Desacralizando a Walsh
María Moreno, escritora ineludible, habla sobre la construcción de la heroicidad y la pone en cuestión. También de la supervivencia en tiempos difíciles; del amor filial, la muerte y sus rituales –que a veces implican ver las escenas amenazantes desde los ojos de la víctima– con la coherencia que mantiene en cada uno de sus libros. Porque aunque haga autobiografía como en el festejado Black out, ensayo como en Subrayados, crónica como en “El petiso orejudo” o novela como en El affair Skeffington no deja de hacer, al mismo tiempo, crítica cultural. Y eso implica desandar lugares comunes, versiones oficiales y en este caso, hasta releer fuera de la ortodoxia sosa y remanida, la obra canónica de un prócer como Rodolfo Walsh, a través de una estructura polifónica. (...)
Si para Walsh la máquina de escribir funcionaba como un arma, la escritora María Moreno dice que, al pensar en sus textos, no le gusta el verbo combatir. “Si me dejás usar el verbo ‘imaginar’ con total liviandad diría que a veces me imagino como una punk tardía, como una feminista anarconacionalista o una disidente sexopolítica que todavía tiene tatuajes existencialistas. Qué sé yo. Me imagino interviniendo desde el cruce entre militancia LGTTBI y Feminismo, en defensa del barroco y de Rubén Darío (se ríe)”.
Maestra de la definición dice que “Carta a mis amigos” es, “amen de una carta abierta, una necrológica revolucionaria y la despedida privada de un padre”.