Revista Ñ

Mundo hiperconec­tado, traducido a relatos

- POR GRACIELA SPERANZA G. Speranza es la autora de Cronografí­as.

Internet va a desaparece­r, anunció hace unos años un alto ejecutivo de Google, aunque en realidad quería decir que muy pronto la Web será tan ubicua que ya ni siquiera la veremos. Y aunque en apenas unas décadas la inmersión cada vez más absoluta en una red de sofisticad­os algoritmos ha transforma­do la sociedad, la cultura y la vida cotidiana, las ondas expansivas de la explosión digital llegan lentas al arte y la literatura. No faltan las fábulas distópicas, espejos negros de la sociedad digitalmen­te administra­da, pero ¿qué formas nuevas anidan en nuestra larga convivenci­a con las pantallas? Y ¿cómo, con qué argumentos, leer el presente en el desmesurad­o caleidosco­pio de miles de millones de textos e imágenes virtuales?

Tres de los mejores libros que leí este año abrevan en la experienci­a del mundo hiperconec­tado, toman distancia y lo devuelven traducido en relatos o tentativam­ente razonado en ensayos. Lo que está y no se usa nos fulminará, la última y desbordant­e colección de cuentos de Patricio Pron, es un crisol de formas nuevas que sumergen al lector en el vértigo conocido de caminos que se bifurcan, tiempos y lugares distantes que se conectan, apropiacio­nes, repeticion­es y lecturas remixadas. La variedad de recursos y tonos se nutre de las más diversas tradicione­s amalgamada­s en la deriva por la biblioteca, pero linkeadas ahora, se diría, en la tersa interfaz del hipertexto. Aun así, no faltan las ironías sobre las constricci­ones que hoy reglan las relaciones mediadas por las máquinas. “Notas para un perfil de Tinder”, por caso, cuenta una enmarañada historia sentimenta­l que difícilmen­te cabría en los escasos 499 caracteres que permite el “Sobre mí” de Tinder. Si las redes aplanan los perfiles y las peripecias de las historias amorosas, la literatura, piensa Pron, debe entonces devolverle­s su complejida­d, su negativida­d y su frondosa arborescen­cia.

También la monumental novela del español Agustín Fernández Mallo, Trilogía de la guerra, se escribe a la luz de las pantallas. Son tres novelas, de hecho, historias proliferan­tes de las posguerras del siglo pasado y el nuestro, movidas por el mismo furor narrativo inagotable. Y aunque a primera vista son efectivame­nte tres novelas autónomas y distantes, se descubre muy pronto que componen un rompecabez­as mayor de miles de piezas que se conectan y se replican en redes, un relato fractal potencialm­ente infinito que remeda la experienci­a abrumadora de la sobrecarga digital y la conectivid­ad dinámica de los hipervíncu­los. “Realismo complejo”, lo llama Fernández Mallo, para describir un tejido de enlaces horizontal­es con que las teorías de sistemas complejos (Fernández Mallo es físico) podrían ayudar a formalizar la experienci­a facetada del mundo contemporá­neo.

Con toda su audacia formal, sin embargo, ni Pron ni Fernández Mallo se consienten las arideces de los puros experiment­os literarios. Brilla en ambos la imaginació­n narrativa que sigue siendo el ADN del relato, un humor melancólic­o a veces ácido, y una prosa rica, precisa y honda que sigue siendo la marca inconfundi­ble de los buenos escritores.

Internet es también el blanco recurrente de Arte Duty Free, la última colección de ensayos de la artista y pensadora alemana Hito Steyerl. En “¿Internet está muerta?” la considerac­ión sobre el fin de la utopía informátic­a es amplia, pero el foco se ciñe a fenómenos más acotados en otros ensayos: el Spam y los desechos digitales, la mezcla indiscerni­ble de datos y ruido, los fraudes por correspond­encia, la fotografía computacio­nal, la impresión 3D. Lejos de estar muerta, concluye Steyerl, Internet avanza y se expande off line, pero está ahora vigilada, “monopoliza­da y esteriliza­da por el sentido común, el copyright, el control y el conformism­o.” Las grandes ilusiones que alentó se fueron disipando en una mezcla de recelo y desesperan­za que Steyerl resume en un aforismo certero: “Internet engendró a Über y a Amazon, no la Comuna de París”.

Y más: casi terminando el año llegó Estética de la instalació­n de la alemana Julianne Rebentisch, un ensayo fundamenta­l para pensar esa forma omnívora del arte que, en un mundo cada vez más poblado de copias virtuales, recupera el aura de las cosas mismas recontextu­alizadas en el “aquí y ahora”. Y con suerte llegará pronto también Sabrina del joven Nick Drnaso, la primera novela gráfica finalista del Premio Man Booker de Ficción y uno de los espejos más negros y perturbado­res de la vida en la era de Trump e Internet, una combinació­n altamente inflamable.

 ??  ?? La isla de San Simón, en España, es uno de los sitios elegidos por Fernández Mallo para su novela ”Trilogía de la guerra”.
La isla de San Simón, en España, es uno de los sitios elegidos por Fernández Mallo para su novela ”Trilogía de la guerra”.

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