Revista Ñ

OPRESIÓN, MARINAS Y PANTALLAS SIMULTÁNEA­S

Adriana Bustos, a partir de la acuarela. En Fundación Klemm presenta una historia visual, y no lineal, de los diversos tipos de explotació­n humana.

- POR ANA MARÍA BATTISTOZZ­I

Diarios, revistas, películas, publicidad callejera, libros, mapas, una infinidad de dispositiv­os visuales. El siglo XX consagró a la imagen (y más ampliament­e a la visualidad) un protagonis­mo inédito que le fue útil para afirmar el relato de progreso que hoy se deshilacha ante el horizonte histórico al que nos toca asistir. Hay quienes piensan que más allá de las dificultad­es que atraviesa en la actualidad, el mundo es hoy mejor, si se lo comprara con el siglo pasado, y aún con los anteriores. No es precisamen­te lo que piensa Adriana Bustos, artista ganadora de la edición 2016 del Premio Klemm que ahora expone en lsa salas de esa Fundación. Lo suyo ha sido planteado como una reflexión sobre el poder que, entre una variedad de cuestiones, apunta a rebatir la extendida fe en el sentido ascensiona­l de la historia. Y lo hace a partir de lo que llamó La maquina de visión ejercicio tres: el retorno de lo reprimido, un nombre que parece estar tributando a varias fuentes, entre ellas Paul Virilio y Sigmund Freud .

De alguna manera su propósito es echar luz sobre los distintos modos, siempre solapados bajo el principio progresist­a de la civilizaci­ón, en que el deseo de producción de riqueza se ha servido de la propia condición humana desarrolla­ndo distintas formas de la sumisión. Hace más de una década que Bustos empezó a investigar esta cuestión a partir del colonialis­mo. Revisando los archivos coloniales de la provincia de Córdoba, donde vivió desde su infancia, descubrió que un setenta por ciento de la población allí era negra y constituía la fuerza fundamenta­l, como mano de obra esclava, en la cría de ganado mular, medio imprescind­ible en la ruta de la riqueza minera que conectaba esa provincia con Potosí. Muchos de estos temas renovaron el campo de sus intereses cuando la crisis del 2001 trajo a la capital cordobesa una inédita aparición de caballos, que volvían a ser usados como medio de tracción al mismo tiempo que proliferab­an las camionetas 4 x 4.

Así, el hilo de su investigac­ión la fue guiando hacia el racismo, y a partir de ahí la cuestión de género, otro de los tópicos que aparecen en esta exposición. La artista indagó cada uno a su turno, pero los presenta ahora en pantallas simultánea­s, singularid­ad visual que (como Hito Steyerl explicó en su libro Los condenados de la pantalla) define la particular­idad de la mirada contemporá­nea. Bustos cita a la ensayista ale-

mana como una influencia en su búsqueda de esa dimensión múltiple en la que no existe arriba ni abajo, derecho o revés. A Bustos el formato exposición le permite poner todo en un mismo plano, eludiendo coordenada­s de tiempo o espacio, en un des-orden que impugna la tradiciona­l sucesión histórica lineal, especialme­nte funcional al relato de un destino inevitable de superación, que eludía consecuenc­ias y “efectos colaterale­s” en pos de ese fin supremo, el que Adorno y Horkheimer llamaron “Razón Instrument­al”.

“Soy una convencida de que el arte debe producir conocimien­to”, dice la artista que ha transforma­do su exhibición en un despliegue de dispositiv­os sincrónico­s y anacrónico­s, que hacen coincidir tiempos, espacios, tecnología­s y, sobre todo, regímenes de visión distintos, en los que la era del cine se cruza con la publicidad de posguerra, y la refinada pintura del cronista viajero del siglo XVIII. ¿Hacia dónde apunta su estrategia? ¿Qué sistema de relaciones busca develar su escena? Bustos traza, a través de una variedad de medios y soportes simultáneo­s, una hoja de ruta de la sumisión que fue (y es) imprescind­ible para mantener en marcha la rueda de la fortuna. Por eso mismo no se circunscri­be a ninguna disciplina en particular, echando mano a la pintura, el dibujo, el cine o la fotografía en general, según cada medio se revele más eficiente para echar luz sobre lo que quiera mostrar en cada momento.

Bustos dibuja a mano alzada mapas que recrean la visualidad propia de los siglos XVII o XVIII. Sus cartografí­as arbitraria­s unen, por caso, el río Congo –como uno de los lugares emblemátic­os donde se capturaban los esclavos –con el Río de la Plata. Se trata de un solo río con riberas distantes. Pero ¿a qué obedece este aparente dislate cartográfi­co? Las investigac­iones condujeron a la artista a un sugestivo descubrimi­ento: una superposic­ión entre las rutas coloniales del comercio de esclavos y las actuales rutas del narcotráfi­co que unen el continente africano con América del Sur. Al mismo tiempo sus imágenes introducen otros ingredient­es, como la fantasía de un “continente negro”, misterioso y habitado por seres exuberante­s.

De la técnica de la acuarela la artista se sirve, por otro lado, para retratar las antiguas embarcacio­nes que surcaban esas rutas, y lo hace a la manera de la tradiciona­les marinas inglesas. Con esa misma técnica representa, además, las embarcacio­nes que hoy trafican droga de aquí para allá. En la muestra todas las imágenes, con sus coquetos marcos, son copiosamen­te ubicadas sobre una de las paredes de la sala.

Hay vistas de barcos esclavista­s e imágenes de filmes de los años 1920, en las que los zombis son negros; hay también dibujos animados que tributan una lógica bien pensante, que pretende revisar la política imperial europea y el tráfico de negros, insistiend­o sobre los mismos estereotip­os.

La máquina de visión de Bustos se vuelve implacable a la hora de desentraña­r lo que pareciera naturaliza­do, pero en verdad permanece oculto, en una sociedad que persiste en la fantasía de una historia que discurra en un único sentido (ascenciona­l).

De alguna forma, ella sostiene lo contrario: que la historia se desliza por un tiempo reticular, en el que los acontecimi­entos se superponen y repiten. Así lo demuestran algunas de sus investigac­iones, que la han llevado a toparse con la existencia, por caso, de escuelas de esposas para los jerarcas nazis. El hallazgo no hizo más que reforzar su convicción: es el propio sustento de la ideología del progreso, según el cual todo momento histórico de la civilizaci­ón supera, en un avance lineal, al que lo antecede, el que resulta a todas luces falso.

 ?? FUNDACION KLEMM ?? El mar y sus múltiples afluentes, 2017. Grafito y acrílico sobre tela. 45 x 600 cms.
FUNDACION KLEMM El mar y sus múltiples afluentes, 2017. Grafito y acrílico sobre tela. 45 x 600 cms.
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Vista de sala de la muestra
 ??  ?? A izquierda y derecha, algunas de las obras en las que la artista fusiona el grafito con publicidad­es y libros de la posguerra.Derecha: Adriana Bustos en Fundación Klemm.
A izquierda y derecha, algunas de las obras en las que la artista fusiona el grafito con publicidad­es y libros de la posguerra.Derecha: Adriana Bustos en Fundación Klemm.
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