La intensidad de una voz única
Los cuentos han labrado el lugar de Hebe Uhart en una zona totalmente única (centrada en la mirada, la escucha y el lenguaje) de la literatura rioplatense y latinoamericana, comparable a la de Clarice Lispector o Juan Rulfo. Las novelas, en cambio, se ajustan más de cerca a lo que suelen tratar las novelas: la realidad social y familiar, lo urbano acotado, la historia personal. En ese sentido las dos más extensas –Camilo asciende y Mudanzas– circulan alrededor de grupos que se repiten y entornos pueblerinos semejantes. (...)
Una especie de culminación lateral es Señorita, donde la autora deja de lado los alter egos infantiles o adolescentes y se zambulle con refulgente lucidez en develar la construcción de su propio yo, su proyección fuera del ambiente pueblerino y el nacimiento de uno de los núcleos alimentadores de su producción: los años en que fue maestra y directora de primaria, antes de pasar al estudio y enseñanza de la filosofía. (...) Señorita traza su camino biográfico con una lucidez vasca, de pedernal, y con una alegría comunicada de existir, de crecer. También incluye hacia el final su primera experiencia como maestra de primaria. Descubre: “Había aprendido la Historia de la Didáctica y los métodos deductivo e inductivo. Ahí no podía usar ninguno”. (...) También es contradictoria, taoísta, su relación con la docencia, con la sabiduría. A poca distancia del final, los alumnos le dicen: “Vos no sos la maestra, sos como nosotros”. Ella les aclara: “–Soy la maestra, soy la maestra –decía yo”. Las dos frases tienen razón, en este texto existencial y luminoso.