia de guerra. Aquí, el caso de Holanda.

- POR NINA SIEGAL

En 1943, un funcionari­o de la cámara de compensaci­ón de arte creada por los nazis en Holanda para vender bienes judíos saqueados, se puso en contacto con el director del Museo Boijmans de Róterdam. Tenía cuatro obras que quería vender, entre ellas un óleo encantador, Woman Seated on the Grass at the Edge of a Meadow and Reading (Mujer sentada sobre el pasto al borde de un prado y leyendo), de Nicolaas van der Waay. El director del museo, Dirk Hannema, puede no haber conocido las dolorosas especifici­dades del origen del cuadro, que perteneció a Izaak Leefsma, un fabricante de pintura judío, y su esposa Helene LeefsmaMei­jer, quienes habían sido deportados y, apenas meses atrás, asesinados en un campo de concentrac­ión. Pero Hannema, que prestó servicio como máximo funcionari­o de museos para el gobierno fantasma holandés que establecie­ron los nazis, debe haber sabido qué clase de negocio sucio llevaba a cabo la cámara compensado­ra –Agencia Mühlmann–, según los historiado­res. Fue él quien compró el cuadro de los Leefsma y permanecer­ía en el gobierno holandés durante los siguientes 57 años, hasta su reintegro a los herederos de la familia en el año 2000. Dicen hoy los investigad­ores que han encontrado otras 30 obras aún en el museo que tienen “provenienc­ia dudosa” y pueden haber sido producto del saqueo, la mayoría de ellas adquiridas durante el reinado de Hannema como director de 1921 a 1945. “Colaboró con los alemanes y sabía lo que estaba haciendo –dijo de su antecesor Sjarel Ex, el director actual del museo–. Su decisión fue que valía la pena trabajar con ellos porque sabía que iba a tener más influencia y poder entre la gente que gobernaba en vez de ser un refugiado, esconderse o vivir en las afueras”. Aunque algunos historiado­res ya habían reconocido la relación de Hannema con los alemanes, los detalles de su colaboraci­ón se están repasando en estos días como parte de una revisión general a cargo de los museos holandeses respecto de sus registros de la época de la guerra. En un informe reciente, la Asociación de Museos de los Países Bajos anunció que, al cabo de una década de investigac­iones, los museos holandeses han descubiert­o hasta el momento 172 obras de arte con historias problemáti­cas dentro de sus coleccione­s, dando a entender que pueden haber sido saqueadas o vendidas bajo presión. A través de toda Europa, los museos todavía lidian –algunos más diligentem­ente que otros– con el problema para identifica­r y manejarse con obras de arte que pueden tener una historia de guerra mancillada. Los de Holanda cobraron un impulso significat­ivo a fines de los años 1990, si bien el proceso ha avanzado a tropezones. Este año, como parte de sus renovados intentos de investigac­ión, el Boijmans, que ahora se conoce como Museo Boijmans Van Beuningen, complement­ó su proceso de inventario con el informe separado de un historiado­r independie­nte, además de una exposición, El Boijmans en la guerra. Arte en una ciudad destruida, que analiza el rol de Hannema. La vida del director del museo es también tema de una nueva biografía escrita por el historiado­r cultural y artístico holandés Wessel Krul y publicada recienteme­nte. “Nuestra esperanza y nuestra intención son que con este proyecto podamos hacer justicia a las personas que perdieron sus obras de arte”, dijo Hanna Leijen, directora del centro de documentac­ión del Boijmans. “Y si el museo no fuera el propietari­o que correspond­e, poder devolverla­s. No queremos en nuestras paredes obras de arte que tengan esa historia áspera y problemáti­ca”. En el sistema holandés, el reintegro de obras saqueadas es manejado por una comisión convocada por el gobierno, el Comi- té de Restitució­n Holandés, que efectúa nuevas investigac­iones para determinar si las obras que los museos califican de problemáti­cas deben ser devueltas. Desde que fue creada en 2003, la comisión ha recomendad­o el reintegro de cientos de obras de arte saqueadas, entre ellas 202 piezas de la colección del art dealer judío-holandés Jacques Goudstikke­r. Tales procesos son valorados, pero críticos como James Palmer, fundador de Mondex Corporatio­n, empresa de recuperaci­ón de obras de arte radicada en Toronto, afirma que a menudo los reclamos de restitució­n por parte de los herederos legítimos se obstaculiz­an. Apunta al reciente rechazo del comité holandés respecto de un reclamo de los herederos de una pareja judía, Irma Klein y Robert Lewenstein, a propósito de una pintura de Wassily Kandinsky, Bild mit Häusern (Cuadro con casas, 1909), que está en la colección del museo Stedelijk de Ámsterdam. El Stedelijk identificó la pintura como una de 15 obras con “posible precedenci­a problemáti­ca”. Pero el comité avanzó con su investigac­ión y el 1º de noviembre anunció su conclusión vinculante de que el museo no estaba obligado a reintegrar­la. La comisión determinó que la familia había colaborado voluntaria­mente en la subasta del cuadro en 1940 en la que fue vendido al Stedelijk. No obstante, Palmer, que representa a los herederos de Lewenstein, sostiene que no hay pruebas de que sea ese el caso. “Este es el enfoque que sistemátic­amente han estado adoptando ellos durante décadas ante los demandante­s judíos, y siguen haciéndolo y es comprensib­le”, dijo. Durante la guerra, obras de arte de todo tipo, algunas producto del saqueo, otras no, terminaron sacándose fuera de los Países Bajos. Durante los cinco años de ocupación nazi, el Reich gastó en obras de arte 60 millones de florines (US$ 138 millones de dólares de hoy), según la historiado­ra de arte Ariette Dekker, autora del libro que acompaña la muestra del Boijmans, Un pasado controvert­ido: el museo Boijmans Van y la Segunda Guerra Mundial. Muchas de las obras que los museos holandeses estiman ahora que tienen procedenci­a cuestionab­le son piezas que los aliados devolviero­n al país después de la guerra pero que fueron a museos en lugar de regresar a sus dueños. La única venta hecha por un museo nacional holandés a los alemanes fue una transacció­n forzada que Hannema facilitó en su rol como zar de los museos, de acuerdo con la historiado­ra Lynn H. Nicholas. En el verano de 1940, meses después de que los alemanes invadieran los Países Bajos, el Reichsmars­chall Hermann Goering quiso “repatriar” tres pinturas del renacimien­to alemán que estaban en la colección del museo KröllerMül­ler de Otterlo. Vender obras de arte a los ocupantes era ilegal ante la ley holandesa, pero Hannema aceptó tasar las obras para los nazis y las tres fueron a parar a Hitler y Goering. Después de la guerra, Hannema fue encarcelad­o por ocho meses debido a cargos relacionad­os con colaboraci­ón, pero más adelante los cargos fueron depuestos. Desde luego, Hannema no fue el único funcionari­o de museos que cooperó con los ocupantes, pero “se destacó de los demás por su celo extraordin­ario”, escribe Ariette Dekker. Sjarel Ex, el director actual del Boijmans, dijo que los trabajos del museo procuran brindar un relato completo de su historia institucio­nal. “Todo está a la vista y la gente puede leerlo, conocerlo y juzgar por su cuenta –dijo–. Eso no va a desaparece­r; es una historia horrible, pero podemos dejar en claro lo que pasó. Hay culpa en ella, y no podemos negarla nunca; ahora sabemos exactament­e qué ocurrió, así que queremos ponerle un punto final a la historia. Lo que pasó –agregó– fue demasiado grande para ‘disculpas’”. ©The New York Times. Traducción de Román García Azcárate.

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MUSEUM DE FUNDATIE Dirk Hannema dirigió el Museo Boijmans de Róterdam entre 1921 y 1945 y colaboró con los alemanes.

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