Revista Ñ

Terraza con acento mexicano

- FLORA Y FAUNA Alejandra Rodríguez Ballester

Con su promesa de fiesta, las lamparitas de kermesse compiten como lunas tempranas con los últimos rayos del sol. El público sube la escalerita hacia la terraza de Eterna Cadencia en sacrosanto silencio, como quien ingresa a un santuario pagano. Buscan su cerveza, se van acomodando mansamente en los almohadone­s o las gradas del fondo. Hace un frío de balneario trasandino pero el ánimo es relajado, hedonista, de alegría anticipada ante el ritual que está por comenzar. Unas chicas españolas exhiben sus compras, dos orientales hablan en inglés y abundan las tonadas sudamerica­nas. “¿Cómo te sentís?”, le pregunta Mariano Blatt a Julieta Venegas. “Como si estuviera dentro de un poema y pienso en los que están afuera”, responde ella, y así empieza este recital a dos voces de la cantante pop mexicana que se está aporteñand­o hasta la médula y el poeta - editor de Blatt y Ríos. “Tranquilo Mariano, no vas a poder describir en este momento este momento”, lee él y pienso que es verdad, ¿cómo describirl­o? Y el poema habla con amor de un colectivo – “mi 111”–, del “querido barrio” de Parque Chas, de un skater que le gusta, “flaco y tranquilo”, de pequeños detalles como la forma que el skater tiene de hablar por el celular: “Qué alegría, el chico que me gusta habla bajo cuando está con desconocid­os”. Un poema que despliega un eros urbano, una intimidad que se refleja en cada calle que nombra y en cada rincón de la ciudad.

Julieta le responde con Ojos de videotape, de Charly, lo cotidiano de escribir y no poder escribir canciones de amor, lo cotidiano argentino de hacer las valijas y gente que se va. Ella que acaba de conducir el biopic sobre Charly por NatGeo, recurre a su música como nexo con esta tierra. Y segurament­e le resuena eso de hacer las valijas, que ha vivido en carne propia esta mexicana afincada en Buenos Aires, con un look cada vez más cercano a Frida Kahlo. Este año se la vio transitar escenarios eclécticos: cantó en el CCK durante el Filba, en librerías como Notanpuán en San Isidro, estuvo en un homenaje a Piazzola en el CCK, junto a Fabiana Cantilo, Hilda Lizarazu, Julia Zenko y Ligia Pirio. Hasta vistió el hábito de monja para cantar en Oscuro bosque de sombras, la obra sobre Teresa Ávila con Marilú Marini, dirigida por Alejandro Tantanián en el Cervantes. Pero, sobre todo, como buena lectora, participa en lecturas de libros o los recomienda en Instagram.

Pero estamos en la terraza de Eterna y Julieta dice que le encanta esta terraza, los ruidos que llegan de la calle que le dan ese ambiente urbano tan en sintonía con la poesía de Mariano. Y ahora ella busca su acordeón y canta Lento, mientras la noche va cayendo. En este pequeño show íntimo, irá entregando algunos de sus hits en un clima casi perfecto, como quien canta en una reunión de amigos. “Ser delicado y esperar, dame tiempo para darte todo lo que tengo”. Mariano intercala fragmentos de un poema y van armando una payada lírica de sutiles conexiones. Cuando llega el “momento feminista”, Julieta cuenta su experienci­a de la movilizaci­ón de mujeres por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. “He vivido con emoción y admiración la ola verde, que ha generado una unidad femenina –cuenta–. En México del aborto no se habla como acá”. Déjenla dormir, que cantará ahora, la escribió pensando en una amiga suya que estuvo en la vigilia fuera del Congreso esperando la sanción de la ley. La noche sigue cada vez más arriba, Mariano lee unos poemas con humor, difíciles de olvidar, como “Cuando no había celular”, “Una idea” y “Poema a un perro de la calle”. “La poesía lo que se dice la poesía solo es posible cuando te falta algo o cuando algo se te está por escapar”, lee él. Y Julieta le responde con Ilusión: “Por qué la dejé, por qué la dejé”. Finalmente cantará sus temas más conocidos como Eres para mí y Me voy.

La fiesta termina como todo ritual contemporá­neo, con una fila de gente que busca conseguir su selfie con la estrella del pop étnico. Ella se presta al juego, paciente y simpática. A su lado, Mariano conversa con algunos, a él los flashes no lo acosan.

Las bombitas de feria brillan todavía pero alguien va desarmando el piano, la fiesta se acaba. Sin embargo, ya no es como al principio, no estamos afuera, la magia sigue, la música y la poesía la llevamos adentro.

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MARIO QUINTERO Julieta Venegas, música y poesía, junto a Mariano Blatt, en Eterna Cadencia.
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